Elisa Pavón: ‘¿Qué fotografió para merecer un disparo de un francotirador?’
- 20/12/2024 05:38
- 19/12/2024 19:45
El fotógrafo llegó a Panamá sin saber que sería invadido por EE.UU. Eligió hacer periodismo y pagó por ello. Su familia, 35 años después, aún se pregunta por qué mataron a Juantxu Rodríguez La hoja de contacto fotográfico 12131 no deja dudas, el retrato del hospital, subrayado en rojo, era el que debía enviarse a la redacción en Madrid. Una imagen cruda, solemne, que rompía un silencio sin saberlo. Entre los negativos con saqueos y caos, está una nota de Juantxu Rodríguez escrita a mano hace 35 años: “Panamá. 1989”. El fotoperiodista español llegó al país pocos días antes de que Estados Unidos invadiera. Para entonces, Washington recién ensayaba su política de “pool informativo”, un férreo control del Pentágono sobre los corresponsales en coberturas de conflictos. La mala prensa que dejaron las masacres registradas por los periodistas durante la guerra de Vietnam, no debía repetirse
Juantxu, que no era del pool, consiguió quedarse en la embajada de España, a cuatro cuadras del Hospital Santo Tomás, cuya morgue visitó dos veces. Primero como fotógrafo, captando la histórica imagen de los primeros muertos que saturaban el hospital, y luego como víctima. “¿Qué fotografió para merecer un disparo de un francotirador y que además, le asaltaran la bolsa y le robaran el material?”, se pregunta Elisa Pavón, representante de la familia Rodríguez, sobre el porqué marines estadounidenses mataron al hermano de su esposo.
La periodista y activista de derechos humanos, habló en exclusiva para el especial de La Decana a 35 años de la invasión. No hay justicia ni verdad, asegura, cuando la versión oficial se “resquebraja”.
¿Cómo llegó Juantxu a Panamá en medio de la crisis de 1989? Él estaba haciendo un reportaje para El País con la periodista Maruja Torres sobre el papel de los jesuítas en América Latina, se dirigía a El Salvador. Cortaron el espacio aéreo y tuvo que aterrizar en Panamá. Quedó retenido en Aduanas y el embajador español, Tomás Lozano, salió en su búsqueda y lo llevó a su residencia. Ahí se quedó la noche de la invasión. Él salió y lo primero que encontró fue la morgue del Hospital Santo Tomás. A partir de ahí me imagino que se le debieran disparar todas las energías de contar lo que estaba pasando.
¿Qué se sabe de las circunstancia de su muerte? Inicialmente, nos hemos circunscrito a la historia que ha contado Maruja, puesto que era la que estaba con él. Parecía que fue un fuego cruzado, entre una tanqueta y francotiradores en el hotel Marriott. Las circunstancias, los hechos, los años y las investigaciones nos han demostrado que no fue así, no murió en una ráfaga accidental (...) el médico forense que había hecho la autopsia de Juantxu, dijo que le había dado un disparo en el ojo y debió ser de un francotirador. Fue certero con destrucción absoluta de la masa cerebral y con salida, con lo cual era una bala de un calibre muy grande, no de una metralleta rápida.
El área del hotel Marriott, en teoría controlada por los EEUU, era el hotel de corresponsales extranjeros... Él no se estaba quedando en el Marriott. Era como un lugar seguro a donde se tenía que dirigir, para dejar material, para encontrarse con su compañera. Sabemos que contactó con un periodista de la agencia EFE y recorrió todos los escenarios de la invasión. Evidentemente, llamó la atención por una cuestión, hacía fotos y las transmitía en directo. Esa fotografía del hospital era una alerta roja para los medios de comunicación en España, diciendo, aquí está muriendo gente. De hecho, el mismo día 21 de diciembre, que le matan, por la tarde, destrozaron las instalaciones de la agencia EFE. Testimonios de nuestra investigación durante estos años, revelan que ese hotel era de todo menos seguro para los periodistas. ¿Qué fotografió para merecer un disparo de un francotirador y que además le asaltaran la bolsa y le robaran el material?
¿Qué pasó luego? Quedó inmediatamente rodeado de militares, ahí le debieron sacar todo el material porque Juantxu tenía mil libretas, escribía todo. Hecho en falta las libretas de Panamá, donde se sacaba las frases con las que luego iba a titular sus fotos, frases que escuchaba de la gente. Sabemos que llegó a la morgue en un camión militar estadounidense. Hay piezas que no me encajan (...) he llegado a un nivel de convencimiento de que Juantxu estuvo vigilado en todos sus movimientos en Panamá.
