El psicópata en lo laboral
- 01/06/2024 00:00
- 31/05/2024 18:32
Expertos en la salud mental han identificado cuatro fases muy puntuales en el proceder de personas con rasgos psicópatas. Departamentos de recursos humanos y líderes de área deben estar capacitados para identificarlos En artículos anteriores he dejado claro que, a nivel mundial, solo el 1% de la población ha sido diagnosticada clínicamente como psicópata, y de ese porcentaje hay una cifra menor en cárceles; por tal motivo, puede que usted se haya topado en su vida con personas que posean este rasgo tan letal más de lo que se imagina.
Quienes posean esta condición no están enfermos ni locos, eso es un mito que hay que romper de una vez por todas. Un psicópata está plenamente claro de sus acciones y de sus objetivos, lo único, como bien plantea el Dr. Robert Hare, la mayor autoridad en el tema, es que carecen de empatía y les importa nada las consecuencias de su actuar.
La ciencia los compara con camaleones, pues se adaptan a las circunstancias y se mimetizan para pasar desapercibidos, sin embargo, realmente son serpientes que parecen encantadoras y cuando menos lo espere atacarán en cualquier ámbito profesional donde se desenvuelvan.
¿Cuál es su modus operandi? Expertos en la salud mental han identificado cuatro fases muy puntuales en su proceder y solo a través de su acción es que pueden ser perfilados; es aquí donde los expertos insisten que los departamentos de recursos humanos y líderes de área estén capacitados en análisis conductual, detección de mentiras y lenguaje corporal para estar alertas a ciertas señales.
Fase 1. Entrada a la organización. Para los psicópatas es mucho más sencillo entrar a las organizaciones, en especial en las familiares, porque las estudian previamente y sus hojas de vida son fáciles de manipular. ¿Por qué? Muchos reclutadores se enfocan en buscar personas con buenas habilidades sociales y flexibles al cambio, inteligentes y responsables. En este punto le recuerdo, amigo lector, que una de cada tres personas miente en su hoja de vida o entrevista de trabajo, y gracias a ese mimetismo que es parte de sus rasgos distintivos, el psicópata lleva ventaja pues, quienes los entrevistan, no siempre están entrenados a cabalidad para hacer preguntas clave, leer el lenguaje corporal o corroborar lo que el papel plantea.
Si el candidato es el hermano, hijo o sobrino del director o dueño, se supone que este contribuirá con el crecimiento de la empresa; nada más alejado de la realidad. Al psicópata no le importa nada ni nadie más que su bienestar, y muchas veces adoptará el papel de víctima o de aprendiz eterno para seguir adelante con sus planes. En este tipo de empresas su daño, además de económico, será también emocional.
Fase 2. Evaluación. Una vez que está dentro de la organización, la estudiará aún más y estará listo a “evaluar” a los jugadores clave, los procesos de interacción y la cultura organizacional, valorará la utilidad de algunos miembros y los comenzará a manipular para ir creando aliados.
Su modus operandi es la comunicación personal, el encanto y la proyección de confianza. Sin temor alguno, saltará cadenas de mando, se presentará ante personas clave para dejar una buena impresión. Sin que nadie se dé cuenta, logrará sutilmente recolectar datos clave en relación con el control y planes de crecimiento, para luego concebirlas como suyas, usará señuelos afectivos a consciencia y hace parecer que las “ayudas voluntarias” son espontáneas, cuando realmente está preparando el terreno para su despliegue táctico y reclutar seguidores fieles.
Fase 3. Manipulación. Aquí, el psicópata manejará las redes que sean necesarias para difundir información maliciosa con el objeto de promocionarse a sí mismo, proceso que lleva a cabo con gran destreza permaneciendo en la sombra. La desinformación suele incluir comentarios cargados de intención acerca de la “competencia” o “lealtad” de los miembros de un equipo. Esto lo hace para: 1) aumentar su reputación de “aliado” 2) para desacreditar a los demás y hacerse ver como el “integro o confidente” 3) para crear rivalidades y divisiones internas, ya que al estar dividido un equipo, él tiene menos riesgo de ser descubierto y, si una organización, jefe o líder de área tiene miel para la maledicencia o permite los bochinches, el psicópata tiene su terreno asegurado.
