Mesecvi da los primeros pasos ante la violencia simbólica y política
- 09/04/2024 00:00
- 08/04/2024 17:29
En su nueva declaración regional, la organización que forma parte de la OEA reconoce la existencia de estos tipos de violencia para su prevención y erradicación La violencia simbólica es reconocida por primera vez como un instrumento de discusión política que afecta gravemente el ejercicio de los derechos políticos del género femenino, de acuerdo con lo que reconoce el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (Mesecvi) de la Organización de Estados Americanos (OEA) en su más reciente declaración, la ‘Declaración regional sobre violencia simbólica contra las mujeres’.
Este tipo de violencia amenaza el derecho a “vivir libre de patrones estereotipados de comportamiento y de prácticas políticas, sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación” como lo establece el artículo 4b en la Convención Belém do Pará.
Según esta organización, históricamente los roles asignados a las mujeres y los estereotipos de género han limitado la posibilidad de las mujeres a aspirar al desarrollo, incluyendo su participación en los puestos de elección así como en otros espacios de la vida, cercenando su autonomía y su libertad de expresión, lo que perpetúa la discriminación estructural en contra de las mujeres.
¿Qué es la violencia simbólica? Cuando se habla de violencia simbólica, se hace referencia a un tipo de agresiones que se manifiesta en la diferencia de poderes entre distintos grupos sociales, esto incluye mensajes, valores, símbolos, íconos e imposiciones familiares, educativas, sociales, ideológicas, culturales o estéticas, entre otras.
Muchos de estos comportamientos se hallan normalizados en el día a día, y al no ser mostrados como una realidad violenta, no se entienden como tal. A pesar de esto, la violencia simbólica obstaculiza y afecta el pleno ejercicio de los derechos civiles, económicos, políticos, sociales y culturales de niñas y mujeres.
Reconocer en la ‘Declaración Regional sobre violencia simbólica contra las mujeres’ que existe este tipo de agresión y nombrarla, como lo hace el Mesecvi, es fundamental para prevenirla y erradicarla.
¿Cómo afecta a las mujeres en la política? Este organismo reconoce dentro de la nueva declaración que la violencia simbólica es expresada con más frecuencia cuando mujeres aspiran a cargos de elección o se involucran de una u otra manera con la política.
De hecho, la Declaración sobre Violencia y el Acoso Político contra las Mujeres de la OEA identifica que la violencia simbólica es un factor importante en la incidencia de casos de violencia y acoso contra mujeres en este ámbito.
Esto se ve reflejado en el desaliento que hay ante la participación femenina en puestos políticos, así como los tropiezos para evitar la igualdad de condiciones en la vida pública y espacios de toma de decisiones, sin mencionar la violencia digital que sufren candidatas o mandatarias con insultos sexistas o que las denigran en su calidad de mujer.
Sin embargo, en algunos países se ha avanzado en cuanto a este tema con la implementación de legislaciones nacionales y decisiones a nivel constitucional, puntos de partida para la prevención, investigación y erradicación de este tipo de violencia.
Por ejemplo, en el caso de Panamá, el Tribunal Electoral (TE) optó por la creación de herramientas como META, que funciona como una guía para promover las buenas prácticas comunicativas y eliminar el contenido nocivo en redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter hacia las mujeres en la carrera electoral.
Además, cuenta con información útil para reportar casos de violencia política en redes sociales y prevenir el acoso a las mujeres durante la campaña por los puestos de elección.
Según el TE, para el desarrollo correcto de la democracia es necesario que las mujeres tengan una participación política en igualdad de condiciones, por lo que es necesario garantizar que cuenten con el apoyo y el respaldo legal que vele por el desenvolvimiento correcto dentro de este campo.
A pesar de estos esfuerzos, solo Bolivia tiene un reglamento aprobado contra el acoso y la violencia política de género en América Latina y el mundo.
Otros países como Argentina, Ecuador, México, Paraguay, Uruguay y Panamá reconocen de manera legal la existencia de este tipo de violencia, mientras que la única autoridad de la región que ha publicado directrices formales contra la violencia política es el Instituto Electoral de México.
Por esta razón, en la reciente declaración regional del Mesecvi, se dan pasos importantes para afirmar el compromiso de los Estados parte de la OEA en adoptar medidas concretas que respalden a las mujeres ante la violencia en el ámbito político. Este también es un precedente en defensa de los derechos de las mujeres a una vida libre, de acuerdo con la Convención Belém do Pará.