En algún momento mencionaste que la foto de la morgue era poderosa ¿por qué? Para mí es icónica, estaba demostrando que en Panamá estaba habiendo muertos. A raíz de esa foto, nunca me valió la versión estadounidense de que había sido una invasión “limpia”. Había diez víctimas, las nueve de la foto y Juantxu. Por lo menos eso es lo que mi lucha defendía. Pero también nos ha significado un gran conflicto durante 35 años. Hemos trabajado en recordar a Juantxu por cómo vivió y no por cómo murió. Mucha gente me ha preguntado que no permitimos poner la foto de Juantxu muerto, ensangrentado con su cámara, pero si ponemos los muertos de la morgue.
¿Un conflicto por qué? Me sentía mal con esas familias. Entendía que, igual que está mi suegra llorando por Juantxu, a esas familias les iba a doler igual ver esas fotos, pero si no sacaba la foto nadie iba a saber que existían esas víctimas. Entonces la he puesto en todos lados y todos los 20 de diciembre; decidimos ser consecuentes, no solamente reclamar justicia para Juantxu, sino también para todas las demás víctimas panameñas y también para la propia memoria histórica de vuestro país. No puede llegar una potencia a arrasar y matar, para luego irse “de rositas”. Y que después, encima no preguntemos. Hay un silencio impuesto y complicidad, a todos los niveles: social, periodístico y gubernamental.
¿Qué les ha dicho el gobierno de EEUU? El gobierno de EEUU solamente dijo que ellos no se hacen responsables de las acciones de sus soldados en el exterior y por lo tanto no hay nada que reclamar. Al gobierno español le valió, a mis suegros les tuvo que valer porque no había otra opción...a sus hermanos y a mí no nos valió, tampoco a los compañeros de la prensa.
Hablas de complicidad, ¿de quién? En el caso que yo defiendo, siento cómplice a todo el mundo. Los distintos gobiernos de España desde aquel año y luego ¿cómo que EEUU no se hace responsable? Esto está en manos de la sociedad civil, tenemos la obligación moral de exigir a nuestros gobiernos que respeten, salvaguarden y protejan nuestros derechos humanos.
¿Crees que las fotos del Santo Tomás le pudieron costar la vida a Juantxu? No sé, pero desde luego su papel como testigo incómodo sí, estaba en todos lados. No es la única fotografía que hay.
Revisé los trabajos de Juantxu antes de la invasión, la mayoría con una mirada social... Todo lo que ha hecho Juantxu es social. En el País Vasco, donde vivía, se iba a dar una reconversión industrial. Eso suponía una devastación porque era una zona de mucha fábrica e iban a desaparecer miles de puestos de trabajo (...) él decía, “yo esto lo tengo que contar”. En sus ratos libres salía a hacer fotos de la gente y cómo iba verse afectada. Juantxu decía una frase: ante todo somos personas.
¿Cómo se entera tu familia de su muerte? Por la televisión. Su madre, Antonia, dejó de vivir ese día. Volvió a la vida cuando ha sido abuela. Ella aún tiene en mente esa ráfaga de metralla y una sola bala que le dio a su hijo por “mala suerte”, desde esa “mala suerte” le llora el alma. A su padre, que ya falleció, le dolía tanto que no era capaz ni de verbalizarlo y Javi, mi marido, asumió la lucha conmigo por la verdad.
Tú has liderado la lucha por Juantxu, cuando miras hacia atrás ¿qué ves? Que la justicia no está completa, y no lo está porque no se sepa que no hay un culpable, deberíamos gritar a los cuatro vientos el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que dice que EEUU es responsable de la muertes de Juantxu y cientos de personas. Tiene que pagar y no digo pagar en dinero, se le tiene que caer la cara de vergüenza... y honestamente, a los gobiernos panameños también, por no hacer nada.
Las víctimas y familiares están cansados de que la justicia no llega. ¿Qué les dirías? Esto agota, es muy duro. Más bien le hablaría a la ciudadanía panameña ¿Cómo permitís que haya personas que se sienten solas en esa lucha? ¿Porque, por qué, el pueblo panameño se calla? No soy yo quien tiene que decirle algo a las víctimas, ni darles consuelo o darles consuelo, sois vosotros, las nuevas generaciones, las que tienen que pedir explicaciones a los responsables.