Una acción muy común de su modus operandi es no asistir a reuniones grupales y convencer al jefe de que está “ocupado” o “comprometido con un proyecto” para no estar presente o llegar casi al final de la misma, porque es ahí donde se encuentra más vulnerable ante los diferentes miembros de un equipo y ellos podrán exigirle ante el jefe aclarar todo, algo que él o ella no estará dispuesto a hacer.
Fase 4. Confrontación. En esta fase emerge la violencia interpersonal de forma verbal, psicológica y, a veces, física. Aquí suelen abandonar a los aliados que ya no le son útiles para sus planes e irá enfriando la comunicación, hace ver que no tiene tiempo para nada, se queda pasada la hora laboral para convencer visualmente de lo que dice y se aleja de las actividades sociales que lo hicieron ganar terreno, o sea, se aísla para su seguridad.
Para algunos miembros será evidente su actuar y los ojos comenzarán a abrirse iniciando las confrontaciones directas o desafíos verbales en los equipos, sin embargo, el psicópata, así como desechó a sus fichas clave por ser ya inútiles para sus planes, reclutó a otras de mayor jerarquía para que, ante esos ataques, tener siempre un escudo poderoso y seguir mimetizado o hacerse ver ante el resto como en el “protegido” del jefe.
En este punto no es de extrañar que se produzcan cambios organizacionales, rotaciones de personal o reestructuraciones de equipos, sin embargo, si la serpiente encantadora sigue intacta o es cambiada de área, da igual a quien le ponga a lado pues, recordemos, los psicópatas son depredadores morales y sociales que seguirán con sus planes.
Llegada esta fase lo único que queda es el despido y se comenzarán a sentir los ambientes menos tensos o tóxicos y, el equipo, así lo verbalizará tarde o temprano.
Tome en cuenta que la comunicación debe ser siempre asertiva, efectiva y constante en los equipos laborales para evitar que el depredador moral y social ataque sin piedad.
En artículos anteriores he dejado claro que, a nivel mundial, solo el 1% de la población ha sido diagnosticada clínicamente como psicópata, y de ese porcentaje hay una cifra menor en cárceles; por tal motivo, puede que usted se haya topado en su vida con personas que posean este rasgo tan letal más de lo que se imagina.
Quienes posean esta condición no están enfermos ni locos, eso es un mito que hay que romper de una vez por todas. Un psicópata está plenamente claro de sus acciones y de sus objetivos, lo único, como bien plantea el Dr. Robert Hare, la mayor autoridad en el tema, es que carecen de empatía y les importa nada las consecuencias de su actuar.
La ciencia los compara con camaleones, pues se adaptan a las circunstancias y se mimetizan para pasar desapercibidos, sin embargo, realmente son serpientes que parecen encantadoras y cuando menos lo espere atacarán en cualquier ámbito profesional donde se desenvuelvan.
¿Cuál es su modus operandi? Expertos en la salud mental han identificado cuatro fases muy puntuales en su proceder y solo a través de su acción es que pueden ser perfilados; es aquí donde los expertos insisten que los departamentos de recursos humanos y líderes de área estén capacitados en análisis conductual, detección de mentiras y lenguaje corporal para estar alertas a ciertas señales.
Fase 1. Entrada a la organización. Para los psicópatas es mucho más sencillo entrar a las organizaciones, en especial en las familiares, porque las estudian previamente y sus hojas de vida son fáciles de manipular. ¿Por qué? Muchos reclutadores se enfocan en buscar personas con buenas habilidades sociales y flexibles al cambio, inteligentes y responsables. En este punto le recuerdo, amigo lector, que una de cada tres personas miente en su hoja de vida o entrevista de trabajo, y gracias a ese mimetismo que es parte de sus rasgos distintivos, el psicópata lleva ventaja pues, quienes los entrevistan, no siempre están entrenados a cabalidad para hacer preguntas clave, leer el lenguaje corporal o corroborar lo que el papel plantea.
