Exploración espacial: El universo a solo un paso, en el Biomuseo
- 16/01/2025 00:00
- 15/01/2025 21:54
Orientado a despertar la curiosidad, este espacio dedicado a la exploración del universo muestra las herramientas que permiten extender la visión más allá de lo que los ojos permiten ver La exploración espacial no solo nos acerca a los confines del universo, sino que también transforma la vida cotidiana en la Tierra. Desde el cambio climático hasta los avances médicos, la ciencia espacial impulsa la innovación, empleos y bienestar global.
Es por ello que el Museo de la Biodiversidad presenta la exhibición “Ojos en el Espacio”, diseñada para destacar el papel fundamental de la exploración espacial en nuestra comprensión del universo, la Tierra y nuestra propia existencia.
Desde el telescopio espacial James Webb, que permite a los investigadores tener imágenes claras del universo profundo, hasta los rovers de Marte, que son vehículos robóticos enviados por la NASA y la Administración Espacial Nacional China (CNSA) para explorar el planeta e incluso los satélites de observación terrestre como el OCO-2 que se está utilizando para estudiar las concentraciones y distribuciones de dióxido de carbono en la atmósfera.
A la entrada de esta exhibición se observa una réplica a pequeña escala de uno de los telescopios espaciales más importantes para la exploración espacial, el James Webb, puesto que permite observar el universo con una gran precisión y a distancias nunca antes alcanzadas. Esto ayuda a entender mejor cómo se formó el universo y a descubrir nuevos planetas.
Alrededor de este se encuentran, a gran escala, las fotografías que ha capturado tanto el James Webb como muchos otros a lo largo de la historia de la exploración espacial, como imágenes de la nebulosa Casiopea A, que se encuentra a unos 11.000 años luz de la Tierra. Según se muestra en la exhibición, “esta nebulosa se formó cuando una estrella supermasiva explotó y lanzó sus restos en todas direcciones”.
Se pueden observar fotografías de la colisión y fusión de dos galaxias, como es el caso de Andrómeda, que lleva en este proceso unos 4.500 millones de años y se encuentra a una distancia de la tierra de 2.5 millones de años luz. Se observan también imágenes de cósmicos con forma elíptica y espiral, siendo este último el caso de la vía láctea; también de un cúmulo de galaxias como la SAMACS 0723, “se mantienen cercanas una de otras por su fuerza de gravedad combinadas y que se encuentra a 4.000 millones de años luz de distancia”, detalla la exhibición.
Además, se muestran réplicas también de equipos tecnológicos que exploran la superficie de Marte como el Rover Perseverance.
Panamá en el espacio En este despliegue de historia y logros, también se presenta cómo Panamá ha estado presente en momentos importantes de la industria de la exploración espacial. Aunque parezca inusual, ha sido más común de lo que se cree. Además, este vínculo se ha fortalecido a través de relaciones amistosas y colaborativas. Estas conexiones no solo han permitido a Panamá participar en proyectos clave, sino que también han demostrado cómo la amistad puede llevar a logros extraordinarios en áreas tan desafiantes como la exploración del espacio.
Un caso fue en la construcción del Telescopio Espacial James Webb y de cohetes espaciales para las misiones de Apolo, donde el Canal de Panamá se convirtió en una ruta crucial para transportar las piezas de estas inmensas estructuras.
Así como en 1963, cuando el panameño cacique emberá Manuel Antonio Zarco, nacido en Río Chico de Darién, fue instructor de supervivencia en la selva para los astronautas de las misiones de Apolo, en el caso de que cayeran ahí a su regreso de la Luna.
Otra historia que se muestra es la de una pequeña bandera de Panamá que fue llevada a la misión de Apolo 11 y a su regreso fue obsequiada en 1970 al pueblo panameño junto con cuatro pequeños fragmentos de roca lunar que fueron recolectados por los astronautas.
