Ensayos diaspóricos del Caribe panameño y los orígenes del ‘jazz’
- 19/01/2025 00:00
- 18/01/2025 15:36
No solo hay que buscar el nacimiento de este género en Estados Unidos, especialmente en Nueva Orleans, sino que hay que incluir en la ecuación otras plazas del Caribe y, en este caso, a Panamá Esta semana se ha celebrado el Panamá Jazz Festival, un evento cultural que lleva más de 20 años, organizado por la Fundación Danilo Pérez. Es un evento que ha logrado posicionar el jazz como género musical en Panamá, un género que fue tratado por décadas enteras como un producto marginal e invisible en Panamá, pero ahora tenemos un nuevo texto, del abogado y escritor Ariel Pérez Price, Ensayos diaspóricos del Caribe panameño y los orígenes del jazz (2024).
Este autor, nacido en la ciudad de Panamá, de ascendencia caribeña y, especialmente, de Bocas del Toro, ya tiene en su trayectoria dos publicaciones, Memorias de Bocas Town: La vida y tiempo de José Antonio Price (2020), quien fue abuelo del autor, primer médico afrodescendiente en Panamá, y Pionero: La historia de Luis Russell (2022).
El último texto de Pérez Price se inserta en un corpus literario que, a partir de este milenio, ha venido creciendo, como muy bien cita el autor, con la publicación de Francisco Buckley, La música salsa en Panamá y algo más (2004), sin olvidar los documentales Tambo Jazz (1993) y De Caranero a New Orleans (2002), de Gerardo Maloney, pionero de los estudios sobre el jazz en el país, seguido de Noel Foster Steward, Las expresiones musicales de panamá (1997).
Y no ha sido casual, en este contexto, de apertura y crítica sobre el paradigma romántico de nación, la publicación, como también menciona el autor, de una serie de publicaciones críticas que se ocupan de la música, como las de Sean Bellaviti, Música Típica: Cumbia and the Rise of Musical Nationalism in Panama (2020) y, en especial del jazz, como la de Patricia Zárate de Pérez, Reimagining Panama's Musical and Cultural Narratives of Jazz (2023), La tesis central de Ariel Pérez Price es que tanto Colón como Bocas del Toro fueron importantes en el origen y el desarrollo del jazz.
No solo hay que buscar el nacimiento de este género en Estados Unidos, especialmente en Nueva Orleans, sino que hay que incluir en la ecuación otras plazas del Caribe y, en este caso, a Panamá, como parte de esa diáspora caribeña transnacional, una diáspora que conecta a Panamá con el Caribe, Nueva Orleans, Harlem e, incluso, París.
Haber llegado a este punto no fue una intuición de Pérez Price, pero sí hay que afirmar que, como para muchos latinoamericanos y caribeños, el proceso de descubrimiento, de vuelta al país, se hace estando o viviendo en el extranjero. Y, en el caso de Pérez Price, lo hace al toparse con el nombre de Luis Russell en los Países Bajos en los años noventa y, particularmente, con la ayuda de una serie de textos, como el de Laura Putnam, Radical Moves, Caribbean.
Los inmigrantes y la política racial en la era del jazz. (2013), es “quien de forma concreta se refiere a Panamá, llevando su análisis al punto de proponer que el Istmo, en el contexto del amplio Caribe, no fue solo receptor, sino un ente generador de jazz incipiente fuera de Estados Unidos. Esta vuelta de la mirada a Panamá, desde esta perspectiva, lo hace Pérez Price no en busca de alguna raíz o de “raíces nacionalistas”, sino con la plena conciencia de que en este proceso hay una serie de conceptos, como el de “omisión” selectiva” de Sean Bellaviti, el “colonialismo interno” de Luis Pulido Ritter y “la ideología de control” esbozada por Peter Szok”, que le permitirán montar su trabajo de investigación sin recrear la narrativa excluyente de la nación romántica.
En este sentido, es interesante observar que el autor llama diaspóricos a sus ensayos, es decir, la conciencia (y el espíritu) de que él mismo pertenece a esta diáspora cruzando cada uno de los tres ensayos con el que está dividido este libro que se ha elaborado, como atinadamente afirma Peter Szok, autor de La última gaviota: Liberalismo y nostalgia en principios del siglo XX en Panamá (2001), como un texto “disruptivo al cuestionar la marginalización histórica de la negritud en Panamá, sobre todo en el caso de sus variantes afrocaribeñas, tanto en Colón como en Bocas del Toro”
El libro, en efecto, está compuesto por tres ensayos, textos muy bien elaborados, donde la presencia de fuentes primarias es relevante. El primero, La ciudad de Colón en la ruta de eclosión del jazz, se ocupa de investigar cómo, en Colón, se arma una escena musical propia y original, de cabarés y de “músicos itinerantes”, entre esta ciudad y Nueva Orleans, que contribuyeron al establecimiento del jazz, denominación que aparece, por primera vez, en uno de los diarios de la ciudad en 1918.
