Hazlo a propósito: creando experiencias de aprendizaje
- 21/09/2024 23:00
- 21/09/2024 15:24
Al crear un encuentro, se debe tomar en cuenta que la formación o taller debe mover al participante a vencer barreras, temores y hábitos que distancian del objetivo Ser coach es creer que en los seres humanos existe la posibilidad de hacer de la vida algo mejor con cada aprendizaje para desplegar nuestro potencial.
Este articulo tiene el propósito de compartir una estrategia para diseñar talleres y/o formaciones basadas en herramientas de coaching y en el constructivismo, de manera que sean percibidas por los participantes como formas de comprender la vida y vivirla desde nuevas maneras de ser y entenderse a sí mismos.
El aprendizaje es una de las capacidades más impresionantes que tenemos los seres humanos. Poseemos la habilidad para hacer casi todo lo que se nos ocurra: incorporar ideas, conceptos, teorías y usarlas por medio de destrezas y competencias.
Una formación o taller debe ser un acto que nos mueva a vencer barreras, temores, hábitos que nos separan de nosotros mismos y que nos distancian unos de los otros.
En cualquier formato de aprendizaje se encuentran las destrezas y competencias de cada persona que participa del proceso y su capacidad para hacer algo con lo comprendido. El encuentro puede ser una experiencia vivencial, que provoca el despliegue del potencial de cada uno.
El proceso de crear estas experiencias de aprendizaje tiene varios comienzos: “nada empieza de cero”, todo tiene precedentes, tanto en las personas que lo diseñan y facilitan como en quienes lo vivan como participantes. Por esto debemos “Hacerlo a Propósito”.
Primero, tomar en cuenta 3 comienzos a considerar cuando se diseña una propuesta de encuentro:
- El Paradigma: Un encuentro de aprendizaje es provocar una experiencia que permita a los participantes hacerse buenos en aquello que se transmite, para crecer y desarrollar sus capacidades. El principal reto es lograr que las personas que toman la experiencia sepan y sientan que pueden practicar nuevas capacidades, que les resulte sencillo de comprender y ejecutar.
- Quién provoca la experiencia: Solo es posible compartir aquello en lo que se cree profundamente. No hablamos aquí de aprendizajes instrumentales o de procedimientos, importantes en otros campos de la vida, sino de las ideas, habilidades y actitudes que tienen que ver con lo que somos. Por esto partimos de las experiencias y convicciones de quién hace posible la experiencia. Es la diferencia entre ser mensajero y ser testigo de algo.
- Quién recibe la experiencia: Vemos a los participantes como personas autónomas, capaces de construir conocimiento y de usar lo que ya traen consigo. Los coaches sabemos que no tenemos más conocimiento que el que cada persona tiene de sí mismo. Nuestra tarea es hacer posible que ese conocimiento se convierta en capacidad, que las ideas y ejercicios que aportamos favorezcan ese proceso.
- Propósito: ¿Qué quieres que pase en estas personas cuando vivan este encuentro de aprendizaje? Es una pregunta muy distinta a la tradicional sobre el tema que vas a compartir o el modo de evaluar el conocimiento adquirido. Tiene que ver con aquello de lo que van a ser capaces cuando vivan la experiencia, se trata de desarrollar una competencia o varias que permitan vivir esa propuesta.
El gran desafío es que los encuentros de aprendizaje sean espacios en los que se incrementa la habilidad y destreza de las personas para vivir, para convivir, para llevar a cabo un rol en su entorno, es decir que el foco esté puesto en el que recibe la experiencia no en el facilitador.
Por último, propongo 2 preguntas que nutren aún más tu definición de propósito en el diseño de experiencias:
Pregunta por el Sentido: ¿Qué tiene que ver esto que voy a compartir con estas personas? Esta pregunta la puedes responder mejor en la medida que conozcas más las personas que van a participar en el encuentro.
Pregunta por el Impacto: ¿Para qué les va a servir en la práctica? Atrévete a ir hasta el fondo de las posibles respuestas con comportamientos tangibles, pues algo demasiado abstracto puede hacer que no logres causar un impacto real.
La verdadera magia reside en la capacidad para conectar con los participantes, adaptarte a sus necesidades y crear un ambiente de aprendizaje dinámico y colaborativo. Recuerda disfrutar del proceso de facilitar, aprender y sobre todo de compartir.
La autora es Coach Ontológico, Coach de Relaciones y Coach Sistémico Organizacional, miembro de ICF Panamá.