En el mismo año, el 19 de febrero, los astronautas que participaron de la misión Apolo 12 visitaron la ciudad de Panamá y como testimonio de su visita dejaron sus huellas y firmas en una losa de cemento que forma parte de esta exhibición. También durante su visita participaron en una conferencia en el Estadio Olímpico Revolución, hoy Estadio Rommel Fernández Gutiérrez, donde el Estado panameño les otorgó un reconocimiento especial a cada uno. En el Biomuseo se exhibe el trofeo dado al capitán Charles Pete Conra, comandante del módulo.
Aplicaciones clave de la ciencia espacial Cambio climático: los satélites espaciales permiten medir variables ambientales como la temperatura, la humedad y los niveles de dióxido de carbono. Esto no solo ayuda a comprender la evolución del clima, sino también a diseñar estrategias para mitigar sus efectos.
Meteorología precisa: gracias a las tecnologías espaciales, las predicciones meteorológicas han ganado en precisión, lo que es vital para actividades agrícolas, de transporte y para la prevención de desastres naturales.
Salud de los océanos: los océanos son reguladores climáticos fundamentales, y la tecnología espacial permite monitorear la temperatura, la acidificación y las corrientes marinas, ofreciendo datos cruciales para su conservación.
Impacto en la vida cotidiana: la ciencia espacial tiene aplicaciones prácticas que van desde la navegación GPS hasta la transmisión de eventos deportivos, como los partidos de fútbol de los Mundiales.
Generación de empleo: la industria espacial es un motor económico que crea empleos directos en la fabricación de satélites y cohetes, así como empleos indirectos en áreas como la electrónica avanzada.
Avances en medicina y materiales: en microgravedad, es posible estudiar proteínas y desarrollar nuevos fármacos, además de crear materiales ligeros y resistentes como las espumas metálicas, que tienen aplicaciones en la industria y la tecnología.
Innovación y colaboración global: la ciencia espacial fomenta la innovación al empujar los límites de lo posible y promover la colaboración internacional. Enfrentar desafíos globales, como la sostenibilidad y la exploración de nuevos recursos es posible gracias a los avances y la unión de esfuerzos en esta disciplina.
La exploración espacial no solo nos acerca a los confines del universo, sino que también transforma la vida cotidiana en la Tierra. Desde el cambio climático hasta los avances médicos, la ciencia espacial impulsa la innovación, empleos y bienestar global.
Es por ello que el Museo de la Biodiversidad presenta la exhibición “Ojos en el Espacio”, diseñada para destacar el papel fundamental de la exploración espacial en nuestra comprensión del universo, la Tierra y nuestra propia existencia.
Desde el telescopio espacial James Webb, que permite a los investigadores tener imágenes claras del universo profundo, hasta los rovers de Marte, que son vehículos robóticos enviados por la NASA y la Administración Espacial Nacional China (CNSA) para explorar el planeta e incluso los satélites de observación terrestre como el OCO-2 que se está utilizando para estudiar las concentraciones y distribuciones de dióxido de carbono en la atmósfera.
A la entrada de esta exhibición se observa una réplica a pequeña escala de uno de los telescopios espaciales más importantes para la exploración espacial, el James Webb, puesto que permite observar el universo con una gran precisión y a distancias nunca antes alcanzadas. Esto ayuda a entender mejor cómo se formó el universo y a descubrir nuevos planetas.
Alrededor de este se encuentran, a gran escala, las fotografías que ha capturado tanto el James Webb como muchos otros a lo largo de la historia de la exploración espacial, como imágenes de la nebulosa Casiopea A, que se encuentra a unos 11.000 años luz de la Tierra. Según se muestra en la exhibición, “esta nebulosa se formó cuando una estrella supermasiva explotó y lanzó sus restos en todas direcciones”.
