Reflexión con expresión
- 23/11/2024 00:00
- 22/11/2024 19:00
Las microexpresiones y los gestos corporales deben analizarse en contexto y como parte de clústers para evitar errores de interpretación. Sin embargo, los ‘expertos de oído’ difunden ideas incorrectas. ¿Alguna vez le ha pasado, amigo lector, que cuando está hablando con un profesional de x rama y este comienza a usar palabras técnicas, su mente comienza a planear desesperadamente entre las nubes para intentar aterrizar el contexto del mensaje, y se pierde?
Esos tecnicismos, que suelen presentarse en un diálogo o documento escrito, hacen que un mensaje, que debería ser claro y libre de ambigüedades, se transforme en complejo y poco apreciado por el receptor. Pongo un ejemplo: si escribiese sobre comunicación no verbal y hago mención a las microexpresiones y no explico qué son, todo lo que venga tras esa palabra serán adjetivos, sustantivos, verbos y pronombres amontonados e incomprendidos.
Para poder hacer una reflexión sobre este tema y entender que lo mismo sucede cuando se trata de las emociones y el comportamiento humano, parto por explicar que: una microexpresión es un movimiento muscular facial muy corto que dura menos de ¼ de segundo. No tenemos control sobre ellas y, además, delatan sí o sí las emociones básicas de ira, felicidad, miedo, sorpresa, asco, deprecio y tristeza.
Ahora bien, las preguntas reflexivas a menudo provocan análisis reflexivos y, al leer un artículo sobre lenguaje corporal, quedé con esta inquietud: ¿cuál es nuestra comprensión general sobre este tema y las emociones?
Si usted ha sido fan de series como Lie To Me y El mentalista, a estas alturas ya habrá escuchado la palabra microexpresión un sinnúmero de veces. De hecho, habitualmente me encuentro con personas que dicen haber tomado cursos sobre microexpresiones y han sido “certificadas” solo porque les dieron un cartón de participación (cosa que no es igual y ni se escribe parecido a un certificado de idoneidad).
Cuando les pregunto ¿y qué pasa con el resto del cuerpo?, ahí es cuando escucho un silencio sepulcral o aseveraciones que están basadas en mitos. Después de todo, el resto del cuerpo también habla y transmite información sobre pensamientos, deseos, miedos, emociones e intenciones. Si alguien agita la camisa o esconde los pulgares mientras le hacen preguntas, debe saber qué significa más allá de que hace calor y no sabe qué hacer con las manos... ¡no todo está en el rostro!
Son múltiples razones por lo cuales el ser humano suele ocultar o reprimir sus emociones (en especial los varones), y nuestros rostros a menudo revelan sentimientos ocultos de forma intencional. Desafortunadamente, con el tiempo, el término microexpresión creció en mitos para incluir demasiadas cosas, fallando, por ejemplo, en diferenciar entre las distorsiones faciales minúsculas, tics nerviosos o macroexpresiones. También fallan en diferenciar entre los comportamientos normales o bases, con problemas vasculares o musculares y tics con acciones deliberadas de ocultamiento.
Programas como Lie to Me (Hollywood) hacían parecer que, si veía uno de estos comportamientos, la persona estaba mintiendo. Nada más lejos de la verdad.
Como nos ha dicho repetidamente el doctor Paul Ekman: “no existe un solo comportamiento aislado que indique engaño”. Y aquí entra una palabra que separa a los profesionales de la comunicación no verbal de los “expertos de oído”: ¡clústers o agrupaciones!
En los clústers están los indicadores de estrés, incomodidad, ansiedad, tensión y posibles mentiras. De hecho, en lugar de centrarse en el engaño, según mi experiencia, es mucho más útil convertirse en un “detector de problemas”, porque eso es realmente lo que estamos observando. Cuando vemos las muestras físicas de incomodidad psicológica, en realidad estamos viendo nuestros cuerpos comunicando que hay un problema. La pregunta es, ¿qué o cuál?
Una forma de entender los gestos faciales o comportamientos corporales es dividirlos según el contexto, no si son mini, micro o macros. El contexto es toda la base para leer un gesto adecuadamente, y note un detalle, amigo lector, usé la palabra “leer”, no “interpretar”, porque cuando una persona lee a conciencia, razona, analiza, estudia, cuestiona y entiende correctamente el contenido del mensaje.
Si no observamos las agrupaciones verbocorporales llamadas clústers a conciencia dentro de un contexto determinado, todo el análisis que venga a posterior será como tratar de entender a ese experto con sus tecnicismos.
Si no comenzamos a escuchar a detalle y observar a plenitud lo que nos rodea en nuestra vida personal, sentimental, laboral, etc., etc., estaremos pagando las consecuencias de ese vacío comunicacional; de hecho, ya lo estamos haciendo desde hace décadas.
Le pondré un solo ejemplo, duro, pero real y, lastimosamente, muy repetitivo en estos tiempos: “Pero es que fulanito de tal se veía feliz, no había razones para cometer suicidio”. ¿Le recuerdo algo? El cuerpo no le miente al cuerpo y todo, absolutamente todo, envía mensajes aún en silencio”.
Si realmente quiere aprender sobre el lenguaje corporal, la comunicación no verbal y le gusta leer, comience con la trilogía de Desmond Morris sobre comportamientos no verbales (Manwatching, Bodywatching, Peoplewatching). Morris mira a los humanos con el ojo crítico de un científico que descubre una nueva especie y explica por qué hacemos las cosas que hacemos.
Último consejo, hay muchos “expertos de oído”... ¡cuídese de ellos!, porque al seguirlos puede cometer graves errores de interpretación que le llevarán a costarle amistades, familias, matrimonios, trabajos y hasta demandas multimillonarias, porque no todo lo que se hace en silencio es malo y no todo lo que se dice es correcto. Si desea, le invito a seguir mi cuenta de Instagram @novaadvertising.
