Vida y cultura

El anillo de casado o de compromiso

No se deben tomar decisiones apresuradas por influencias externas. El anillo es un recordatorio duradero del compromiso matrimonial. Pixabay
Actualizado
  • 19/10/2024 00:00
Creado
  • 18/10/2024 18:53

El lenguaje corporal es una expresión honesta de nuestras emociones. Jugar con el anillo puede reflejar dudas sobre la relación, nerviosismo o deseo de reafirmar el compromiso. Por eso, el contexto es clave para interpretar estos gestos correctamente

Cuando doy conferencias sobre comunicación no verbal, podría hacer una lista de las consultas más comunes que me hacen los participantes al momento de las preguntas y respuestas y, muchas de ellas, hasta me las hacen con un pequeño tono de preocupación, más que de curiosidad.

Una de ellas es: ¿qué significa que mi pareja gire el anillo de casado?, ¿por qué alguien se quita el anillo del dedo y luego lo coloca varias veces?, ¿qué significa que un hombre gire el anillo sobre su eje en una mesa?... Ok, llegó el momento de responder algunas de ellas.

El lenguaje corporal habla de nosotros y de lo que sentimos o pensamos, de lo que nos gustaría decir o no... El lenguaje corporal es mucho más sincero que nuestras palabras y es algo que la mayoría de las personas aprenden a identificar desde pequeñas.

Cuando somos niños, por ejemplo, aprendemos a leer la cara de nuestra madre para saber si está enfadada, aprendemos a reconocer la mirada que nos prohíbe algo y, pronto, descubrimos cómo reaccionar con gestos, y no siempre necesitamos palabras para entender lo que nos quiere decir o comunicarnos y también creamos máscaras.

Hay un lenguaje corporal básico que todos controlamos, pero hay otro mucho más sutil que no todo el mundo sabe controlar en su propio cuerpo. Aprenderlo es algo para lo que necesita mucha capacidad de observación para, así, no llegar a conclusiones precipitadas y erróneas.

Recuerde, todo depende del contexto, así que, amigo (a) lector (a), le comparto los distintos significados sobre lo que representa jugar con el anillo. Desde ya le digo que rara vez es nada y, en la mayoría de los casos, es algo más profundo de lo que se imagina.

Si ve a alguien pensativo, tocando el anillo de bodas y dándole giros, es posible que esté pasando por un mal momento con su pareja, tiene dudas y está pensando (dando vueltas y vueltas al tema) justo en ese momento.

Cuando uno habla con su pareja, discute o trata de llegar a un acuerdo, es fácil que se toquen los anillos: es el signo de su relación y, de algún modo, esperan encontrar respuesta para conectar profundamente con la situación gracias al anillo.

Ahora bien, cuando uno juega con el anillo y no está con su pareja, puede ser un síntoma de querer dejar claro que ya está comprometido. Se coloca bien el anillo, lo muestra y lo deja bien visible para que así nadie se acerque. Unos, directamente lo muestran.

Por el contrario, alguien que se quita el anillo, lo pone a un lado y lo vuelve a poner en su dedo, no tiene del todo claro lo que quiere hacer y le gustaría por un momento olvidarse de esa relación.

Quienes se quitan el anillo para salir, literalmente, es porque no pueden evitar sentir remordimientos; sin embargo, constantemente se tocan o soban el dedo donde debería estar el anillo, incluso puede que lo toquen si lo llevan en el bolsillo. ¡Los remordimientos son más pesados de lo que se imagina!

Dependiendo del contexto y actitud, cuando una mujer juega con su anillo y, no necesariamente con el de compromiso, puede ser por varias razones: 1) para bajar la ansiedad, 2) porque desea cambiar su estado civil, 3) porque tiene dudas sobre alguna decisión importante que debe tomar.

Sigmund Freud planteó una teoría más controvertida aún, pues decía que, al jugar a introducir y sacar el anillo, deslizarlo por el dedo, hacer que gire, etc. son señales de que la mujer está pensando en un encuentro sexual y no siempre se hace de forma consciente... esta teoría sigue siendo un punto de debate y controversia.

Ahora bien, jugar con el anillo es, por lo general, un acto inconsciente y siempre indicará algo en particular y, sin duda, es algo a tomar en cuenta cuando comenzamos a hacernos conscientes de dicho acto.

Recuerde, las decisiones que se toman bajo presión, y más por la influencia de otra persona, pueden pasar factura en el futuro de una pareja. Así que, cuando vea a alguien jugando con el anillo, no interprete nada si no conoce el contexto.

El lenguaje corporal es muy amplio y se usa de muchas formas: para dar énfasis a lo que decimos, para reforzar nuestra personalidad o de forma incontrolada para hablar de nuestras emociones. Solo una persona entrenada podrá interpretar ciertos gestos según el contexto con un elemento clave llamado cluster o agrupación.

Tome en cuenta lo siguiente: el único límite para nuestra realización de mañana serán nuestras dudas de hoy, así que ¡despéjelas cuanto antes! Por lo demás, nunca deje que la duda le mantenga cautivo. Pregunte, que para eso tenemos boca; escuche, para ello tenemos dos oídos y, por favor, ¡medítelo!, porque para eso tenemos cerebro.

Más allá de ser una joya, el anillo, sea de boda o compromiso, es un testimonio tangible de la conexión entre dos personas y un recordatorio duradero del compromiso de construir un futuro juntos.

Hablando de compromiso, le cuento dos historias interesantes con respecto al uso tradicional de esta prenda milenaria. Cuando se casa, el anillo de compromiso debería regresárselo a la persona que se lo dio. ¿Razón? Porque una vez que se casó, él ya cumplió su compromiso con usted, sin embargo, culturalmente suele quedarse en el dedo donde también va el de casada.

¿Por qué va en el dedo anular de la mano izquierda? Tal y como marca la tradición, porque es la mano que está más cerca del corazón.

Compromiso y lenguaje corporal