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Un derecho fundamental

168 millones de latinoamericanos carecen del acceso a una alimentación saludable. Pixabay
Actualizado
  • 03/02/2025 12:27
Creado
  • 03/02/2025 12:27

Se termina de publicar el informe anual sobre las perspectivas alimentarias de América Latina que prepara la FAO junto con la UNICEF, el Programa Mundial de Alimentos, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y la Organización Panamericana de la Salud. Brindan un sólido panorama de cómo la región presenta junto a diversos progresos preguntas relevantes.

Un panorama de conjunto

América Latina tiene el 40% de toda biodiversidad del mundo, un tercio de las aguas limpias existentes, la zona selvática y forestal más importante del planeta, el Amazonas, y según evaluaciones recientes está proporcionando alimentos a 1500 millones de personas, pero su propia situación en cuanto a inseguridad alimentaria abre interrogantes. 168 millones de latinoamericanos carecen del acceso a una alimentación saludable. Influyen en ello factores como que se trata del continente más desigual de todos. El premio nobel de economía Amartya Sen ha mostrado claramente en sus textos que no basta que haya disponibilidades suficientes de alimentos, importa mucho si los pobres tienen real acceso a los mismos. Cuanto más suban sus precios y menores sean sus ingresos, mayor será el hambre y la mala calidad de su nutrición.

Las nuevas dificultades de América Latina

El informe sobre seguridad alimentaria enfatiza que está siendo obstruida por la crisis climática. Vastas regiones del continente sufren actualmente de alta vulnerabilidad a los desequilibrios climáticos y padecen problemas que inciden negativamente sobre la producción de alimentos como entre ellos los calores extremos, los mega incendios, las tormentas agudas, las inundaciones de gran magnitud, los desbordes y al mismo tiempo el secamiento de cause de ríos claves y las pronunciadas sequías.

Algunos datos del informe

Hay tres Américas Latinas distintas de que da cuenta el informe. Hay una donde el hambre aumenta bajo el impacto de los fenómenos anteriores y su vulnerabilidad al clima, se trata del Caribe, sus cifras de hambre empeoraron fuertemente. Una segunda es América central que también ha sufrido significativos problemas pero en mucho menor escala. La tercera es América del sur con avances, pero desniveles internos. Chile por ejemplo es muy promisorio en lo agrícola, pero experimenta desde años agudísimas sequías, en Bolivia ha habido recientemente peores incendios que en Corea del Sur, el Amazonas la región con mayores bosques se está secando bajo el impacto combinado de la explotación salvaje a que fue sometida durante el periodo de Bolsonaro donde fue objeto de la quema sin límites, de la minería salvaje y del ataque a los habitantes indígenas, su gran protector natural.

Hay soluciones

Los investigadores proponen lúcidas políticas. La FAO señala que podrían mejorar sustancialmente la situación alimentaria con: producción sostenible, sistema de alertas tempranas, seguros agrícolas, protección social, y diversificación de cultivos resistentes. La suma de estas y otras políticas agregables puede mejorar la “resiliencia” de la región en materia de seguridad alimentaria.

Las políticas pro-preservación de la naturaleza y el enfrentamiento directo de los peligros climáticos en ascenso sumados y las recomendaciones anteriores se potenciarán mutuamente. Por otra parte no debe olvidarse, como lo señala FIDA, que América Latina es la región más expuesta a climas extremos después de Asia.

Una nota final

La nutrición adecuada es un pilar estratégico para el progreso de los pueblos, implica junto a todos los temas planteados aquellos que tienen que ver con una alimentación saludable. Conspiran contra ella el marketing desenfrenado de la “comida basura” que denuncia permanentemente la OPS, también es la incitación a la obesidad infantil y general, y las dietas pobres en micronutrientes. Una de las aplicaciones futuras de la IA y de las energías limpias será luchar por una alimentación universal de calidad. Se necesitará para todo esto políticas públicas pro-alimentación sana, empresas privadas con alta responsabilidad y sociedades civiles movilizadas que entre todas aseguren el acceso pleno a la seguridad alimentaria.