Los sonidos del silencio
- 03/08/2024 00:00
Un silencio ensordecedor puede ser interpretado de muchas maneras. Puede representar la falta de comunicación efectiva, la represión de opiniones o sentimientos o, incluso, la ignorancia a problemas importantes que merecen ser abordados de frente y con valentía ¿Alguna vez amigo lector escuchó y se detuvo a meditar en la letra de la canción Los Sonidos del Silencio de Simon and Garfunkel?
Le voy a compartir solo dos estrofas en español: “En la desnuda luz miré, vi mil personas, tal vez más. Gente que hablaba sin poder hablar, gente que oía sin poder oír y un sonido que los envolvía sin piedad. Lo puedo oír, sonido del silencio. Entonces yo les quise hablar. Entonces los quise ayudar, quise sentirlos como hermanos, quise tomarlos de las manos. Pero no podían, no podían despertar, ni entender... me hundía en el silencio”.
El 19 de febrero de 1964 Paul Simon escribió la que hoy es considerada una de las canciones más bellas en la historia del pop, de hecho, está en la lista de las 500 mejores letras de todos los tiempos y es una reflexión sobre la comunicación humana y la desconexión en la sociedad moderna. Su mensaje sigue vigente 60 años después.
Estos temas en conjunto (que los hay en el mundo de la música, cine o poesía) sugieren una reflexión sobre cómo la interacción humana y la sociedad están profundamente afectadas por la falta de entendimiento, la incapacidad para aceptar diferencias y la falta de habilidades emocionales para manejar estas dinámicas.
Mientras que en el cine nos vendieron un futuro con carros voladores, servicios automatizados, colonias lunares, patinetas voladoras, tecnología de altísima capacidad pensante, la realidad, es que tenemos un mundo mayoritariamente carente de humanidad, glorificando la inteligencia artificial y con cero inteligencia emocional.
Pasada la pandemia salió a relucir con más obviedad lo malo que el mundo venía alimentando por décadas, quizás esté notando una desconexión entre las personas, ya sea a nivel interpersonal o global. Esto podría referirse a una falta de empatía o de conexión genuina entre individuos o grupos.
Habrá notado incluso un silencio ensordecedor, si, puede ser interpretado de muchas maneras. Puede representar la falta de comunicación efectiva, la represión de opiniones o sentimientos o, incluso, la ignorancia a problemas importantes que merecen ser abordados de frente y con valentía.
En cuanto a la intolerancia, se hace cada vez evidente, incluso dentro del núcleo de la sociedad que es la familia, la falta de aceptación o la incapacidad de escuchar o convivir con diferencias de opiniones, creencias, culturas, o identidades.
Ahora bien ¿De qué sirve una casa si no se cuenta con un planeta tolerable donde situarla? Decía Albert Einstein que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
Si tocáramos el tema de la Inteligencia Emocional, la cual es crucial en la forma en que las personas manejan sus emociones y las de los demás, ella está en crisis.
En escala de 1 al 10, ¿cómo andan sus habilidades empáticas, la autoconciencia emocional, la regulación emocional y las habilidades sociales?, ¿tienen que haber lágrimas, gritos o peleas para que comprenda a su pareja y haga caso de lo que ella o él le dice? La falta de inteligencia emocional puede contribuir a malentendidos, conflictos y falta de conexión humana.
Todos estos temas que preferimos tenerlos como tabú, devaluarlos, tomarlos a burla e incluso considerar a quien los toca como un “débil”, sugieren una reflexión profunda sobre cómo las interacciones humanas y la sociedad, en su conjunto, están colaborando a la destrucción progresiva de la humanidad.
Nuestros prejuicios son igualitos a nuestros relojes: nunca están de acuerdo, pero cada uno cree en el suyo.
Como sociedad, debemos reconocer las diferencias y darle acogida, hasta que las diferencias ya no nos hagan diferentes, sin embargo, no podemos, repito, no podemos pretender que ciertos estilos de vida se impongan sobre otros, no podemos pretender que el mundo nos acepte porque así lo queremos, ello, es un ejemplo de intolerancia.
Se lo pongo coloquialmente “Cada uno puede hacer de su vida un tambor para que lo repique quién quiera y cómo quiera”, pero no exija respeto... ¡Gáneselo! ¿Cómo? Siendo tolerante con su entorno y entendiendo que todos tenemos voz u opinión y que, es usted, el que debe administrar con inteligencia emocional esas voces, desechar las opiniones destructivas o bien, tomarlas en cuenta.
Recuerde esto amigo lector: todos somos responsables de las palabras que decimos y no de lo que la otra persona interpreta, así que todo, absolutamente todo, depende de nuestros pensamientos y actitud.
Los sonidos del silencio explica la paradoja de cómo este resuena y es molesto porque sentimos su presencia. También le hace visualizar a una persona caminando y viendo como su mundo se mueve alrededor, mientras un millón de personas se enfocan en las cosas banales de la vida y no, en lo que en verdad importa. También habla de cómo las personas no se inmutan, o guardan silencio y permiten que la maldad siga pasando solo porque no nos perjudica.
Describe además como las personas conversan, pero sin llegar a tocar fondo en lo profundo de la gente. La canción habla de la sociedad, de la prepotencia de la gente, de cómo no sabemos escuchar y creemos que lo sabemos todo; o de cómo, por el contrario, solo nos preocupamos por nosotros mismos.
