Publicando Historia

Cerro Tute, el sueño rebelde de una generación

La revolución juvenil intentó comenzar en la provincia de Veraguas. Redes sociales
El grupo de jóvenes fue liderado por Floyd Britton. Redes sociales
El acontecimiento ocurrió hace 66 años. Redes sociales
  • 06/04/2025 00:00

En 1959, un grupo de jóvenes panameños intentó iniciar una revolución desde el cerro Tute, inspirado por el ejemplo cubano. Aunque la insurrección fue sofocada rápidamente, marcó un momento clave de resistencia juvenil contra la desigualdad y sigue siendo un símbolo de lucha por la justicia en Panamá

En lo alto de las montañas veragüenses, donde la neblina se mezcla con los senderos verdes y las aves cantan con libertad, un grupo de jóvenes subía con decisión por las laderas del cerro Tute. Era abril de 1959, y aquellos muchachos, en su mayoría estudiantes, caminaban con mochilas al hombro y fusiles prestados, arrastrando consigo un sueño: hacer de Panamá un país libre, justo y soberano.

Inspirados por el reciente triunfo de la Revolución Cubana, creían que el cambio radical también era posible en su tierra. Panamá vivía entonces con una profunda desigualdad social y una dependencia marcada de Estados Unidos, especialmente por la administración del Canal y su presencia en la llamada Zona del Canal. El sistema político estaba controlado por una élite que muchos consideraban ajena a los intereses del pueblo.

En ese contexto, nació el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), una agrupación clandestina de jóvenes idealistas que veía en la revolución armada una vía legítima para transformar su realidad. Su líder era Floyd Britton, un joven carismático, lector voraz y de verbo incendiario. Junto con él marchaban figuras como Eduardo Santos Blanco, Rodrigo y Polidoro Pinzón, Rubén Urieta, César Jaramillo y otros nombres que con el tiempo pasarían a formar parte de la memoria histórica del país.

El plan era sencillo, aunque ambicioso: establecer una base guerrillera en las montañas del cerro Tute, en el distrito de Santa Fe, provincia de Veraguas. Desde allí, al estilo de los rebeldes cubanos en la Sierra Maestra, esperaban consolidar un foco de resistencia popular que encendiera una revolución nacional. No contaban con grandes recursos ni con un ejército, pero sí con una fe inquebrantable en sus ideales.

Sin embargo, su intento fue detectado rápidamente por la Guardia Nacional, entonces dirigida por el capitán Omar Torrijos Herrera. El 4 de abril de 1959, apenas un día después de haber llegado al cerro, los insurgentes fueron rodeados. Se produjo un enfrentamiento breve, pero sangriento. Murieron Eduardo Santos Blanco y Rodrigo Pinzón; otros resultaron heridos, incluyendo al propio Torrijos, quien recibió un disparo en la pierna. El resto del grupo fue capturado y trasladado bajo fuertes medidas de seguridad.

El levantamiento del cerro Tute había fracasado en términos militares. Fue un movimiento fugaz, apagado antes de consolidarse. Pero su eco resonó con fuerza en todo el país. El Gobierno intentó desacreditar el suceso, tildándolo de “aventura juvenil” o de una “locura comunista”. Sin embargo, la juventud que tomó las armas no era ingenua ni irresponsable: eran ciudadanos indignados, hijos de un Panamá marginado y silenciado.

Para muchos analistas de la época, el levantamiento fue una señal temprana de que algo se estaba quebrando en el tejido político y social del país. El recién formado Partido Democracia Cristiana, por ejemplo, afirmó que el suceso era resultado del “desbarajuste político-social” que sufría Panamá debido a la ineptitud y corrupción de sus dirigentes. En otras palabras, la rebelión no era la causa del caos, sino su consecuencia.

Curiosamente, solo días después del suceso en cerro Tute, otro intento de insurrección ocurrió en Panamá, esta vez protagonizado por revolucionarios entrenados en Cuba. Fue otro esfuerzo frustrado, pero reflejaba la creciente influencia del modelo cubano en toda América Latina. La región ardía de esperanzas y temores, y Panamá no era ajena a ese fuego.

Con el paso del tiempo, el levantamiento del cerro Tute adquirió un valor simbólico que superó con creces su dimensión táctica. Representó el despertar de una conciencia crítica y combativa entre los jóvenes panameños. Muchos de los sobrevivientes, incluido Britton, siguieron participando activamente en la vida política y social del país. Britton, en particular, se convirtió en una de las figuras más emblemáticas de la izquierda panameña, hasta su desaparición forzada en 1969 bajo el gobierno militar.

El propio Torrijos, años después, lideraría un proceso de transformaciones significativas desde el poder, incluyendo la firma de los Tratados Torrijos-Carter, que devolvieron el Canal a manos panameñas. Irónicamente, aquel joven capitán que detuvo a los guerrilleros de cerro Tute se convirtió en uno de los protagonistas del nacionalismo panameño que ellos defendían desde las montañas.

Hoy, más de seis décadas después, el cerro Tute sigue siendo un sitio cargado de historia y memoria. Aquel fallido levantamiento se recuerda no como un error, sino como un gesto valiente en un tiempo de injusticia. Fue el intento de una generación de tomar el destino de su país en sus propias manos, aun sabiendo que las posibilidades estaban en su contra.

El legado de esos jóvenes insurgentes sigue vigente. No por lo que lograron en el campo de batalla, sino por lo que representaron: la dignidad de no conformarse, el coraje de soñar en grande, y la voluntad de actuar frente a la opresión. El levantamiento del cerro Tute es una página breve pero intensa en la historia panameña. Una página escrita con sangre, con esperanza y con la convicción de que ningún pueblo está destinado a permanecer de rodillas.

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