El autor aquí lamenta que no exista alguna grabación que permita escuchar el sonido de Colón, ciudad donde llegó Luis Russell (1902-1963) a la edad de 17 años, en 1918, en su periplo que lo llevaría a Nueva Orleans, donde llegó en 1921, y luego a Chicago y Nueva York, “donde logró armar aquella, trascendental, orquesta que algunos definen como iniciadora del swing, misma que fue absorbida, parcialmente, por Louis Armstrong en 1935”.
El segundo, La trompeta, el hilo y el campeón, incursiona en París a través de una figura colonense, Panamá Al Brown (1902-1951), “el primer panameño global”, campeón mundial de boxeo, que encuentra en esta ciudad, en 1934, a Louis Armstrong, y que tenían como amigo común a Luis Russel. Es un capítulo donde se recrea la diáspora afroamericana en París, incluida, la bailarina Joséphine Baker (1906-1975), y la relación de esta diáspora con el arte de vanguardia europeo, el surrealismo, y el Harlem Renaissance en New Yok, es decir, en París se encuentran “figuras emergentes de una negritud creativa, modernista y globalizada”.
El tercero, La Iglesia metodista, Luis Russell y los orígenes del jazz en el Caribe, es un ensayo que hace un recorrido por el mundo multicultural de Bocas de Toro y dibuja muy bien la historia de los criollos bocatoreños, nacidos en las islas, sus trayectos diaspóricos y el papel decisivo en la formación musical de Luis Russell, donde el autor afirma que “forjó su sapiencia musical en la Iglesia metodista negra, instruido por su padre en la tradición coral británica y sus himnos. eclesiásticos”. Obtuvo una educación formal y, además, según el autor, por su negritud, no fue extraño al ritmo africano.
Este libro de tres ensayos nos lleva de la mano por una rica historia del jazz, cuya trayectoria, múltiple, desborda las fronteras nacionales y conecta al mundo afroamericano y caribeño en toda su complejidad. Muchos detalles históricos nos ofrece Pérez Price, resultado de su incansable trabajo entre archivos y he compartido su frustración al no poder confirmar algunos puntos históricos entre los archivos y hay que decir que, por su constancia y sus estudios, hemos obtenido esta publicación que enriquece la comprensión de Panamá, como un país complejamente globalizado y transitista, donde el jazz también forma parte de su identidad como nación en el siglo XXI.
Esta semana se ha celebrado el Panamá Jazz Festival, un evento cultural que lleva más de 20 años, organizado por la Fundación Danilo Pérez. Es un evento que ha logrado posicionar el jazz como género musical en Panamá, un género que fue tratado por décadas enteras como un producto marginal e invisible en Panamá, pero ahora tenemos un nuevo texto, del abogado y escritor Ariel Pérez Price, Ensayos diaspóricos del Caribe panameño y los orígenes del jazz (2024).
Este autor, nacido en la ciudad de Panamá, de ascendencia caribeña y, especialmente, de Bocas del Toro, ya tiene en su trayectoria dos publicaciones, Memorias de Bocas Town: La vida y tiempo de José Antonio Price (2020), quien fue abuelo del autor, primer médico afrodescendiente en Panamá, y Pionero: La historia de Luis Russell (2022).
El último texto de Pérez Price se inserta en un corpus literario que, a partir de este milenio, ha venido creciendo, como muy bien cita el autor, con la publicación de Francisco Buckley, La música salsa en Panamá y algo más (2004), sin olvidar los documentales Tambo Jazz (1993) y De Caranero a New Orleans (2002), de Gerardo Maloney, pionero de los estudios sobre el jazz en el país, seguido de Noel Foster Steward, Las expresiones musicales de panamá (1997).
Y no ha sido casual, en este contexto, de apertura y crítica sobre el paradigma romántico de nación, la publicación, como también menciona el autor, de una serie de publicaciones críticas que se ocupan de la música, como las de Sean Bellaviti, Música Típica: Cumbia and the Rise of Musical Nationalism in Panama (2020) y, en especial del jazz, como la de Patricia Zárate de Pérez, Reimagining Panama's Musical and Cultural Narratives of Jazz (2023), La tesis central de Ariel Pérez Price es que tanto Colón como Bocas del Toro fueron importantes en el origen y el desarrollo del jazz.
No solo hay que buscar el nacimiento de este género en Estados Unidos, especialmente en Nueva Orleans, sino que hay que incluir en la ecuación otras plazas del Caribe y, en este caso, a Panamá, como parte de esa diáspora caribeña transnacional, una diáspora que conecta a Panamá con el Caribe, Nueva Orleans, Harlem e, incluso, París.
