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¿Somos víctimas de la tecnología voluntariamente?

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Actualizado
  • 22/06/2024 00:00
Creado
  • 21/06/2024 21:10

Un enfoque analítico y crítico en IA también lleva a cuestionar suposiciones, evaluar la validez de los datos y algoritmos, considerar las posibles implicaciones de los resultados

Hoy está de moda la inteligencia artificial, los chats bots, el chat GPT, los “artificial ecommerce” y cuanto software se imagine. Sí, todo suena atractivo, revolucionario, moderno y accesible a un “click” pero ¿a qué costo?

Partamos por este hecho, el cerebro es el único órgano del cuerpo humano que se pone mejor con el uso y realmente es fascinante en su capacidad para generar ideas, procesar información o adaptarse a diferentes situaciones.

La creatividad es una de las funciones más destacadas del cerebro humano, y se puede potenciar a través de la práctica y la exposición a nuevas experiencias o conocimiento, por demás, el pensamiento crítico y los respectivos análisis del contexto son herramientas fundamentales para evaluar la información que recibimos, lo que hace resolvamos problemas o tomemos decisiones informadas.

La inteligencia humana, por otro lado, es un concepto complejo que abarca diferentes habilidades cognitivas, como la memoria, la atención, el razonamiento y la resolución de problemas y, por supuesto, la escucha activa; la cual es crucial para entender a los demás, fomentar la empatía y construir relaciones.

La inteligencia artificial sí entiende las respuestas, mas no analiza las preguntas y el contexto ya que, ello, sigue siendo una labor única de nuestro cerebro. Pensar, analizar, saber que decir o, guardar silencio, es un arte y no todo debe tener una respuesta inmediata.

Qué bien que para la nueva era de negocios tengamos herramientas como el Chat GPT, sin embargo, ¿realmente escucha al cliente?, ¿comprende su problema y analiza posibles soluciones? ¿Cómo podemos pedirles a las nuevas generaciones que piensen analíticamente si existen herramientas que, con poner cinco o seis palabras en un software, hace toda una redacción que puede engañar hasta al agente del FBI o CIA más experto?

¿Somos víctimas de la tecnología voluntariamente?, ¿preferimos no pensar porque creemos que el cerebro se atrofiará si lo hacemos? ¡cuidado y estamos creando generaciones cuyos cerebros aún huelen a nuevo y ni se inmutan en quitarle el plástico de fábrica!

Ahora bien, algunos dirán que el pensamiento inteligente, analítico y crítico es fundamental en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) y, si él, no evoluciona en nuestra era para esta mejorar esta herramienta, entonces, es una inversión innecesaria.

Para desarrollar sistemas de IA efectivos, es esencial considerar el contexto en el que operarán. Esto implica comprender no solo los datos y las reglas del problema, sino también las implicaciones éticas, sociales o culturales de su aplicación.

Un enfoque analítico y crítico en IA también lleva a cuestionar suposiciones, evaluar la validez de los datos y algoritmos, considerar las posibles implicaciones de los resultados y por demás, las consecuencias de su ejecución.

Por ejemplo, ¿cómo pueden los sesgos en los conjuntos de datos afectar las decisiones de los sistemas de IA?, ¿cómo se pueden mitigar estos sesgos para promover la equidad y la justicia?

Además, la inteligencia artificial se desarrolla y opera en un contexto más amplio que incluye la interacción con humanos y otras tecnologías más no el detalle de una comunicación centrada en el contexto, el ser, en lo que quiero, sueño, necesito o deseo.

Comprender este contexto, es crucial para diseñar sistemas de IA que sean efectivos y éticos. Esto implica tener en cuenta factores como la cultura, política, economía y psicología humana y, en especial, la idiosincrasia según los entornos y clases sociales.

Si a todo lo anterior le sumamos las serias deficiencias educativas que nuestro sistema mantiene y que no se pueden tapar con un dedo, la inequidad tecnológica a nivel nacional, los graves resultados que arrojó la prueba PISA sobre comprensión y análisis de lectura, matemáticas básicas o ciencia y, jóvenes que, erróneamente, creen que todo se resuelve con un “click” y que, en su mayoría, no pasan de doce libros leídos al año, carecen de pasión por aprender, explorar, cuestionar, re-descubrir o, viven cómodos en su zona de confort y no les importa ser mediocres; estamos ante un futuro muy incierto para que nuestro país sea realmente competitivo. Cuidado y estamos creando una generación que considerará que, el pensar, sea una actividad secundaria o peor aún, innecesaria.

La automatización impulsada por la IA tiene el potencial de desplazar a los trabajadores menos preparados en una variedad de industrias, lo que podría llevar a la pérdida de empleos y a la exacerbación de la desigualdad económica.

Los algoritmos de IA también pueden perpetuar y amplificar sesgos inherentes en los datos con los que son diseñados, lo que podría llevar a decisiones discriminatorias en áreas como la contratación, justicia penal y atención médica.

Algunos expertos advierten sobre el potencial a largo plazo de una IA que supere la inteligencia humana, lo que podría plantear desafíos existenciales si no se maneja de manera cuidadosa.

Para abordar estos riesgos, es crucial desarrollar políticas y regulaciones adecuadas, así como promover la investigación ética en el desarrollo de la IA. También es importante fomentar la transparencia y la rendición de cuentas en el diseño y uso de sistemas de IA para mitigar sus posibles impactos negativos.