Si el candidato es el hermano, hijo o sobrino del director o dueño, se supone que este contribuirá con el crecimiento de la empresa; nada más alejado de la realidad. Al psicópata no le importa nada ni nadie más que su bienestar, y muchas veces adoptará el papel de víctima o de aprendiz eterno para seguir adelante con sus planes. En este tipo de empresas su daño, además de económico, será también emocional.
Fase 2. Evaluación. Una vez que está dentro de la organización, la estudiará aún más y estará listo a “evaluar” a los jugadores clave, los procesos de interacción y la cultura organizacional, valorará la utilidad de algunos miembros y los comenzará a manipular para ir creando aliados.
Su modus operandi es la comunicación personal, el encanto y la proyección de confianza. Sin temor alguno, saltará cadenas de mando, se presentará ante personas clave para dejar una buena impresión. Sin que nadie se dé cuenta, logrará sutilmente recolectar datos clave en relación con el control y planes de crecimiento, para luego concebirlas como suyas, usará señuelos afectivos a consciencia y hace parecer que las “ayudas voluntarias” son espontáneas, cuando realmente está preparando el terreno para su despliegue táctico y reclutar seguidores fieles.
Fase 3. Manipulación. Aquí, el psicópata manejará las redes que sean necesarias para difundir información maliciosa con el objeto de promocionarse a sí mismo, proceso que lleva a cabo con gran destreza permaneciendo en la sombra. La desinformación suele incluir comentarios cargados de intención acerca de la “competencia” o “lealtad” de los miembros de un equipo. Esto lo hace para: 1) aumentar su reputación de “aliado” 2) para desacreditar a los demás y hacerse ver como el “integro o confidente” 3) para crear rivalidades y divisiones internas, ya que al estar dividido un equipo, él tiene menos riesgo de ser descubierto y, si una organización, jefe o líder de área tiene miel para la maledicencia o permite los bochinches, el psicópata tiene su terreno asegurado.
Una acción muy común de su modus operandi es no asistir a reuniones grupales y convencer al jefe de que está “ocupado” o “comprometido con un proyecto” para no estar presente o llegar casi al final de la misma, porque es ahí donde se encuentra más vulnerable ante los diferentes miembros de un equipo y ellos podrán exigirle ante el jefe aclarar todo, algo que él o ella no estará dispuesto a hacer.
Fase 4. Confrontación. En esta fase emerge la violencia interpersonal de forma verbal, psicológica y, a veces, física. Aquí suelen abandonar a los aliados que ya no le son útiles para sus planes e irá enfriando la comunicación, hace ver que no tiene tiempo para nada, se queda pasada la hora laboral para convencer visualmente de lo que dice y se aleja de las actividades sociales que lo hicieron ganar terreno, o sea, se aísla para su seguridad.
Para algunos miembros será evidente su actuar y los ojos comenzarán a abrirse iniciando las confrontaciones directas o desafíos verbales en los equipos, sin embargo, el psicópata, así como desechó a sus fichas clave por ser ya inútiles para sus planes, reclutó a otras de mayor jerarquía para que, ante esos ataques, tener siempre un escudo poderoso y seguir mimetizado o hacerse ver ante el resto como en el “protegido” del jefe.
En este punto no es de extrañar que se produzcan cambios organizacionales, rotaciones de personal o reestructuraciones de equipos, sin embargo, si la serpiente encantadora sigue intacta o es cambiada de área, da igual a quien le ponga a lado pues, recordemos, los psicópatas son depredadores morales y sociales que seguirán con sus planes.
Llegada esta fase lo único que queda es el despido y se comenzarán a sentir los ambientes menos tensos o tóxicos y, el equipo, así lo verbalizará tarde o temprano.
Tome en cuenta que la comunicación debe ser siempre asertiva, efectiva y constante en los equipos laborales para evitar que el depredador moral y social ataque sin piedad.