Leyendo expresiones
¿Alguna vez le ha pasado, amigo lector, que cuando está hablando con un profesional de x rama y este comienza a usar palabras técnicas, su mente comienza a planear desesperadamente entre las nubes para intentar aterrizar el contexto del mensaje, y se pierde?
Esos tecnicismos, que suelen presentarse en un diálogo o documento escrito, hacen que un mensaje, que debería ser claro y libre de ambigüedades, se transforme en complejo y poco apreciado por el receptor. Pongo un ejemplo: si escribiese sobre comunicación no verbal y hago mención a las microexpresiones y no explico qué son, todo lo que venga tras esa palabra serán adjetivos, sustantivos, verbos y pronombres amontonados e incomprendidos.
Para poder hacer una reflexión sobre este tema y entender que lo mismo sucede cuando se trata de las emociones y el comportamiento humano, parto por explicar que: una microexpresión es un movimiento muscular facial muy corto que dura menos de ¼ de segundo. No tenemos control sobre ellas y, además, delatan sí o sí las emociones básicas de ira, felicidad, miedo, sorpresa, asco, deprecio y tristeza.
Ahora bien, las preguntas reflexivas a menudo provocan análisis reflexivos y, al leer un artículo sobre lenguaje corporal, quedé con esta inquietud: ¿cuál es nuestra comprensión general sobre este tema y las emociones?
Si usted ha sido fan de series como Lie To Me y El mentalista, a estas alturas ya habrá escuchado la palabra microexpresión un sinnúmero de veces. De hecho, habitualmente me encuentro con personas que dicen haber tomado cursos sobre microexpresiones y han sido “certificadas” solo porque les dieron un cartón de participación (cosa que no es igual y ni se escribe parecido a un certificado de idoneidad).
Cuando les pregunto ¿y qué pasa con el resto del cuerpo?, ahí es cuando escucho un silencio sepulcral o aseveraciones que están basadas en mitos. Después de todo, el resto del cuerpo también habla y transmite información sobre pensamientos, deseos, miedos, emociones e intenciones. Si alguien agita la camisa o esconde los pulgares mientras le hacen preguntas, debe saber qué significa más allá de que hace calor y no sabe qué hacer con las manos... ¡no todo está en el rostro!
Son múltiples razones por lo cuales el ser humano suele ocultar o reprimir sus emociones (en especial los varones), y nuestros rostros a menudo revelan sentimientos ocultos de forma intencional. Desafortunadamente, con el tiempo, el término microexpresión creció en mitos para incluir demasiadas cosas, fallando, por ejemplo, en diferenciar entre las distorsiones faciales minúsculas, tics nerviosos o macroexpresiones. También fallan en diferenciar entre los comportamientos normales o bases, con problemas vasculares o musculares y tics con acciones deliberadas de ocultamiento.
Programas como Lie to Me (Hollywood) hacían parecer que, si veía uno de estos comportamientos, la persona estaba mintiendo. Nada más lejos de la verdad.
Como nos ha dicho repetidamente el doctor Paul Ekman: “no existe un solo comportamiento aislado que indique engaño”. Y aquí entra una palabra que separa a los profesionales de la comunicación no verbal de los “expertos de oído”: ¡clústers o agrupaciones!
En los clústers están los indicadores de estrés, incomodidad, ansiedad, tensión y posibles mentiras. De hecho, en lugar de centrarse en el engaño, según mi experiencia, es mucho más útil convertirse en un “detector de problemas”, porque eso es realmente lo que estamos observando. Cuando vemos las muestras físicas de incomodidad psicológica, en realidad estamos viendo nuestros cuerpos comunicando que hay un problema. La pregunta es, ¿qué o cuál?
Una forma de entender los gestos faciales o comportamientos corporales es dividirlos según el contexto, no si son mini, micro o macros. El contexto es toda la base para leer un gesto adecuadamente, y note un detalle, amigo lector, usé la palabra “leer”, no “interpretar”, porque cuando una persona lee a conciencia, razona, analiza, estudia, cuestiona y entiende correctamente el contenido del mensaje.
Si no observamos las agrupaciones verbocorporales llamadas clústers a conciencia dentro de un contexto determinado, todo el análisis que venga a posterior será como tratar de entender a ese experto con sus tecnicismos.
Si no comenzamos a escuchar a detalle y observar a plenitud lo que nos rodea en nuestra vida personal, sentimental, laboral, etc., etc., estaremos pagando las consecuencias de ese vacío comunicacional; de hecho, ya lo estamos haciendo desde hace décadas.
Le pondré un solo ejemplo, duro, pero real y, lastimosamente, muy repetitivo en estos tiempos: “Pero es que fulanito de tal se veía feliz, no había razones para cometer suicidio”. ¿Le recuerdo algo? El cuerpo no le miente al cuerpo y todo, absolutamente todo, envía mensajes aún en silencio”.
Si realmente quiere aprender sobre el lenguaje corporal, la comunicación no verbal y le gusta leer, comience con la trilogía de Desmond Morris sobre comportamientos no verbales (Manwatching, Bodywatching, Peoplewatching). Morris mira a los humanos con el ojo crítico de un científico que descubre una nueva especie y explica por qué hacemos las cosas que hacemos.
Último consejo, hay muchos “expertos de oído”... ¡cuídese de ellos!, porque al seguirlos puede cometer graves errores de interpretación que le llevarán a costarle amistades, familias, matrimonios, trabajos y hasta demandas multimillonarias, porque no todo lo que se hace en silencio es malo y no todo lo que se dice es correcto. Si desea, le invito a seguir mi cuenta de Instagram @novaadvertising.