Vida y cultura

Humanos y simios se enfrentan nuevamente en ‘El planeta de los simios: Nuevo reino’

El trabajo de efectos visuales y arte crea un mundo espectacular y simios capaces de mostrar rangos amplios de emociones con solo gestos. 20th Century Studios
Wes Ball se aventura con su primera entrega en la franquicia de ciencia ficción. 20th Century Studios
En diversas entrevistas, Allan indicó que sus escenas fueron individuales, sin los actores ‘simios’, por lo que la improvisación fue vital. 20th Century Studios
La cinta ha recibido críticas positivas internacionalmente y llega de estreno hoy a Panamá. 20th Century Studios
Actualizado
  • 09/05/2024 00:00
Creado
  • 08/05/2024 15:43

Tras muchas generaciones después del primer anciano simio, César, los simios se encuentran en paz sin miras de los humanos, pero una nueva amenaza los acecha y una humana podría ser su salvación

Tras la trilogía dirigida por Matt Reeves de 2011 a 2017, no habíamos regresado a El planeta de los simios, pero ahora el cineasta Wes Ball (Maze Runner: Correr o morir) trae consigo el comienzo de un nuevo legado tras la muerte del simio que lo empezó todo, César (Andy Serkis), quien deja su leyenda como base para una nueva cultura simia.

El planeta de los simios: Nuevo reino no pierde tiempo en mostrarnos la evolución de la Tierra tras los sucesos de la trilogía de Reeves: la ‘influenza simia’ ha arrasado con la humanidad, causando su casi extinción del planeta, los simios han creado para sí sus propios clanes y territorios sin toparse con los humanos que aún sobrevivieron. Casi 300 años después de la muerte de César, un nuevo linaje de simios se enfrenta a una nueva amenaza, pero no son los humanos quienes los persiguen ahora, sino su propia raza.

Ball hace homenaje al legado de César, quien como simio anciano es la imagen de la cultura y filosofía que acarrea el conflicto de la cinta, la cual surge dada la tergiversación de sus enseñanzas creando un ambiente en el que el poder y el conocimiento dan pie a la tiranía y la violencia a través del villano que se hace llamar Próximus César (Kevin Durand).

En la esquina del héroe somos presentados al protagonista, Noa (Owen Teague), el joven simio que es lo suficientemente listo e ingenioso para sobrevivir a un ataque a ciegas a su aldea, lo que da pie a su viaje para recuperar a su pueblo, su familia y vengar a su clan. Noa se despega de lo que podría ser un molde de César, pero bajo otro nombre, dejando en claro su propia personalidad, inseguridades, temor y valentía en tiempos de presión.

Su mente estratega es lo que lo hace brillar en la mayor parte de las más de dos horas de duración de la película, muchas veces sin necesidad de hablar, sino por medio de su comunicación por señas y actuación facial (un gran trabajo por parte de los artistas de efectos visuales de Weta FX), dejando ver sus emociones y pensamientos con transparencia minuto a minuto.

Ball hace de su primera entrega una excelente introducción a lo que podría convertirse en una nueva saga, contando la historia de Noa y el clan Águila, así como plantando las bases de lo que significa llevar el liderazgo bajo presión y la importancia de valores firmes y amigos inseparables para vencer al mal.

Soona (Lydia Peckham) y Anaya (Travis Jeffery) son ejemplos de que un dream team puede ser lo más valioso para un Noa que se enfrenta a la pérdida y la desesperanza. Peckham y Jeffery interpretan sus personajes con comedia y autenticidad en cada diálogo, pese a ser breves y algo desaprovechados en la segunda mitad de la cinta.

Jeffery, en el papel de Anaya, es el personaje cómico que se necesita en el guion de Josh Friedman, Rick Jaffa y Amanda Silver son un pilar fresco y vulnerable para Noa; mientras que Peckham, como Soona, logra transmitir el empuje de valor y confianza que sus amigos necesitan en más de un par de ocasiones, su efectividad en la toma de decisiones y apoyo incondicional hacen que destaque dentro de sus pocas interacciones con el resto del elenco.

El trío de guionistas logra continuar el flujo de la trama con el estilo característico de la trilogía de Reeves, capturando nuestra atención en los momentos importantes; sin embargo, algunas escenas pierden sentido mientras el suspenso se extiende más de lo necesario para dejar en claro puntos que no aportan valor al viaje de los personajes.

Y mientras Noa sigue las pistas de Próximus para encontrar a su clan y familia, el orangután Raka (Peter Macon) se presenta como su propio guía en los caminos de César, mostrando a Noa la conexión entre simios y humanos en la que creía el anciano simio. Macon logra entrelazar la comedia con la sensibilidad y sabiduría en sus diálogos con Noa, creando un vínculo genuino entre ambos visible frente a la cámara.

Pese a la resistencia de Noa por aprender sobre César –en un mundo en el que diversos clanes desconocen de su existencia y otros han tomado sus enseñanzas como justificación para la violencia hacia otros simios y humanos–, Raka acompaña al joven simio y presencia el encuentro con Mae (Freya Allan), una humana que ha escapado de los soldados de Próximus y va en busca de un campamento humano en el cual refugiarse.

El vínculo entre Mae y Noa es inestable, ambos con miedo de sus razas opuestas, parcializados por siglos de separación y poco conocimiento del trabajo de César y lo sucedido con los humanos al principio. El temor y la desconfianza toman el asiento trasero mientras el mutuo interés por lograr sus misiones se refuerza en un trabajo en equipo que nunca se siente como un “equipo” realmente.

Entre mentiras y descubrimientos de cómo los humanos veían a los simios, Noa es arrojado a tomar decisiones de último minuto que crean el clímax de la cinta, cuando la batalla final con Proximus se torna en un torbellino de golpes y supervivencia, mezclado con las antiguas costumbres del clan Águila, lo que añade una capa de espiritualidad y apreciación a la naturaleza y su poder innato.

En Nuevo reino Ball es detallista con las locaciones y el trabajo visual de cada escena, lo que da frutos dando a luz una película visualmente espectacular –que nada tiene que envidiar a cintas como Avatar: El camino del agua–, digna de ser la continuación de una de las franquicias de ciencia ficción y acción más reconocidas de Hollywood.

No solo los efectos especiales y visuales actúan como elementos vitales para contar la historia de Noa, Próximus, Mae y el resto de los personajes, sino que la música creada por el compositor John Paesano –conocido por trabajar junto a Ball en la trilogía de Maze Runner y en series como Daredevil– se impregna en la evolución de los personajes y crea burbujas específicas en cada escena, logrando hacernos sentir lo que los simios sienten y cuándo es momento de actuar en batalla. Su música interpreta la comunicación entre simios y los pasos que vendrán en el plan de Proximus para asentar su reino.

Nuevo reino hace honor a su título: es el comienzo de un reinado de simios, en el que nada está escrito en piedra y las leyes se desdibujan ante nuestros ojos. Aún así, la esencia se mantiene intacta: son simios inteligentes, pero la empatía y la compasión sigue siendo su elemento diferenciador, siendo parte de su mapa para crear vínculos reales.

Ball no pierde de vista lo que es realmente importante en contar la historia del planeta de los simios y es la esperanza de que el futuro puede mejorar, lo que realmente significa ser humano en la vida real (donde no nos enfrentamos a simios parlantes y avanzados) y lo vital del respeto a todas las formas de vida a nuestro alrededor.