¿Podrá haber perdón y paz, entre tanto dolor e indolencia? El perdón no lo buscas ni lo das, el perdón llega cuando sanas el alma, nosotros no tenemos un señor al que señalar con el dedo por matar a Juantxu. Seguramente ellos tienen su nombre, estoy seguro que nunca sabremos quién es. Pero hay un responsable histórico, EEUU. No puede ir por el mundo invadiendo, pensando que es Dios y quitando vidas.
¿Has pensado en perdonar al gobierno de EEUU por lo que hizo? Creo que sería capaz de perdonar si algún día veo a un presidente estadounidense, ponerse rojo de la vergüenza y decir: sí, invadimos Panamá, no era una causa justa y asesinamos en Panamá. Cuando llegue ese día, perdonaré.
La hoja de contacto fotográfico 12131 no deja dudas, el retrato del hospital, subrayado en rojo, era el que debía enviarse a la redacción en Madrid. Una imagen cruda, solemne, que rompía un silencio sin saberlo. Entre los negativos con saqueos y caos, está una nota de Juantxu Rodríguez escrita a mano hace 35 años: “Panamá. 1989”. El fotoperiodista español llegó al país pocos días antes de que Estados Unidos invadiera. Para entonces, Washington recién ensayaba su política de “pool informativo”, un férreo control del Pentágono sobre los corresponsales en coberturas de conflictos. La mala prensa que dejaron las masacres registradas por los periodistas durante la guerra de Vietnam, no debía repetirse
Juantxu, que no era del pool, consiguió quedarse en la embajada de España, a cuatro cuadras del Hospital Santo Tomás, cuya morgue visitó dos veces. Primero como fotógrafo, captando la histórica imagen de los primeros muertos que saturaban el hospital, y luego como víctima. “¿Qué fotografió para merecer un disparo de un francotirador y que además, le asaltaran la bolsa y le robaran el material?”, se pregunta Elisa Pavón, representante de la familia Rodríguez, sobre el porqué marines estadounidenses mataron al hermano de su esposo.
La periodista y activista de derechos humanos, habló en exclusiva para el especial de La Decana a 35 años de la invasión. No hay justicia ni verdad, asegura, cuando la versión oficial se “resquebraja”.
Él estaba haciendo un reportaje para El País con la periodista Maruja Torres sobre el papel de los jesuítas en América Latina, se dirigía a El Salvador. Cortaron el espacio aéreo y tuvo que aterrizar en Panamá. Quedó retenido en Aduanas y el embajador español, Tomás Lozano, salió en su búsqueda y lo llevó a su residencia. Ahí se quedó la noche de la invasión. Él salió y lo primero que encontró fue la morgue del Hospital Santo Tomás. A partir de ahí me imagino que se le debieran disparar todas las energías de contar lo que estaba pasando.
Inicialmente, nos hemos circunscrito a la historia que ha contado Maruja, puesto que era la que estaba con él. Parecía que fue un fuego cruzado, entre una tanqueta y francotiradores en el hotel Marriott. Las circunstancias, los hechos, los años y las investigaciones nos han demostrado que no fue así, no murió en una ráfaga accidental (...) el médico forense que había hecho la autopsia de Juantxu, dijo que le había dado un disparo en el ojo y debió ser de un francotirador. Fue certero con destrucción absoluta de la masa cerebral y con salida, con lo cual era una bala de un calibre muy grande, no de una metralleta rápida.
Él no se estaba quedando en el Marriott. Era como un lugar seguro a donde se tenía que dirigir, para dejar material, para encontrarse con su compañera. Sabemos que contactó con un periodista de la agencia EFE y recorrió todos los escenarios de la invasión. Evidentemente, llamó la atención por una cuestión, hacía fotos y las transmitía en directo. Esa fotografía del hospital era una alerta roja para los medios de comunicación en España, diciendo, aquí está muriendo gente. De hecho, el mismo día 21 de diciembre, que le matan, por la tarde, destrozaron las instalaciones de la agencia EFE. Testimonios de nuestra investigación durante estos años, revelan que ese hotel era de todo menos seguro para los periodistas. ¿Qué fotografió para merecer un disparo de un francotirador y que además le asaltaran la bolsa y le robaran el material?
Quedó inmediatamente rodeado de militares, ahí le debieron sacar todo el material porque Juantxu tenía mil libretas, escribía todo. Hecho en falta las libretas de Panamá, donde se sacaba las frases con las que luego iba a titular sus fotos, frases que escuchaba de la gente. Sabemos que llegó a la morgue en un camión militar estadounidense. Hay piezas que no me encajan (...) he llegado a un nivel de convencimiento de que Juantxu estuvo vigilado en todos sus movimientos en Panamá.
