Cocodrilos en zonas urbanas: desafíos y convivencia en Panamá
- 14/12/2024 00:00
- 13/12/2024 19:30
En los últimos años ha habido un aumento en los avistamientos de cocodrilos en zonas urbanas de Panamá. Este fenómeno no se debe a una superpoblación de estos reptiles, sino a la expansión urbana y agrícola que ha invadido su hábitat natural La presencia de caimanes o cocodrilos en La Playita de Santo Domingo, ubicada en San Felipe, ciudad de Panamá, mantiene en alerta a los residentes, que por seguridad han optado por no bañarse o recrearse en esta conocida zona del Casco Antiguo.
“Yo no me meto en el agua porque me da miedo que me vayan a morder. Aquí los niños muy poco se meten a la playa”, contó Hidalibeth Berguido, una residente de San Felipe, mientras nos daba un recorrido por La Playita de Santo Domingo.
Bajo un intenso sol, Berguido explicó que para estas mismas fechas, pero del año pasado, tuvo la oportunidad de ver a uno de estos reptiles a orilla de la playa.
“Me asusté bastante porque se encontraba exactamente en un punto donde mi hijo de 11 años siempre frecuenta bañarse. A él le gusta mucho venir porque fue aquí donde aprendió a nadar: en la playa”, recordó.
Conflicto Como en San Felipe, muchos son los casos de otras zonas urbanas donde hay una alta presencia de cocodrilos o caimanes.
Dicho comportamiento se conoce como conflicto entre humanos y animales por la creciente expansión urbana y agrícola en el país, que ejerce presión sobre la fauna, no por una superpoblación de estos reptiles, informó Jhomar Návalo, biólogo del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) y especialista en manejo de vida silvestre.
“Esta situación lo que hace es que los reptiles tengan que desplazarse mucho más, lo que genera que sea más común que lleguen a interactuar con el ser humano, que es el que tiene mayor presencia en el hábitat de estos animales”, afirmó Návalo.
Durante las fuertes lluvias que experimentó el país durante el pasado mes de noviembre, fue más notoria la presencia de estos reptiles. Videos y fotos en redes sociales daban alertas de camadas de más de cinco de ellos reunidos en ríos, lagos o quebradas de las provincias y en la ciudad capital.
Sobre esto, el biólogo de MiAmbiente explicó que con la época lluviosa crecen los cuerpos de agua, lo que hace que sea mucho más fácil para estos reptiles desplazarse de un cuerpo de agua a otro. Sin embargo, dijo, en ese transcurso de movilización se quedan varados, por lo general, en una zona urbana, debido a que el nivel del agua y el de las lluvias baja.
Otra situación que plantea Návalo es que estos reptiles también se adaptan muy bien o son muy resistentes incluso a cuerpos de agua contaminados, es decir, que se encuentran en exceso de nutrientes, basura o algún tipo de desecho.
Especies Recordó que en Panamá existen dos especies: el cocodrilo americano o también llamado cocodrilo aguja de agua dulce, y el caimán, también conocido como babillo de agua salada. Ambos tienen la capacidad de mantenerse en diferentes tipos de agua.
Estas dos especies están protegidas por ley a través de la firma de los tratados de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites). Con este respaldo legal no se pueden capturar sin un permiso del MiAmbiente, según la doctora Miriam Vanegas, médica veterinaria e investigadora de la Universidad Tecnológica de Panamá.
“Hay zonas donde se necesita la presencia de estos animales, porque sin ellos se perjudica el equilibrio del hábitat. Esto tiene que ser una dinámica entre las presas, los recursos y las poblaciones de depredadores tope. Nosotros como humanos estamos en la obligación de mantener el recurso a futuro, pero protegiendo a las comunidades para no transmitir el mensaje de que son animales que se deben matar”, subrayó Vanegas.
Sobre la base de esto, Berguido, por su parte, entiende que a pesar de las alertas que le genera la presencia de cocodrilos o caimanes en La Playita de Santo Domingo, la comunidad ha optado por respetar su hábitat.
“Ciertamente, todos tenemos esa perspectiva de que así como están las personas en el mundo, los animales también tienen su espacio”, mencionó la residente de Santa Ana, quien no desaprovechó la oportunidad de solicitar a las autoridades reubicar a los reptiles que están en esta zona hacia otros lugares más aislados, para evitar accidentes y para que así las personas tengan la facultad de volver a disfrutar de la playa.
