Nacional

A pesar del riesgo, un grupo de gunas de Gardí Sugdub quiere mantenerse en la isla

Mujer guna transita sobre los caminos inundados de la isla Gardí Sugdub. Roman Dibulet | La Estrella de Panamá
Con el paso de la lluvia, una mujer guna descansa en su hamaca después de poner sus enseres sobre palos o bolsa de plástico. Roman Dibulet | La Estrella de Panamá
Mujer guna de la isla Gardí Sugdub esperando ser trasladada a tierra firme para llegar a su nueva hogar: la barrida Nuevo Cartí. Roman Dibulet | La Estrella de Panamá
Niños y jovenes de la isla Gardí Sugdub caminan bajo la lluvia y sobre charcos para llegar a sus hogares. Roman Dibulet | La Estrella de Panamá
Familias de la isla Gardí Sugdub hablan mientras la lluvia para y deja a su paso charcos por todos los caminos. Roman Dibulet | La Estrella de Panamá
Actualizado
  • 10/06/2024 00:00
Creado
  • 09/06/2024 21:32

Mientras unos se preparaban para iniciar una vida nueva en tierra firme, otros critican el rol que se ha jugado para combatir los problemas que enfrenta la isla, con el aumento del nivel del mar y el hacinamiento

Que el aumento del nivel del mar crezca 3.4 milímetros por año, no es una gran preocupación para un grupo de gunas que viven en la isla Gardí Sugdub, en la comarca Guna Yala de Panamá.

Con cemento y bloques, estas personas han decidido construir nuevos hogares sobre una isla, que según las autoridades, está afectada por el cambio climático y, por lo tanto, se ha decidido trasladar a su población a tierra firme.

“No es el aumento del nivel del mar nuestra mayor preocupación, es el hacinamiento, porque la isla se quedó chica con tantas personas que había. No somos desplazados climáticos”, dijo un morador a este medio, que prefirió no dar su nombre por el consideró ‘el riesgo a represalias’.

Carlos -el seudónimo que usaremos para distinguirlo en esta nota- conversaba sobre el descontento que le genera todo lo que se decía fuera de la isla. Mientras hablaba, en el fondo se escuchaban los trabajos de un grupo de hombres gunas que reforzaban cuatro pilotes y dos muros de cemento, que, a simple vista, serán la base de una casa de dos pisos.

Este modelo contrasta mucho con la precariedad que presentan las otras viviendas que se encuentran sobre pisos de tierra, paredes y techo de caña, madera y hoja de zinc, que están ubicadas a escasos metros y conectadas entre pequeñas veredas.

Los vecinos de Carlos recién retomaban la jornada, que se vio interrumpida con la fuerte lluvia que cayó por alrededor de hora y media, y que inundó con enormes charcos los pequeños pasillos o veredas.

La faena de estos hombres se daba en medio de la activación de la operación “Dulup” que organizó un grupo de autoridades panameñas para ayudar a las familias de la isla a trasladar sus enseres al puerto para que fueran ubicadas en lanchas hasta tierra firme y, posteriormente, ser enviadas al proyecto urbanización denominado Nuevo Cartí.

La mudanza, que inició del 3 y finalizó el 6 de junio del 2024, es el primer desplazamiento humano de América Latina provocado por el cambio climático, según el organismo dedicado al desplazamiento de personas, Displacement Solution.

El tema tomó relevancia en medios nacionales e internacionales, ya que se trataba de 300 familias con una población de 1,785 personas, que se irían a Nuevo Cartí. Se trataba de un proyecto de casas cuya construcción estaba subsidiada, que cuenta con sistema de acueducto pluvial, pozo de agua, electricidad, parque deportivo, escuela y centro de salud. La urbanización también preservará las tradiciones y costumbres propias de la cultura guna con la Casa de la Chicha y la Casa del Congreso.

Los detalles del proyecto y de la operación se dieron en una conferencia de prensa realizada en la Casa del Congreso dentro de la isla, que terminó convirtiéndose en el refugio perfecto en medio de la lluvia, que inundó gran parte de la zona.