Para mí es icónica, estaba demostrando que en Panamá estaba habiendo muertos. A raíz de esa foto, nunca me valió la versión estadounidense de que había sido una invasión “limpia”. Había diez víctimas, las nueve de la foto y Juantxu. Por lo menos eso es lo que mi lucha defendía. Pero también nos ha significado un gran conflicto durante 35 años. Hemos trabajado en recordar a Juantxu por cómo vivió y no por cómo murió. Mucha gente me ha preguntado que no permitimos poner la foto de Juantxu muerto, ensangrentado con su cámara, pero si ponemos los muertos de la morgue.
Me sentía mal con esas familias. Entendía que, igual que está mi suegra llorando por Juantxu, a esas familias les iba a doler igual ver esas fotos, pero si no sacaba la foto nadie iba a saber que existían esas víctimas. Entonces la he puesto en todos lados y todos los 20 de diciembre; decidimos ser consecuentes, no solamente reclamar justicia para Juantxu, sino también para todas las demás víctimas panameñas y también para la propia memoria histórica de vuestro país. No puede llegar una potencia a arrasar y matar, para luego irse “de rositas”. Y que después, encima no preguntemos. Hay un silencio impuesto y complicidad, a todos los niveles: social, periodístico y gubernamental.
El gobierno de EEUU solamente dijo que ellos no se hacen responsables de las acciones de sus soldados en el exterior y por lo tanto no hay nada que reclamar. Al gobierno español le valió, a mis suegros les tuvo que valer porque no había otra opción...a sus hermanos y a mí no nos valió, tampoco a los compañeros de la prensa.
En el caso que yo defiendo, siento cómplice a todo el mundo. Los distintos gobiernos de España desde aquel año y luego ¿cómo que EEUU no se hace responsable? Esto está en manos de la sociedad civil, tenemos la obligación moral de exigir a nuestros gobiernos que respeten, salvaguarden y protejan nuestros derechos humanos.
No sé, pero desde luego su papel como testigo incómodo sí, estaba en todos lados. No es la única fotografía que hay.
Todo lo que ha hecho Juantxu es social. En el País Vasco, donde vivía, se iba a dar una reconversión industrial. Eso suponía una devastación porque era una zona de mucha fábrica e iban a desaparecer miles de puestos de trabajo (...) él decía, “yo esto lo tengo que contar”. En sus ratos libres salía a hacer fotos de la gente y cómo iba verse afectada. Juantxu decía una frase: ante todo somos personas.
Por la televisión. Su madre, Antonia, dejó de vivir ese día. Volvió a la vida cuando ha sido abuela. Ella aún tiene en mente esa ráfaga de metralla y una sola bala que le dio a su hijo por “mala suerte”, desde esa “mala suerte” le llora el alma. A su padre, que ya falleció, le dolía tanto que no era capaz ni de verbalizarlo y Javi, mi marido, asumió la lucha conmigo por la verdad.
Que la justicia no está completa, y no lo está porque no se sepa que no hay un culpable, deberíamos gritar a los cuatro vientos el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que dice que EEUU es responsable de la muertes de Juantxu y cientos de personas. Tiene que pagar y no digo pagar en dinero, se le tiene que caer la cara de vergüenza... y honestamente, a los gobiernos panameños también, por no hacer nada.
Esto agota, es muy duro. Más bien le hablaría a la ciudadanía panameña ¿Cómo permitís que haya personas que se sienten solas en esa lucha? ¿Porque, por qué, el pueblo panameño se calla? No soy yo quien tiene que decirle algo a las víctimas, ni darles consuelo o darles consuelo, sois vosotros, las nuevas generaciones, las que tienen que pedir explicaciones a los responsables.
El perdón no lo buscas ni lo das, el perdón llega cuando sanas el alma, nosotros no tenemos un señor al que señalar con el dedo por matar a Juantxu. Seguramente ellos tienen su nombre, estoy seguro que nunca sabremos quién es. Pero hay un responsable histórico, EEUU. No puede ir por el mundo invadiendo, pensando que es Dios y quitando vidas.
Creo que sería capaz de perdonar si algún día veo a un presidente estadounidense, ponerse rojo de la vergüenza y decir: sí, invadimos Panamá, no era una causa justa y asesinamos en Panamá. Cuando llegue ese día, perdonaré.