Cine

Los villanos y el desorden social

Las películas sobre el Joker y la serie televisiva en torno al Pingüino van del ‘thriller’ criminal al drama familiar y psicológico.
Ambos personajes secundarios pasan a ser principales en el mundo del entretenimiento producido por Hollywood en sus respectivos spin-off.
Tanto los largometrajes sobre el Joker como el programa de la pantalla chica sobre el Pingüino se alejan de la estética de las producciones sobre superhéroes.
Afiche de la serie de HBO
Actualizado
  • 20/10/2024 00:00
Creado
  • 19/10/2024 18:23

Arthur Fleck (futuro Joker) y Oz Cobb (previo paso a ser el Pingüino) son víctimas del caótico sistema reinante en Ciudad Gótica. Ellos cambiarán el relato sobre el poder y la autoridad

El héroe depende de un enemigo que debe derrotar. Sin su antagonista su misión pierde sentido, se queda sin trabajo, propósito o valor. Pongamos que hablamos de Batman.

El villano no necesita de nadie. Lleva a cabo sus fechorías y nada le perturba. Si no, pregúntenle al Joker en las dos películas recientes que ha protagonizado (2019 y 2024) y al Pingüino en la nueva serie de HBO (2024). En ninguna de estas propuestas aparece el protector de Ciudad Gótica; como mucho, en la primera entrega de los largometrajes citados hay una referencia a la infancia de Bruce Wayne.

Esos aires de independencia también incluyen el alejarse conscientemente de la estética tradicional de las producciones basadas en cómics y huir de los géneros usuales de las producciones sobre superhéroes.

Los spin-off modernos de los villanos van por otros rumbos. La primera Joker, del director Todd Phillips, está más cerca de Taxi Driver (1976) y de El rey de la comedia (1982), y su segundo capítulo, lamentablemente fallido en todos los aspectos, le debe mucho más a musicales como Chicago y Sweeney Todd que a las versiones fílmicas de DC Comics.

Mientras que El Pingüino absorbe su estilo de títulos como El enemigo público (1931, William A. Wellman), La ley del silencio (1954, Elia Kazan), Goodfellas (1990) y Casino (1995), ambas de Scorsese, así como de Camino a la perdición (2002, Sam Mendes).

Complejidad

Hay villanos del cómic que tienen la suficiente complejidad para ser iguales o más atractivos, a nivel argumental, que los héroes, cuando hacen su viaje a la pantalla grande. Dos ejemplos destacados son Magneto dentro de los X-Men y Loki entre los Avengers (ambos de la Marvel).

Aunque, en general, los mejores villanos del cómic, una vez llegan al mundo financiado por los estudios de Hollywood, son aquellos que luchan contra el Caballero de la Noche.

La prueba son el éxito de crítica y audiencia que recibió el Joker de 2019 y el actual El Pingüino televisivo. Por lo que se estudia la posibilidad de darle protagonismo a secundarios del Caballero Oscuro como Bane y Deathstroke, como anunció Hollywood Reporter. Salvo que el fiasco de taquilla y de crítica de Joker: Folie á Deux ponga en riesgo a estos nuevos proyectos.

Proceso

El villano es hijo de una época determinada. Durante el siglo XVI, el teatro europeo lo presentaba como un elemento cómico más, el ser que recibía el desdén de todos para el disfrute de las clases aristocráticas que financiaban mayoritariamente las puestas en escena de la época.

Para el siglo XVII sigue siendo una persona menospreciada por las clases dominantes, con o sin motivos comprobables, pero ahora adquiría cierto poder económico, en especial el que residía en el ámbito rural del Viejo Mundo, y por tanto, el dinero lo hacía más peligroso, aunque más digno para los citadinos.

Avancemos en el tiempo. En el cine y en la televisión contemporánea el villano ya no solo es el oponente del paladín, quien debe poner en orden los desmadres que hace su reverso. Hoy es difuso saber cuán parecidos pueden ser en sus traumas, conflictos y complejidades, como quedó claro entre Batman y el Joker en las películas firmadas por Sam Liu y Christopher Nolan.

En estos días en que reina la confusión, incluso la línea que separa a los buenos de los malos en un drama criminal de ficción, los villanos están más cercanos a los antihéroes. Por lo que despiertan la simpatía del espectador, aún a sabiendas de que están del lado contrario de la justicia.

Una muestra serían villanos audiovisuales como el mercenario Deadpool (Deadpool), el pirata Jack Sparrow (Pirates of the Caribbean), el mago Severus Snape (Harry Potter) y el asesino a sueldo Barry Berkman (Barry).

Hasta se transforman en figuras admiradas dentro y fuera de sus linderos de la ilegalidad como ocurre con el mafioso Tony Soprano (The Soprano), el profesor Walter White (Breaking Bad), el asesino Dexter Morgan (Dexter), el traficante de drogas Russell Bell (The Wire), los políticos Francis Underwood (House of Cards), Enoch Thompson (Boardwalk Empire) y Thomas Shelby (Peaky Blinders).

El Joker ha navegado por ambas aguas en la evolución del personaje.

Arthur y Oz

Por largo rato, el Joker fue el hombre inteligente que contaba chistes crueles para llamar la atención de los demás y su especialidad era portarse mal, como ocurre en las producciones hechas entre las décadas de 1960 y 2000.

Después se consolida la otra vertiente en su desarrollo: se transforma en un ser más shakesperiano, la del trastornado como resultado de una infancia dolorosa, una adolescencia repleta de maltratos, una juventud rodeado de carencias afectivas y de un adulto que sobrevive en una sociedad caótica e hipócrita como Ciudad Gótica.

Eso lleva a que una víctima del sistema se convierta en un perverso. Así se evidencia en los largometrajes Batman: The Killing Joke (2016), de Sam Liu; The Dark Knight (2008), de Christopher Nolan; The Batman (2022), de Matt Reeves y en las dos Joker (2019, 2024).

En el Joker (2019), el director Phillips presenta a Arthur Fleck (antes de ser el Joker) como el hijo de una madre abusiva con severos problemas neurológicos y que aseguraba que su niño era fruto de un romance que tuvo ella con el multimillonario Thomas Wayne (el padre de Batman). El entorno familiar y de barrio de Oz Cobb (previo paso al Pingüino) tampoco es para sentir envidia de su existencia.

Cuando Arthur crece, sueña con triunfar como comediante de monólogos (lo que no se da). Para seguir adelante con su vida toma siete clases de medicamentos y ha sido recluido por temporadas en el Elizabeth Arkham Asylum (hospital psiquiátrico donde también han arrojado a otros seres incomprendidos y letales como el Pingüino, Harley Quinn, El Acertijo, Dos Caras, Señor Frío, Hiedra Venenosa, El Ventrílocuo y El Espantapájaros).

En las dos Joker, y en El Pingüino, los villanos son figuras tristes, solitarias y ultrajadas, y Ciudad Gótica saca lo peor de ambos. ¿Cómo responden ellos? Con violencia como venganza y como acto liberador.

Ambos alteran el orden social con acciones anárquicas y atacan a las altas esferas con una galería de calamidades, lo que despierta admiración y fascinación por los ciudadanos. Cada uno desea implantar e imponer un nuevo relato sobre el poder de la autoridad y se erigen como la única supuesta salvación de Ciudad Gótica como típicos líderes populistas.

Las personas de todas las edades están hartas de un Estado que es incapaz de brindar seguridad, salud, educación y justicia igual para todos. Por eso, el pueblo, en vez de recibir con sospecha las decisiones del Joker y el Pingüino, las reciben con beneplácito.