Se pueden observar fotografías de la colisión y fusión de dos galaxias, como es el caso de Andrómeda, que lleva en este proceso unos 4.500 millones de años y se encuentra a una distancia de la tierra de 2.5 millones de años luz. Se observan también imágenes de cósmicos con forma elíptica y espiral, siendo este último el caso de la vía láctea; también de un cúmulo de galaxias como la SAMACS 0723, “se mantienen cercanas una de otras por su fuerza de gravedad combinadas y que se encuentra a 4.000 millones de años luz de distancia”, detalla la exhibición.
Además, se muestran réplicas también de equipos tecnológicos que exploran la superficie de Marte como el Rover Perseverance.
En este despliegue de historia y logros, también se presenta cómo Panamá ha estado presente en momentos importantes de la industria de la exploración espacial. Aunque parezca inusual, ha sido más común de lo que se cree. Además, este vínculo se ha fortalecido a través de relaciones amistosas y colaborativas. Estas conexiones no solo han permitido a Panamá participar en proyectos clave, sino que también han demostrado cómo la amistad puede llevar a logros extraordinarios en áreas tan desafiantes como la exploración del espacio.
Un caso fue en la construcción del Telescopio Espacial James Webb y de cohetes espaciales para las misiones de Apolo, donde el Canal de Panamá se convirtió en una ruta crucial para transportar las piezas de estas inmensas estructuras.
Así como en 1963, cuando el panameño cacique emberá Manuel Antonio Zarco, nacido en Río Chico de Darién, fue instructor de supervivencia en la selva para los astronautas de las misiones de Apolo, en el caso de que cayeran ahí a su regreso de la Luna.
Otra historia que se muestra es la de una pequeña bandera de Panamá que fue llevada a la misión de Apolo 11 y a su regreso fue obsequiada en 1970 al pueblo panameño junto con cuatro pequeños fragmentos de roca lunar que fueron recolectados por los astronautas.
En el mismo año, el 19 de febrero, los astronautas que participaron de la misión Apolo 12 visitaron la ciudad de Panamá y como testimonio de su visita dejaron sus huellas y firmas en una losa de cemento que forma parte de esta exhibición. También durante su visita participaron en una conferencia en el Estadio Olímpico Revolución, hoy Estadio Rommel Fernández Gutiérrez, donde el Estado panameño les otorgó un reconocimiento especial a cada uno. En el Biomuseo se exhibe el trofeo dado al capitán Charles Pete Conra, comandante del módulo.
Cambio climático: los satélites espaciales permiten medir variables ambientales como la temperatura, la humedad y los niveles de dióxido de carbono. Esto no solo ayuda a comprender la evolución del clima, sino también a diseñar estrategias para mitigar sus efectos.
Meteorología precisa: gracias a las tecnologías espaciales, las predicciones meteorológicas han ganado en precisión, lo que es vital para actividades agrícolas, de transporte y para la prevención de desastres naturales.
Salud de los océanos: los océanos son reguladores climáticos fundamentales, y la tecnología espacial permite monitorear la temperatura, la acidificación y las corrientes marinas, ofreciendo datos cruciales para su conservación.
Impacto en la vida cotidiana: la ciencia espacial tiene aplicaciones prácticas que van desde la navegación GPS hasta la transmisión de eventos deportivos, como los partidos de fútbol de los Mundiales.
Generación de empleo: la industria espacial es un motor económico que crea empleos directos en la fabricación de satélites y cohetes, así como empleos indirectos en áreas como la electrónica avanzada.
Avances en medicina y materiales: en microgravedad, es posible estudiar proteínas y desarrollar nuevos fármacos, además de crear materiales ligeros y resistentes como las espumas metálicas, que tienen aplicaciones en la industria y la tecnología.
Innovación y colaboración global: la ciencia espacial fomenta la innovación al empujar los límites de lo posible y promover la colaboración internacional. Enfrentar desafíos globales, como la sostenibilidad y la exploración de nuevos recursos es posible gracias a los avances y la unión de esfuerzos en esta disciplina.