Vida y cultura

Los primeros edificios públicosde Panamá como República

Estado actual del patio interior, tras consecuentes intervenciones y restauraciones. Carlos Fitzgerald
Imagen del Palacio Nacional, recién construido. Nótese los trabajos de adecuación del entorno con jardines y barandales sobre la antigua muralla colonial y la playa, donde una de las fachadas del edificio remataba hacia esta sección este con una bóveda rebajada. Informe de la Secretaría de Fomento, 1909.
La condición actual del entorno del edificio es deplorable a pesar de los esfuerzos invertidos en el Casco Antiguo. La presencia del estacionamiento y su sótano sobre la playa y muralla alteró los valores paisajísticos del lugar. La solución es la traída nuevamente de soluciones de transporte público masivo que permitan el fácil y rápido acceso al lugar, la reparación de la sección de muralla y playa y un entorno urbano más amigable para peatones que son en su mayoría turistas, residentes y trabajadores del sector.
Estado actual del patio interior. Carlos Fitzgerald
Es notable el rápido deterioro del edificio reflejado en esta imagen de los años cuarenta. Se le añadieron metros cuadrados en la parte superior y se elimina la bóveda, perdiendo la gracia y proporciones del proyecto original. Durante los años setenta se construye sobre la playa y la muralla colonial un edificio de estacionamientos que desconfiguró la relación del edificio con el mar y la presencia del objeto histórico.
Actualizado
  • 26/05/2024 01:00
Creado
  • 25/05/2024 14:43

Con el anuncio del traspaso del antiguo Palacio de Gobierno al Ministerio de Cultura para su posterior uso como Museo de Historia, un repaso sobre la construcción de los primeros edificios públicos panameños

El Palacio de Gobierno y el Teatro Nacional fueron las obras públicas que figuraron en primera línea, cuya ejecución ordenó la Convención Nacional para la provincia de Panamá. Ambos edificios eran necesarios para una ciudad, que de capital de provincia colombiana acabó por convertirse en capital de una república: “era preciso que al par que prestaran al servicio a que se les destinaba sirvieran de ornato a la ciudad capital” (La Estrella de Panamá, 2 de septiembre de 1907).

Esta fue una intención clara, al inicio de la república, cuando, a pesar del peso del legado hispano-colonial español, francés, norteamericano y colombiano, los mandatarios rápidamente y con la ayuda de EE.UU se embarcaron en crear una investidura gubernamental que ofreciera identidad a la nueva república. Esto se intentó, de una manera bastante modesta a través de la arquitectura, arropando el eclecticismo (un estilo arquitectónico de moda que permite la combinación de elementos historicistas heterogéneos), con rasgos neo-renacentistas y su concomitante monumentalidad para la edificación de las nuevas oficinas públicas.

La carencia de suelo urbano

El inventario de suelo público urbano disponible a fines del s. XIX era casi inexistente pues estaba repartido entre propietarios privados y la iglesia Católica. En la parcela que estuvo ocupada por la antigua iglesia y convento de Las Monjas de la Concepción quedaban sólo sus muros. Le faltaba la cubierta, la división de madera del piso de los coros, los altares, las tarimas, las maderas gruesas, etc. Todos estos materiales habían sido vendidos y ahora también querían vender el solar y las paredes. Fue adjudicado a la Nación en 1869 cuando todas las propiedades urbanas de dominio eclesiástico pasaron a formar parte del Estado en base a unas leyes de 1861 y 1864: la administración de los bienes desamortizados. Un gran incendio también había destruido la parte noreste de la ciudad desde la plaza principal, donde estaba el Grand Hotel, conocida como la manzana comercial, cruzando la calle de las monjas (La Estrella de Panamá, 25 de junio de 1868). El terreno fue utilizado posteriormente como cuartel de policía y cárcel, conocido como cuartel de Las Monjas además de teatro.

