Panamá

Violencia asola a los jóvenes: ocho asesinatos en un fin de semana

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Actualizado
  • 11/06/2024 00:00
Creado
  • 10/06/2024 19:49

Un estudiante, un deportista y otros jóvenes de barrio perecen víctimas de las balas

La pérdida de valores fundamentales y la expansión del crimen organizado en Panamá están erosionando la seguridad y el bienestar de la sociedad, dejando a su paso una estela de violencia y temor bajo el régimen de la muerte, dijo el criminólogo Marco Aurelio Álvarez. El experto se refiere a la violencia que asola el país, donde en un solo fin de semana fueron asesinadas ocho personas. Siete víctimas de armas de fuego, jóvenes entre 18 y 27 años.

El viernes pasado, un estudiante de 27 años fue asesinado y otro herido en un ataque armado que se registró en la sede regional de la Universidad de Panamá, en la provincia de Veraguas. El ataque tuvo lugar en la mañana, cuando un individuo aún no identificado disparó contra el estudiante que se encontraba en una actividad académica.

La Policía Nacional relaciona el caso con rivalidades entre pandillas.

El hecho pone de manifiesto cómo la violencia ha penetrado incluso en los espacios educativos, tradicionalmente considerados refugios seguros y centros de desarrollo personal. “La violencia pandillera irrumpe en la educación superior, evidenciando el fracaso del sistema político en proteger y prevenir la criminalidad entre los jóvenes”, señaló Álvarez.

El sábado, tres jóvenes (18, 20 y 22 años) fueron asesinados en el sector 4 de Samaria, en San Miguelito. Los tres fueron víctimas de armas de fuego. En San Miguelito, 26 personas han sido asesinadas en lo que va del año 2024.

Un día después, el domingo, otro joven de 18 años, futbolista de la Sub-17, fue asesinado en el corregimiento de María Chiquita, en la provincia de Colón. Durante una actividad deportiva, donde se libaba licor, se produjo una riña y salieron heridas seis personas, y una fue asesinada.

La tragedia ocurrió mientras se desarrollaba una liga de softball. Los asistentes a la liga eran, presuntamente, conocidos, vecinos del área y familiares. Dos sospechosos fueron aprehendidos.

La provincia de Colón es la segunda donde se registran más homicidios, solo superada por la provincia de Panamá (69). Hasta abril de este año, 35 homicidios habían sido registrados en la costa atlántica.

A sus 18 años, el joven colonense contaba con un amplio recorrido futbolístico. Fue escogido por Julio Dely Valdés para formar parte del equipo Sub-18 del Árabe Unido, donde logró debutar en la ‘Liga Prom’ en 2022. En 2023 fue convocado para la Selección Sub-17 de Panamá, representando a la nación en el Mundial de Indonesia.

Uno de los factores principales que contribuyen al aumento del crimen organizado y la violencia en Panamá es la desigualdad económica y social. La falta de oportunidades laborales, la pobreza y la exclusión social generan un caldo de cultivo para que los jóvenes se sientan atraídos por las pandillas y el crimen organizado como una via para obtener ingresos y reconocimiento social. Esta desesperanza y falta de alternativas viables impulsan a muchos a participar en actividades delictivas, lo que refuerza un ciclo de violencia y criminalidad, explicó Álvarez.

Otro factor crítico es la corrupción y la debilidad institucional. La infiltración del crimen organizado en las instituciones, incluyendo fuerzas de seguridad y sistemas judiciales, socava la capacidad del Estado para responder efectivamente al problema, agrega.

“La impunidad, la falta de aplicación de la ley y la complicidad de ciertos funcionarios permiten que las organizaciones criminales operen con relativa libertad, incrementando su influencia y alcance. Esta erosión de la autoridad estatal fomenta un entorno donde la ley del más fuerte prevalece sobre el respeto por la vida y el bienestar común”, aseguró el experto.

La proliferación de armas ilegales es un factor que amplifica la violencia. La facilidad con la que se pueden obtener armas de fuego contribuye a la escalada de conflictos y enfrentamientos, tanto entre pandillas como contra las autoridades, indicó Álvarez. Las armas no solo aumentan la letalidad de los enfrentamientos, sino que también alimentan una cultura de violencia y poder a través de la intimidación y el miedo.

“El tráfico de armas, facilitado por fronteras porosas y la falta de control efectivo, exacerba la inseguridad y la sensación de vulnerabilidad entre los ciudadanos”, concluye el experto.