Reubicación Sin embargo, el biólogo de MiAmbiente aclaró que no todos los reptiles ameritan una reubicación. Solo los que entran en conflicto con el humano, ya sea porque está merodeando en una zona residencial o está lejos de un cuerpo de agua.
En ese caso, agregó, los biólogos o técnicos proceden a hacer el rescate para la captura y desplazamiento del animal hacia un cuerpo de agua o zonas ya establecidas, como, por ejemplo, el humedal de los capibaras, ubicado en Albrook, y el lago artificial de Miraflores, en la Zona del Canal, este último que cuenta con un letrero que advierte sobre la presencia de estos reptiles.
Según la investigadora de la UTP, muchos de los conflictos son causados por los mismos seres humanos. Criticó que una de las razones por las que estos reptiles tienen presencia en las zonas urbanas se debe a que las personas les ofrecen comida a estos animales de manera fácil.
”Hemos tenido casos de que algunos pescadores incluso le han enseñado al cocodrilo a comer casi desde sus botes. Esto genera que el animal esté acostumbrado a conseguir comida de manera fácil y no como dicta la naturaleza, alterando así su conducta”, sentenció.
Vanegas agregó que para proteger tanto a los humanos como a los animales, MiAmbiente tiene que regular y establecer planes de manejo, ya que hasta ahora no se tiene un registro sobre la cantidad de caimanes o cocodrilos que existen en el país, así como en las áreas predilectas en que se encuentran.
Precauciones Para las personas que viven cerca de cuerpos de agua como resultado de los desarrollos urbanísticos y que pueden tener alta presencia de cocodrilos y caimanes, Návalo recomienda construir muros para que el reptil no pueda pasar. También ve importante que las personas depositen bien sus desechos, ya que esto podría atraer a otras especies, como los ratones, que son recursos alimenticios para estos reptiles.
Además, si están en un cuerpo de agua por motivos de recreación y se encuentran con algún caimán o cocodrilo, el biólogo de MiAmbiente exhorta a no nadar allí, porque sería presa de un ataque, así como puede suceder con los animales domésticos.
Hidalibeth BerguidoResidente de San FelipeCiertamente todos tenemos esa perspectiva de que así como están las personas en el mundo, los animales también tienen su espacio”,
La presencia de caimanes o cocodrilos en La Playita de Santo Domingo, ubicada en San Felipe, ciudad de Panamá, mantiene en alerta a los residentes, que por seguridad han optado por no bañarse o recrearse en esta conocida zona del Casco Antiguo.
“Yo no me meto en el agua porque me da miedo que me vayan a morder. Aquí los niños muy poco se meten a la playa”, contó Hidalibeth Berguido, una residente de San Felipe, mientras nos daba un recorrido por La Playita de Santo Domingo.
Bajo un intenso sol, Berguido explicó que para estas mismas fechas, pero del año pasado, tuvo la oportunidad de ver a uno de estos reptiles a orilla de la playa.
“Me asusté bastante porque se encontraba exactamente en un punto donde mi hijo de 11 años siempre frecuenta bañarse. A él le gusta mucho venir porque fue aquí donde aprendió a nadar: en la playa”, recordó.
Como en San Felipe, muchos son los casos de otras zonas urbanas donde hay una alta presencia de cocodrilos o caimanes.
Dicho comportamiento se conoce como conflicto entre humanos y animales por la creciente expansión urbana y agrícola en el país, que ejerce presión sobre la fauna, no por una superpoblación de estos reptiles, informó Jhomar Návalo, biólogo del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) y especialista en manejo de vida silvestre.
“Esta situación lo que hace es que los reptiles tengan que desplazarse mucho más, lo que genera que sea más común que lleguen a interactuar con el ser humano, que es el que tiene mayor presencia en el hábitat de estos animales”, afirmó Návalo.
Durante las fuertes lluvias que experimentó el país durante el pasado mes de noviembre, fue más notoria la presencia de estos reptiles. Videos y fotos en redes sociales daban alertas de camadas de más de cinco de ellos reunidos en ríos, lagos o quebradas de las provincias y en la ciudad capital.