Haber llegado a este punto no fue una intuición de Pérez Price, pero sí hay que afirmar que, como para muchos latinoamericanos y caribeños, el proceso de descubrimiento, de vuelta al país, se hace estando o viviendo en el extranjero. Y, en el caso de Pérez Price, lo hace al toparse con el nombre de Luis Russell en los Países Bajos en los años noventa y, particularmente, con la ayuda de una serie de textos, como el de Laura Putnam, Radical Moves, Caribbean.
Los inmigrantes y la política racial en la era del jazz. (2013), es “quien de forma concreta se refiere a Panamá, llevando su análisis al punto de proponer que el Istmo, en el contexto del amplio Caribe, no fue solo receptor, sino un ente generador de jazz incipiente fuera de Estados Unidos. Esta vuelta de la mirada a Panamá, desde esta perspectiva, lo hace Pérez Price no en busca de alguna raíz o de “raíces nacionalistas”, sino con la plena conciencia de que en este proceso hay una serie de conceptos, como el de “omisión” selectiva” de Sean Bellaviti, el “colonialismo interno” de Luis Pulido Ritter y “la ideología de control” esbozada por Peter Szok”, que le permitirán montar su trabajo de investigación sin recrear la narrativa excluyente de la nación romántica.
En este sentido, es interesante observar que el autor llama diaspóricos a sus ensayos, es decir, la conciencia (y el espíritu) de que él mismo pertenece a esta diáspora cruzando cada uno de los tres ensayos con el que está dividido este libro que se ha elaborado, como atinadamente afirma Peter Szok, autor de La última gaviota: Liberalismo y nostalgia en principios del siglo XX en Panamá (2001), como un texto “disruptivo al cuestionar la marginalización histórica de la negritud en Panamá, sobre todo en el caso de sus variantes afrocaribeñas, tanto en Colón como en Bocas del Toro”
El libro, en efecto, está compuesto por tres ensayos, textos muy bien elaborados, donde la presencia de fuentes primarias es relevante. El primero, La ciudad de Colón en la ruta de eclosión del jazz, se ocupa de investigar cómo, en Colón, se arma una escena musical propia y original, de cabarés y de “músicos itinerantes”, entre esta ciudad y Nueva Orleans, que contribuyeron al establecimiento del jazz, denominación que aparece, por primera vez, en uno de los diarios de la ciudad en 1918.
El autor aquí lamenta que no exista alguna grabación que permita escuchar el sonido de Colón, ciudad donde llegó Luis Russell (1902-1963) a la edad de 17 años, en 1918, en su periplo que lo llevaría a Nueva Orleans, donde llegó en 1921, y luego a Chicago y Nueva York, “donde logró armar aquella, trascendental, orquesta que algunos definen como iniciadora del swing, misma que fue absorbida, parcialmente, por Louis Armstrong en 1935”.
El segundo, La trompeta, el hilo y el campeón, incursiona en París a través de una figura colonense, Panamá Al Brown (1902-1951), “el primer panameño global”, campeón mundial de boxeo, que encuentra en esta ciudad, en 1934, a Louis Armstrong, y que tenían como amigo común a Luis Russel. Es un capítulo donde se recrea la diáspora afroamericana en París, incluida, la bailarina Joséphine Baker (1906-1975), y la relación de esta diáspora con el arte de vanguardia europeo, el surrealismo, y el Harlem Renaissance en New Yok, es decir, en París se encuentran “figuras emergentes de una negritud creativa, modernista y globalizada”.
El tercero, La Iglesia metodista, Luis Russell y los orígenes del jazz en el Caribe, es un ensayo que hace un recorrido por el mundo multicultural de Bocas de Toro y dibuja muy bien la historia de los criollos bocatoreños, nacidos en las islas, sus trayectos diaspóricos y el papel decisivo en la formación musical de Luis Russell, donde el autor afirma que “forjó su sapiencia musical en la Iglesia metodista negra, instruido por su padre en la tradición coral británica y sus himnos. eclesiásticos”. Obtuvo una educación formal y, además, según el autor, por su negritud, no fue extraño al ritmo africano.
Este libro de tres ensayos nos lleva de la mano por una rica historia del jazz, cuya trayectoria, múltiple, desborda las fronteras nacionales y conecta al mundo afroamericano y caribeño en toda su complejidad. Muchos detalles históricos nos ofrece Pérez Price, resultado de su incansable trabajo entre archivos y he compartido su frustración al no poder confirmar algunos puntos históricos entre los archivos y hay que decir que, por su constancia y sus estudios, hemos obtenido esta publicación que enriquece la comprensión de Panamá, como un país complejamente globalizado y transitista, donde el jazz también forma parte de su identidad como nación en el siglo XXI.