‘Beetlejuice Beetlejuice’: un homenaje a los recuerdos y a lo bizarro
- 05/09/2024 00:00
- 04/09/2024 19:19
Michael Keaton y Tim Burton vuelven a la gran pantalla con el fantasma capaz de aterrorizar a toda una familia, en una secuela que se envuelve en la nostalgia y la comedia En 1988, Tim Burton se posicionó como uno de los cineastas con ese toque natural para lo bizarro y lo fantástico. Beetlejuice, en su primera entrega, nos mostró parte de la mente de Burton en cuanto a cuán cómica y espeluznante puede ser la vida después de la muerte. La cinta logró récords en taquilla y se ha mantenido como un pilar de culto en el género de horror y comedia.
Michael Keaton, tal como en aquel año, es Beetlejuice, un demonio con poderes de transformación y un don para hacer reír en la pantalla grande. Ahora, 36 años después, Burton y Keaton regresan en Beetlejuice Beetlejuice –de estreno hoy en cines nacionales–, una secuela que es tanto espeluznante como divertida y juega con los límites de los recursos visuales, siendo una mezcla entre acción viva con animación stop-motion y fade-outs de escenas de la primera cinta.
La película comienza con Lydia Deetz (con un regreso de alto nivel de Winona Ryder), quien se ha convertido en presentadora de su propio programa de televisión dedicado a entrevistar a familias cuyos hogares son habitados por fantasmas. Gracias a su experiencia con Adam y Barbara Maitland, ahora posee la habilidad de ver claramente a los fantasmas y comunicarse con ellos, haciéndola famosa en el medio.
Pero, esto ha llevado a años de distanciamiento entre ella y su hija Astrid (Jenna Ortega), lo cual es un lindo guiño a la propia relación de Lydia y su padre Charles, tras el fallecimiento de su madre. Astrid resiente la fama de su madre y la muerte de su padre, mientras que su escepticismo sobre los fantasmas la llevará a confiar en quien no debe.
En medio de los enredos familiares aparece Beetlejuice, quien desde el inframundo se encuentra perseguido por la antagonista de esta entrega, Delores (Mónica Belucci), una “chupa almas” que ha regresado de la muerte para vengarse de él. Con grapas que unen las partes de su cuerpo (desde el rostro hasta las piernas) y vestida en temible negro, Delores deambula por los pasillos del inframundo succionando el alma de los muertos hasta que desaparecen por completo.
Mientras que, en el mundo de los vivos, Lydia lucha con las visiones de Beetlejuice, quien la continúa acechando, ahora en busca de su ayuda para evitar la ira de Delores. Al mismo tiempo, Lydia pide ayuda a Beetlejuice para salvar a Astrid, quien ha descendido al inframundo por un engaño.
La trama sigue a los personajes con diversos hilos que se entrecruzan y brindan suficiente energía cómica para mantenernos interesados en todo lo que ocurre entre Lydia y Beetlejuice, así como con el resto de los personajes. Como secuela, la cinta se centra en hacernos recordar la nostalgia de los años 80, pero con un enfoque moderno en cuanto a su producción y arte.
Danny Elfman regresa como compositor en esta entrega, con su estilo único y característico que le da el sello de Beetlejuice, logrando capturarnos desde los créditos iniciales, hasta el final, con una mezcla orquestal y de canciones clásicas como Day’O (the Banana Boat Song) y Tragedy de la banda Bee Gees.
Aun así, dirigida por Burton, mantiene su esencia terrorífica y casi caricaturesca, tomando ventaja de la versatilidad de Keaton y Ryder como dúo principal, e introduciendo a Ortega como un fuerte apoyo actoral. Madre e hija se encuentran en medio de una lucha por sus vidas y Beetlejuice es tan versátil y multifacético como siempre, sin perder el ritmo en su interpretación y logrando risas en cada intervención.
Asimismo, la introducción de un actor que se cree policía en el inframundo, interpretado por Willem Dafoe, logra dar en el clavo de la comedia, y agrega más carácter al guion de la cinta, escrito por Alfred Gough y Miles Millar. Junto a diferentes gags cómicos, no sería un spoiler decir que Beetlejuice Beetlejuice no se toma demasiado en serio a sí misma, sino que ofrece una mezcla de originalidad tras el lente de Burton en lo visual, mientras que cubre su cuota de fan service para las audiencias, con actores como Catherine O’Hara, Justin Theroux, Burn Gorman, Danny DeVito, Arthur Conti y Filipe Cates en papeles secundarios de peso.