Sobre esto, el biólogo de MiAmbiente explicó que con la época lluviosa crecen los cuerpos de agua, lo que hace que sea mucho más fácil para estos reptiles desplazarse de un cuerpo de agua a otro. Sin embargo, dijo, en ese transcurso de movilización se quedan varados, por lo general, en una zona urbana, debido a que el nivel del agua y el de las lluvias baja.
Otra situación que plantea Návalo es que estos reptiles también se adaptan muy bien o son muy resistentes incluso a cuerpos de agua contaminados, es decir, que se encuentran en exceso de nutrientes, basura o algún tipo de desecho.
Recordó que en Panamá existen dos especies: el cocodrilo americano o también llamado cocodrilo aguja de agua dulce, y el caimán, también conocido como babillo de agua salada. Ambos tienen la capacidad de mantenerse en diferentes tipos de agua.
Estas dos especies están protegidas por ley a través de la firma de los tratados de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites). Con este respaldo legal no se pueden capturar sin un permiso del MiAmbiente, según la doctora Miriam Vanegas, médica veterinaria e investigadora de la Universidad Tecnológica de Panamá.
“Hay zonas donde se necesita la presencia de estos animales, porque sin ellos se perjudica el equilibrio del hábitat. Esto tiene que ser una dinámica entre las presas, los recursos y las poblaciones de depredadores tope. Nosotros como humanos estamos en la obligación de mantener el recurso a futuro, pero protegiendo a las comunidades para no transmitir el mensaje de que son animales que se deben matar”, subrayó Vanegas.
Sobre la base de esto, Berguido, por su parte, entiende que a pesar de las alertas que le genera la presencia de cocodrilos o caimanes en La Playita de Santo Domingo, la comunidad ha optado por respetar su hábitat.
“Ciertamente, todos tenemos esa perspectiva de que así como están las personas en el mundo, los animales también tienen su espacio”, mencionó la residente de Santa Ana, quien no desaprovechó la oportunidad de solicitar a las autoridades reubicar a los reptiles que están en esta zona hacia otros lugares más aislados, para evitar accidentes y para que así las personas tengan la facultad de volver a disfrutar de la playa.
Sin embargo, el biólogo de MiAmbiente aclaró que no todos los reptiles ameritan una reubicación. Solo los que entran en conflicto con el humano, ya sea porque está merodeando en una zona residencial o está lejos de un cuerpo de agua.
En ese caso, agregó, los biólogos o técnicos proceden a hacer el rescate para la captura y desplazamiento del animal hacia un cuerpo de agua o zonas ya establecidas, como, por ejemplo, el humedal de los capibaras, ubicado en Albrook, y el lago artificial de Miraflores, en la Zona del Canal, este último que cuenta con un letrero que advierte sobre la presencia de estos reptiles.
Según la investigadora de la UTP, muchos de los conflictos son causados por los mismos seres humanos. Criticó que una de las razones por las que estos reptiles tienen presencia en las zonas urbanas se debe a que las personas les ofrecen comida a estos animales de manera fácil.
”Hemos tenido casos de que algunos pescadores incluso le han enseñado al cocodrilo a comer casi desde sus botes. Esto genera que el animal esté acostumbrado a conseguir comida de manera fácil y no como dicta la naturaleza, alterando así su conducta”, sentenció.
Vanegas agregó que para proteger tanto a los humanos como a los animales, MiAmbiente tiene que regular y establecer planes de manejo, ya que hasta ahora no se tiene un registro sobre la cantidad de caimanes o cocodrilos que existen en el país, así como en las áreas predilectas en que se encuentran.
Para las personas que viven cerca de cuerpos de agua como resultado de los desarrollos urbanísticos y que pueden tener alta presencia de cocodrilos y caimanes, Návalo recomienda construir muros para que el reptil no pueda pasar. También ve importante que las personas depositen bien sus desechos, ya que esto podría atraer a otras especies, como los ratones, que son recursos alimenticios para estos reptiles.
Además, si están en un cuerpo de agua por motivos de recreación y se encuentran con algún caimán o cocodrilo, el biólogo de MiAmbiente exhorta a no nadar allí, porque sería presa de un ataque, así como puede suceder con los animales domésticos.