La participación de las mujeres en la política y la vida pública es esencial para mejorar la labor de las instituciones públicas, promover la democracia y la pluralidad de voces en los espacios de poder y toma de decisiones, reforzar los resultados de las políticas y lograr así la igualdad de género.
La violencia simbólica es reconocida por primera vez como un instrumento de discusión política que afecta gravemente el ejercicio de los derechos políticos del género femenino, de acuerdo con lo que reconoce el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (Mesecvi) de la Organización de Estados Americanos (OEA) en su más reciente declaración, la ‘Declaración regional sobre violencia simbólica contra las mujeres’.
Este tipo de violencia amenaza el derecho a “vivir libre de patrones estereotipados de comportamiento y de prácticas políticas, sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación” como lo establece el artículo 4b en la Convención Belém do Pará.
Según esta organización, históricamente los roles asignados a las mujeres y los estereotipos de género han limitado la posibilidad de las mujeres a aspirar al desarrollo, incluyendo su participación en los puestos de elección así como en otros espacios de la vida, cercenando su autonomía y su libertad de expresión, lo que perpetúa la discriminación estructural en contra de las mujeres.
Cuando se habla de violencia simbólica, se hace referencia a un tipo de agresiones que se manifiesta en la diferencia de poderes entre distintos grupos sociales, esto incluye mensajes, valores, símbolos, íconos e imposiciones familiares, educativas, sociales, ideológicas, culturales o estéticas, entre otras.
Muchos de estos comportamientos se hallan normalizados en el día a día, y al no ser mostrados como una realidad violenta, no se entienden como tal. A pesar de esto, la violencia simbólica obstaculiza y afecta el pleno ejercicio de los derechos civiles, económicos, políticos, sociales y culturales de niñas y mujeres.
Reconocer en la ‘Declaración Regional sobre violencia simbólica contra las mujeres’ que existe este tipo de agresión y nombrarla, como lo hace el Mesecvi, es fundamental para prevenirla y erradicarla.
Este organismo reconoce dentro de la nueva declaración que la violencia simbólica es expresada con más frecuencia cuando mujeres aspiran a cargos de elección o se involucran de una u otra manera con la política.
De hecho, la Declaración sobre Violencia y el Acoso Político contra las Mujeres de la OEA identifica que la violencia simbólica es un factor importante en la incidencia de casos de violencia y acoso contra mujeres en este ámbito.
Esto se ve reflejado en el desaliento que hay ante la participación femenina en puestos políticos, así como los tropiezos para evitar la igualdad de condiciones en la vida pública y espacios de toma de decisiones, sin mencionar la violencia digital que sufren candidatas o mandatarias con insultos sexistas o que las denigran en su calidad de mujer.
Sin embargo, en algunos países se ha avanzado en cuanto a este tema con la implementación de legislaciones nacionales y decisiones a nivel constitucional, puntos de partida para la prevención, investigación y erradicación de este tipo de violencia.
Por ejemplo, en el caso de Panamá, el Tribunal Electoral (TE) optó por la creación de herramientas como META, que funciona como una guía para promover las buenas prácticas comunicativas y eliminar el contenido nocivo en redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter hacia las mujeres en la carrera electoral.
Además, cuenta con información útil para reportar casos de violencia política en redes sociales y prevenir el acoso a las mujeres durante la campaña por los puestos de elección.
Según el TE, para el desarrollo correcto de la democracia es necesario que las mujeres tengan una participación política en igualdad de condiciones, por lo que es necesario garantizar que cuenten con el apoyo y el respaldo legal que vele por el desenvolvimiento correcto dentro de este campo.
A pesar de estos esfuerzos, solo Bolivia tiene un reglamento aprobado contra el acoso y la violencia política de género en América Latina y el mundo.
Otros países como Argentina, Ecuador, México, Paraguay, Uruguay y Panamá reconocen de manera legal la existencia de este tipo de violencia, mientras que la única autoridad de la región que ha publicado directrices formales contra la violencia política es el Instituto Electoral de México.
Por esta razón, en la reciente declaración regional del Mesecvi, se dan pasos importantes para afirmar el compromiso de los Estados parte de la OEA en adoptar medidas concretas que respalden a las mujeres ante la violencia en el ámbito político. Este también es un precedente en defensa de los derechos de las mujeres a una vida libre, de acuerdo con la Convención Belém do Pará.
La participación de las mujeres en la política y la vida pública es esencial para mejorar la labor de las instituciones públicas, promover la democracia y la pluralidad de voces en los espacios de poder y toma de decisiones, reforzar los resultados de las políticas y lograr así la igualdad de género.