Disfrutable en familia, la secuela de Burton deja en claro que aún hay más por disfrutar del fantasma que gobierna el inframundo con su carisma y locura; sin embargo, no será una historia profunda, sino una cargada de emociones, diversión y ojos saltones por doquier.
En 1988, Tim Burton se posicionó como uno de los cineastas con ese toque natural para lo bizarro y lo fantástico. Beetlejuice, en su primera entrega, nos mostró parte de la mente de Burton en cuanto a cuán cómica y espeluznante puede ser la vida después de la muerte. La cinta logró récords en taquilla y se ha mantenido como un pilar de culto en el género de horror y comedia.
Michael Keaton, tal como en aquel año, es Beetlejuice, un demonio con poderes de transformación y un don para hacer reír en la pantalla grande. Ahora, 36 años después, Burton y Keaton regresan en Beetlejuice Beetlejuice –de estreno hoy en cines nacionales–, una secuela que es tanto espeluznante como divertida y juega con los límites de los recursos visuales, siendo una mezcla entre acción viva con animación stop-motion y fade-outs de escenas de la primera cinta.
La película comienza con Lydia Deetz (con un regreso de alto nivel de Winona Ryder), quien se ha convertido en presentadora de su propio programa de televisión dedicado a entrevistar a familias cuyos hogares son habitados por fantasmas. Gracias a su experiencia con Adam y Barbara Maitland, ahora posee la habilidad de ver claramente a los fantasmas y comunicarse con ellos, haciéndola famosa en el medio.
Pero, esto ha llevado a años de distanciamiento entre ella y su hija Astrid (Jenna Ortega), lo cual es un lindo guiño a la propia relación de Lydia y su padre Charles, tras el fallecimiento de su madre. Astrid resiente la fama de su madre y la muerte de su padre, mientras que su escepticismo sobre los fantasmas la llevará a confiar en quien no debe.
En medio de los enredos familiares aparece Beetlejuice, quien desde el inframundo se encuentra perseguido por la antagonista de esta entrega, Delores (Mónica Belucci), una “chupa almas” que ha regresado de la muerte para vengarse de él. Con grapas que unen las partes de su cuerpo (desde el rostro hasta las piernas) y vestida en temible negro, Delores deambula por los pasillos del inframundo succionando el alma de los muertos hasta que desaparecen por completo.
Mientras que, en el mundo de los vivos, Lydia lucha con las visiones de Beetlejuice, quien la continúa acechando, ahora en busca de su ayuda para evitar la ira de Delores. Al mismo tiempo, Lydia pide ayuda a Beetlejuice para salvar a Astrid, quien ha descendido al inframundo por un engaño.
La trama sigue a los personajes con diversos hilos que se entrecruzan y brindan suficiente energía cómica para mantenernos interesados en todo lo que ocurre entre Lydia y Beetlejuice, así como con el resto de los personajes. Como secuela, la cinta se centra en hacernos recordar la nostalgia de los años 80, pero con un enfoque moderno en cuanto a su producción y arte.
Danny Elfman regresa como compositor en esta entrega, con su estilo único y característico que le da el sello de Beetlejuice, logrando capturarnos desde los créditos iniciales, hasta el final, con una mezcla orquestal y de canciones clásicas como Day’O (the Banana Boat Song) y Tragedy de la banda Bee Gees.
Aun así, dirigida por Burton, mantiene su esencia terrorífica y casi caricaturesca, tomando ventaja de la versatilidad de Keaton y Ryder como dúo principal, e introduciendo a Ortega como un fuerte apoyo actoral. Madre e hija se encuentran en medio de una lucha por sus vidas y Beetlejuice es tan versátil y multifacético como siempre, sin perder el ritmo en su interpretación y logrando risas en cada intervención.
Asimismo, la introducción de un actor que se cree policía en el inframundo, interpretado por Willem Dafoe, logra dar en el clavo de la comedia, y agrega más carácter al guion de la cinta, escrito por Alfred Gough y Miles Millar. Junto a diferentes gags cómicos, no sería un spoiler decir que Beetlejuice Beetlejuice no se toma demasiado en serio a sí misma, sino que ofrece una mezcla de originalidad tras el lente de Burton en lo visual, mientras que cubre su cuota de fan service para las audiencias, con actores como Catherine O’Hara, Justin Theroux, Burn Gorman, Danny DeVito, Arthur Conti y Filipe Cates en papeles secundarios de peso.
Disfrutable en familia, la secuela de Burton deja en claro que aún hay más por disfrutar del fantasma que gobierna el inframundo con su carisma y locura; sin embargo, no será una historia profunda, sino una cargada de emociones, diversión y ojos saltones por doquier.