El nuevo Palacio de Gobierno

“El palacio de gobierno va a ser construido definitivamente, en el antiguo local del cuartel de Las Monjas. En una zona o ala del cuerpo de fábrica de dicho palacio será destinada a teatro nacional y comprenderá, además de una sala decorada de anfiteatros, palcos y escenarios, entradas separadas y salas para el servicio del teatro mismo y para refresco y descanso del público. El gobierno de la República, por conducto del Secretario de Fomento, Manuel Quintero V. ha celebrado un contrato con el señor G. N. Ruggieri, arquitecto romano, referente al particular” (Star & Herald, 27 de marzo de 1905).

En el acuerdo, el contratista se compromete a levantar sobre el solar, ya escogido por el gobierno, un plano completo para la construcción del palacio de gobierno y entregarlo antes o al fin del periodo de dos meses. El edificio será destinado exclusivamente para instalar allí los despachos del presidente, los secretarios y todas las demás oficinas públicas que se indiquen por la Secretaría de Fomento. El estilo arquitectónico, el sistema de construcción y las distintas agrupaciones de oficinas públicas y salas de representación, se dejaron al criterio del ingeniero proyectista, para cualquiera que sea la distribución y decoración que el contratista adopte en su proyecto, ajustado a la suma máxima que la Secretaría de Fomento indique. El costo de los servicios fue de $1,250.00 por los planos y 2% administración de la obra que se le pague al contratista, proyectista y director de obra, donde recibe $6,000.00 por estos trabajos. El 1 de junio de 1905 se realiza la licitación para la construcción tanto del palacio nacional como del teatro, según planos elaborados por Ruggieri y se adjudica el 3 de septiembre del mismo año a un costo de $387,772.00.

El 12 de febrero de 1906 se realiza la colocación de la primera piedra del edificio. Estuvieron presentes por parte del gobierno: el presidente de la república, Manuel Amador Guerrero, Pablo Arosemena, vice-presidente; Melchor Lasso de la Vega, secretario de Instrucción Pública, Manuel Quintero, Secretario de Fomento; Manuel Espinoza Batista y Agustín Arias. Por parte de la empresa contratista: Ramón Arias Feraud Jr. y José Gabriel Duque quienes se adjudicaron el contrato. Florencio Harmodio Arosemena y Ruggieri eran el ingeniero y arquitecto jefe del proyecto respectivamente. Al momento de la colocación de la primera piedra también se dispusieron una serie de monedas panameñas de todas las denominaciones junto a la cimentación.

Ladislao Sosa, en nombre del departamento de Obras Públicas menciona: “la huella y la importancia trascendental de la ceremonia que acabamos de presenciar no pasarán desapercibidas. Representa una de esas iniciativas civilizadoras que después de cierto tiempo serán prueba y testimonio monumental de los esfuerzos que hemos hecho para mostrarnos dignos y juiciosos en la actual vida independiente de nuestra república. Sólo dos aparentes y urgentes son las necesidades que se siente en esta capital -que por su posición geográfica esta ante la mirada del universo entero- de dos edificios a saber, un palacio de gobierno y un teatro nacional. La importancia de su existencia sintetiza ornamentación pública, importancia política y comodidad social. Una brillante realidad que será orgullo de los istmeños y uno de los monumentos más perdurables entre nosotros, que en el futuro reflejará su importancia y belleza sobre las azules aguas del pacífico” (Star and Herald 12 de febrero de 1906).

Hacia fines de 1907 la obra estaba casi concluida: “menos de dos años han transcurrido desde que se colocó la primera piedra de esas construcciones y ya están concluidas en su parte exterior los cuatro cuerpos de que consta la obra. Hacia la avenida Central se levanta la soberbia fachada del Palacio de Gobierno, de aspecto verdaderamente monumental, coronada por el escudo nacional en bajo relieve, artísticamente adornado. Del lado opuesto, hacia la avenida B., se encuentra la fachada del Teatro Nacional, alegre y atrayente con la sencillez de sus líneas y sus medallones de mármol. Cada una de estas fachadas esta perfectamente caracterizada: en la primera se advierte la severidad propia de un capitolio y la segunda revela que dentro de sus muros se encuentra un templo del arte. Los otros cuerpos de fábrica, destinados al Congreso y a las Secretarías de Estado, tienen frentes más sencillos, pero de una corrección perfecta” (La Estrella de Panamá, 2 de septiembre de 1907) .