Vida y cultura

El fallo del Premio Carlos Francisco Changmarín 2023

Las ilustraciones del libro fueron realizadas por la hija de Lewis, Emily Crisan, de 16 años.
Cheri Lewis siempre quiso contar historias.
Actualizado
  • 31/08/2024 00:00
Creado
  • 30/08/2024 19:05

Con este libro infantil, la escritora busca resaltar las cosas más sencillas de la vida y la inocencia propia de la infancia en relatos breves y cortos

Es probable que a usted, cuando era un niño, le leían cuentos para dormir. Esos relatos a menudo debieron consistir, seguramente, en personajes que realizaban hazañas grandiosas o bien desvelaban los aspectos peculiares de la vida. Esos mismos cuentos que le contaba su abuela, así como su amor por los libros, fueron algunos de los factores determinantes que convirtieron a Cheri Lewis en la escritora que es hoy.

La zorra y el conejo, que ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Carlos Francisco Changmarín 2023, tiene como protagonistas a dos animalitos que mantienen una fuerte amistad con el paso de los años. Sus relatos y aventuras son basadas en situaciones de la vida real, como la necesidad de cultivar el amor propio, la reivindicación de vivir una vida sin miedo y destacar que lo importante no es lo que es uno por fuera, sino por dentro. Otra de las premisas del libro es el rescate de la tradición oral del relato de cuentos, que se caracteriza por dar alas a la imaginación mediante la voz de los padres o los abuelos.

Los cuentos de La zorra y el conejo tienen su origen en aquellas historias que se transmitían como parte de una tradición oral que se daba en el interior del país. En su caso particular, estos cuentos se los contaba su abuela a Lewis cada vez que visitaba su casa en Chitré.

“Me acuerdo de estas historias que ella inventaba en ese momento. No era algo estructurado, sino que lo hacía al acto. Entonces, uno como niño dice y cuestiona de que ayer se contó otra cosa respecto al día anterior y que eso no tenía sentido. Por ello, mi abuela se ponía muy molesta y exclamaba: ¡Ya duérmanse y dejen de estar preguntando tonterías”, rememoró riéndose.

Hoy en día, esa tradición oral se encuentra en declive dado que la internet y la tecnología han diversificado las opciones de entretenimiento, también en el caso de los más pequeños.

“Los tiempos están cambiando. Antes no teníamos que competir con tantos estímulos que hay ahora en cuanto a la tecnología. En los tiempos de antes no había Netflix ni videojuegos sofisticados como los que hay ahora. Además, la gente se engancha con las series y los programas en horario nocturno. Por lo que de repente ha cambiado el escenario. De escuchar cuentos de tradición oral, la familia se pone a ver una serie y a hacer otras cosas. En cambio, la tradición oral es algo que tiene que pasar de generación en generación. En el momento en que una se la salte, ya se perdió”, alertó Lewis.

Si bien piensa que las dinámicas cambiantes en los hogares no son algo bueno o malo, la escritora reconoce que el panorama ya no es el mismo que el de hace unas décadas.

“La persona que lo quiera seguir continuando, encontrará el estímulo necesario para hacerlo, pero si no se hace se seguirá perdiendo. Por otro lado, en mi caso personal y el de muchos otros que yo he consultado, los cuentos antes de dormir los relataban sus abuelas, no sus madres. Probablemente, en el futuro, cuando esas madres se vuelvan abuelas, quieran retomar esa tradición oral con quienes serán sus nietos. Mientras una sola persona continúe esa tradición oral, eso seguirá vivo y no morirá”, reflexionó.

El proceso de escritura

En La zorra y el conejo, Lewis procura dar una vuelta al prisma convencional de algunos de los personajes que siempre primaron en los cuentos populares infantiles. Por ejemplo, el conejo protagonista es de un carácter inocente en comparación con otros que eran más fuertes y dominantes. En cambio, las aventuras cuentan la historia de unos personajes que están en constante búsqueda de su propia personalidad.

“Debo decir que las historias que conté en este libro y las aventuras que tienen son muy distintas a las que mi abuelita me pudo haber dicho en su momento”, destacó.

Por otra parte, la escritora aseguró que su proceso creativo fue bastante fluido. Otra de sus grandes inspiraciones fue el libro de Cuentos Completos del famoso autor argentino Jorge Luis Borges, que iba leyendo a la par que lo soltaba para poder plasmar aquellas ideas que la influenciaron.

“En realidad, yo no programo mucho mi proceso creativo como escritora, voy escribiendo y descubriendo las cosas sobre la marcha. Yo no hago eso de esto va a pasar así y asá. Lo que sí te puedo decir es que hay elementos ‘borgianos’ dentro del libro. Al mismo tiempo, trato de que las historias sean divertidas y que los personajes sean auténticos. En mis historias, ellos mismos van bordando su propio desenlace. En síntesis, no pienso en dar un mensaje específico ni nada por el estilo. Simplemente se da solo”, señaló.

Uno de esos guiños a Borges es el personaje del tigre. Ese tigre se encuentra ciego, usa un bastón y está ensacado. Tal como vestía Borges. Otro de los elementos ‘borgianos’ a los que Lewis hace referencia son los famosos laberintos que el autor evocaba en sus obras.

Otra de las inspiraciones que sirvieron a Lewis para dar vida a La zorra y el conejo fue una obra del escritor Ítalo Calvino que versaba sobre las tradiciones orales europeas. Un libro que compró sin pensarlo mucho cuando se encontraba en la Feria del Libro de Bogotá (Colombia). “Cuando me di cuenta de que ese libro que compré era de tradiciones orales, yo lo vi como una señal que me mandaba el universo relacionada con lo que estoy haciendo. Me dije a mí misma: ‘todas estas son señales de que voy por el buen camino”, recordó.

De acuerdo con la escritora, las claves para escribir un buen libro infantil están relacionadas con tratar al lector como una persona inteligente y capaz de sumergirse en una lectura profunda, sin ningún tipo de diminutivos y procurando una historia tan buena como para que se enganchen con el libro de principio a fin.

Por otra parte, a Lewis le satisface como contadora nata de historias que sus relatos siempre encuentran un sentido de pertenencia en quien los lee. “Siempre hay alguien que me dice que se siente identificado con lo que yo escribo. Eso es lo bonito de la literatura”, dijo.