Recuerde: el silencio, como el cáncer, crece descontroladamente. Es una frase muy profunda. Significa que, mientras más las personas se guarden para sí mismas las cosas que deben ser cambiadas, más se propagaran los problemas y se volverán insalvables.
¿Alguna vez amigo lector escuchó y se detuvo a meditar en la letra de la canción Los Sonidos del Silencio de Simon and Garfunkel?
Le voy a compartir solo dos estrofas en español: “En la desnuda luz miré, vi mil personas, tal vez más. Gente que hablaba sin poder hablar, gente que oía sin poder oír y un sonido que los envolvía sin piedad. Lo puedo oír, sonido del silencio. Entonces yo les quise hablar. Entonces los quise ayudar, quise sentirlos como hermanos, quise tomarlos de las manos. Pero no podían, no podían despertar, ni entender... me hundía en el silencio”.
El 19 de febrero de 1964 Paul Simon escribió la que hoy es considerada una de las canciones más bellas en la historia del pop, de hecho, está en la lista de las 500 mejores letras de todos los tiempos y es una reflexión sobre la comunicación humana y la desconexión en la sociedad moderna. Su mensaje sigue vigente 60 años después.
Estos temas en conjunto (que los hay en el mundo de la música, cine o poesía) sugieren una reflexión sobre cómo la interacción humana y la sociedad están profundamente afectadas por la falta de entendimiento, la incapacidad para aceptar diferencias y la falta de habilidades emocionales para manejar estas dinámicas.
Mientras que en el cine nos vendieron un futuro con carros voladores, servicios automatizados, colonias lunares, patinetas voladoras, tecnología de altísima capacidad pensante, la realidad, es que tenemos un mundo mayoritariamente carente de humanidad, glorificando la inteligencia artificial y con cero inteligencia emocional.
Pasada la pandemia salió a relucir con más obviedad lo malo que el mundo venía alimentando por décadas, quizás esté notando una desconexión entre las personas, ya sea a nivel interpersonal o global. Esto podría referirse a una falta de empatía o de conexión genuina entre individuos o grupos.
Habrá notado incluso un silencio ensordecedor, si, puede ser interpretado de muchas maneras. Puede representar la falta de comunicación efectiva, la represión de opiniones o sentimientos o, incluso, la ignorancia a problemas importantes que merecen ser abordados de frente y con valentía.
En cuanto a la intolerancia, se hace cada vez evidente, incluso dentro del núcleo de la sociedad que es la familia, la falta de aceptación o la incapacidad de escuchar o convivir con diferencias de opiniones, creencias, culturas, o identidades.
Ahora bien ¿De qué sirve una casa si no se cuenta con un planeta tolerable donde situarla? Decía Albert Einstein que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
Si tocáramos el tema de la Inteligencia Emocional, la cual es crucial en la forma en que las personas manejan sus emociones y las de los demás, ella está en crisis.
En escala de 1 al 10, ¿cómo andan sus habilidades empáticas, la autoconciencia emocional, la regulación emocional y las habilidades sociales?, ¿tienen que haber lágrimas, gritos o peleas para que comprenda a su pareja y haga caso de lo que ella o él le dice? La falta de inteligencia emocional puede contribuir a malentendidos, conflictos y falta de conexión humana.
Todos estos temas que preferimos tenerlos como tabú, devaluarlos, tomarlos a burla e incluso considerar a quien los toca como un “débil”, sugieren una reflexión profunda sobre cómo las interacciones humanas y la sociedad, en su conjunto, están colaborando a la destrucción progresiva de la humanidad.
Nuestros prejuicios son igualitos a nuestros relojes: nunca están de acuerdo, pero cada uno cree en el suyo.
Como sociedad, debemos reconocer las diferencias y darle acogida, hasta que las diferencias ya no nos hagan diferentes, sin embargo, no podemos, repito, no podemos pretender que ciertos estilos de vida se impongan sobre otros, no podemos pretender que el mundo nos acepte porque así lo queremos, ello, es un ejemplo de intolerancia.
Se lo pongo coloquialmente “Cada uno puede hacer de su vida un tambor para que lo repique quién quiera y cómo quiera”, pero no exija respeto... ¡Gáneselo! ¿Cómo? Siendo tolerante con su entorno y entendiendo que todos tenemos voz u opinión y que, es usted, el que debe administrar con inteligencia emocional esas voces, desechar las opiniones destructivas o bien, tomarlas en cuenta.
Recuerde esto amigo lector: todos somos responsables de las palabras que decimos y no de lo que la otra persona interpreta, así que todo, absolutamente todo, depende de nuestros pensamientos y actitud.
Los sonidos del silencio explica la paradoja de cómo este resuena y es molesto porque sentimos su presencia. También le hace visualizar a una persona caminando y viendo como su mundo se mueve alrededor, mientras un millón de personas se enfocan en las cosas banales de la vida y no, en lo que en verdad importa. También habla de cómo las personas no se inmutan, o guardan silencio y permiten que la maldad siga pasando solo porque no nos perjudica.
Describe además como las personas conversan, pero sin llegar a tocar fondo en lo profundo de la gente. La canción habla de la sociedad, de la prepotencia de la gente, de cómo no sabemos escuchar y creemos que lo sabemos todo; o de cómo, por el contrario, solo nos preocupamos por nosotros mismos.
Recuerde: el silencio, como el cáncer, crece descontroladamente. Es una frase muy profunda. Significa que, mientras más las personas se guarden para sí mismas las cosas que deben ser cambiadas, más se propagaran los problemas y se volverán insalvables.