El Capítulo de Panamá de la International Coaching Federation –ICF es una asociación sin fines de lucro, comprometida con el fomento y la difusión de la práctica profesional y ética del coaching. Está afiliada a la International Coaching Federation-ICF, la organización global más grande y reconocida de Coaching.
Ser coach es creer que en los seres humanos existe la posibilidad de hacer de la vida algo mejor con cada aprendizaje para desplegar nuestro potencial.
Este articulo tiene el propósito de compartir una estrategia para diseñar talleres y/o formaciones basadas en herramientas de coaching y en el constructivismo, de manera que sean percibidas por los participantes como formas de comprender la vida y vivirla desde nuevas maneras de ser y entenderse a sí mismos.
El aprendizaje es una de las capacidades más impresionantes que tenemos los seres humanos. Poseemos la habilidad para hacer casi todo lo que se nos ocurra: incorporar ideas, conceptos, teorías y usarlas por medio de destrezas y competencias.
Una formación o taller debe ser un acto que nos mueva a vencer barreras, temores, hábitos que nos separan de nosotros mismos y que nos distancian unos de los otros.
En cualquier formato de aprendizaje se encuentran las destrezas y competencias de cada persona que participa del proceso y su capacidad para hacer algo con lo comprendido. El encuentro puede ser una experiencia vivencial, que provoca el despliegue del potencial de cada uno.
El proceso de crear estas experiencias de aprendizaje tiene varios comienzos: “nada empieza de cero”, todo tiene precedentes, tanto en las personas que lo diseñan y facilitan como en quienes lo vivan como participantes. Por esto debemos “Hacerlo a Propósito”.
Primero, tomar en cuenta 3 comienzos a considerar cuando se diseña una propuesta de encuentro:
- El Paradigma: Un encuentro de aprendizaje es provocar una experiencia que permita a los participantes hacerse buenos en aquello que se transmite, para crecer y desarrollar sus capacidades. El principal reto es lograr que las personas que toman la experiencia sepan y sientan que pueden practicar nuevas capacidades, que les resulte sencillo de comprender y ejecutar.
- Quién provoca la experiencia: Solo es posible compartir aquello en lo que se cree profundamente. No hablamos aquí de aprendizajes instrumentales o de procedimientos, importantes en otros campos de la vida, sino de las ideas, habilidades y actitudes que tienen que ver con lo que somos. Por esto partimos de las experiencias y convicciones de quién hace posible la experiencia. Es la diferencia entre ser mensajero y ser testigo de algo.
- Quién recibe la experiencia: Vemos a los participantes como personas autónomas, capaces de construir conocimiento y de usar lo que ya traen consigo. Los coaches sabemos que no tenemos más conocimiento que el que cada persona tiene de sí mismo. Nuestra tarea es hacer posible que ese conocimiento se convierta en capacidad, que las ideas y ejercicios que aportamos favorezcan ese proceso.
- Propósito: ¿Qué quieres que pase en estas personas cuando vivan este encuentro de aprendizaje? Es una pregunta muy distinta a la tradicional sobre el tema que vas a compartir o el modo de evaluar el conocimiento adquirido. Tiene que ver con aquello de lo que van a ser capaces cuando vivan la experiencia, se trata de desarrollar una competencia o varias que permitan vivir esa propuesta.
El gran desafío es que los encuentros de aprendizaje sean espacios en los que se incrementa la habilidad y destreza de las personas para vivir, para convivir, para llevar a cabo un rol en su entorno, es decir que el foco esté puesto en el que recibe la experiencia no en el facilitador.
Por último, propongo 2 preguntas que nutren aún más tu definición de propósito en el diseño de experiencias:
Pregunta por el Sentido: ¿Qué tiene que ver esto que voy a compartir con estas personas? Esta pregunta la puedes responder mejor en la medida que conozcas más las personas que van a participar en el encuentro.
Pregunta por el Impacto: ¿Para qué les va a servir en la práctica? Atrévete a ir hasta el fondo de las posibles respuestas con comportamientos tangibles, pues algo demasiado abstracto puede hacer que no logres causar un impacto real.
La verdadera magia reside en la capacidad para conectar con los participantes, adaptarte a sus necesidades y crear un ambiente de aprendizaje dinámico y colaborativo. Recuerda disfrutar del proceso de facilitar, aprender y sobre todo de compartir.
La autora es Coach Ontológico, Coach de Relaciones y Coach Sistémico Organizacional, miembro de ICF Panamá.