Vida y cultura

Julia Navarro lamenta que los políticos usen la inmigración como ‘un arma arrojadiza’

La ministra de Defensa, Margarita Robles; el expresidente Felipe González, la escritora Julia Navarro y la CEO de Penguin Random House, Núria Cabutí, durante la presentación de la nueva novela de Julia Navarro ‘El niño que perdió la Guerra’
El libro se lanzó el jueves pasado.
Actualizado
  • 16/09/2024 00:00
Creado
  • 15/09/2024 17:29

En su nueva novela ‘El niño que perdió la guerra, la autora española se refiere al desarraigo que sufrieron los llamados “niños de la guerra”, tema que hoy sigue vigente

La escritora española Julia Navarro, que dedica su última novela al desarraigo, lamenta en declaraciones a EFE que, frente a la respuesta que la sociedad está dando a la acogida de inmigrantes, la clase política es la que no lo hace y la que ha convertido esta cuestión “en un arma arrojadiza”.

El niño que perdió la guerra es el título de la última novela de Navarro, cuyos libros se han publicado en una treintena de países, y en la que aborda las ideologías totalitarias del siglo XX a través de la historia de Pablo, un niño español enviado a la URSS en los últimos días de la Guerra Civil española en contra de la voluntad de su madre.

Con esta novela habla del desarraigo que sufrieron los llamados “niños de la guerra”, y que hoy ve en las miles de personas que llegan a Europa “huyendo de guerras, de situaciones de violencia y de miseria”.

Navarro destaca el papel de las organizaciones no gubernamentales que están trabajando a pie de calle con los inmigrantes y las muchísimas iniciativas solidarias de la “gente de a pie” mientras que se pregunta “qué están haciendo” los políticos.

En su opinión, la Unión Europea tiene que hacer una revisión de sus políticas: “Hay que plantearse qué relaciones tenemos con esos países de origen, las inversiones que se están haciendo allí y saber si llegan a los ciudadanos, siempre desde el derecho absoluto de los derechos humanos. Y con otra premisa, que es que no hay seres humanos ilegales”.

Los personajes de su novela, ambientada en Moscú y en Madrid, viven en dos dictaduras, la soviética y la del franquismo: “las dictaduras da lo mismo de qué color se pinten, de rojo, de azul, al final es lo mismo, es la negación de la libertad”.

Dos regímenes que niegan “la libertad de expresión, la libertad de creación, casi la libertad de pensamiento”, señala la escritora que agrega: “A veces creemos que aprendemos de lo que es el pasado, pero no es verdad. La historia siempre se repite y lo estamos viendo ahora”.

Porque aunque se llamen “neopopulismos”, a Navarro le preocupa el auge de partidos extremistas de derechas e izquierdas surgidos tras la crisis económica de 2008. “Me preocupa muchísimo porque es muy fácil deslizarse por ese camino. Vemos también que incluso en el seno de Europa hay regímenes ya autocráticos que es la antesala del totalitarismo”, recalca.

En la novela homenajea también a escritoras y creadoras que se opusieron al totalitarismo como Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva y no siguieron los dictados de organismos como la Unión de Escritores soviética, en la que unos autores dictaminaban “cuál era la verdad oficial y lo que se podía o no se podía escribir”.

Por eso le pone “los pelos de punta” que se hable de regulaciones de la libertad de expresión que, dice, solo debe limitar la difamación y las mentiras, para que en esos casos se pueda acudir a los tribunales: “Que haya gente que, además de que sea de nuestra propia profesión, decida qué podemos escribir o qué podemos decir o qué podemos contar, me parece realmente una de las señas de identidad del totalitarismo”.