Las imágenes eran las mismas, estudiantes corriendo de un lado a otro con paraguas, madres guardando todo en bolsa para evitar que se mojaran, mientras otros optaban por refugiarse en pequeños techos.

Adentro, bajo el foco de las cámaras y con la imagen de la bandera de la comarca Guna Yala, el saila, José Davis, calificó el traslado como “una verdadera fiesta”. Lo dijo mientras se presentaba con los pies descalzos, los pantalones doblados hasta el tobillo, camisa manga larga y gorro, la vestimenta que tradicionalmente usa.

La Casa del Congreso, es ese lugar importante donde los gunas se reúnen para rezar, discutir temas importantes o hablar con el saila.

Más allá de lucir la bandera de la comarca Guna Yala, su decoración se compone de fotos de otras autoridades tradicionales y un cartel que dice: El pueblo que pierde su tradición, pierde su alma.

Una premisa a la que están aferrada, tanto Carlos como sus vecinos, que pese a escuchar todo lo que se creó en Nuevo Cartí, siguen sin sentirse conformes.

Por ejemplo, uno habló que el agua será uno de los grandes problemas en la nueva barriada. Otro mencionaba que ha escuchado que no existe un plan sobre los desechos sólidos y otra voz en el fondo relataba que mudarse representaba asumir costos de agua, luz y gas, que antes no eran parte de su presupuesto.

Lo antes mencionado contrasta con lo dicho por las autoridades panameñas que han explicado que más allá de solucionar el problema de hacinamiento, en la isla no existían acceso de agua potable, luz eléctrica y control de sanidad, lo que si existirá en la nueva comunidad. Asimismo confirmaron que la zona podría colapsar por el peso de tantas viviendas, en las que sus bordes peligran y, ante la subida del agua, el nivel freático debilitaba las estructuras, las cuales ya no son seguras para sus habitantes.

Carlos recordó que una de las cosas que más le molesta es precisamente todo lo que se está informando en la isla. “Me han escrito de España personas preocupadas que solo leen o ven noticias que mencionan de un hundimiento cuando no es así”, dijo. “Tampoco nos consideramos desplazados climáticos como dicen, porque nuestro problema es el hacinamiento”, añadió.

Si bien las declaraciones de los medios se dan en base a las autoridades oficiales como comarcales, un vecino de Carlos salió al paso para decir que incluso están en desacuerdo con todo lo que ha dicho el saila, que a su juicio, no dice la verdad, ni “la realidad que viven todos los moradores”.

“Nosotros queremos quitar al saila de ese cargo, porque no estamos a gusto con su trabajo. Sabemos que él tiene influencias de otras personas. Si usted quiere saber la verdad de la isla acérquese a las casas y hable con las familias”, dijo el vecino de Carlos, quien tampoco quiso dar su nombre.

Datos del Ministerio de Gobierno dan cuenta que los indígenas guna, desde los años 90, ya se habían dado cuenta que las casas de estas islas se llenaban de agua. Ahora se calcula que para el 2100 todas las ínsulas del archipiélago San Blas, conformado por 39 islas, desaparecerán bajo las aguas, de las cuales la más densamente poblada es Gardí Sugdub (cuyo nombre en guna se traduce como la isla de los cangrejos). Esta isla se conformó por un centenar de personas pertenecientes a la comunidad guna y que sus ancestros llegaron a esta zona hace tres siglos, huyendo de territorios ocupados por los conquistadores panameños.

Si bien, los gunas son uno de los pueblos indígenas más autónomos del mundo, su forma de autogobierno, independiente del Estado panameño, les ha permitido hacer frente a la intromisión en su cultura y sus valores, la vuelta a tierra firme supone una nueva vinculación con el país.

Pero con la resistencia de ciertos grupos en abandonar la isla, el ministro de Vivienda y Ordenamiento Territorial, Rogelio Paredes, contó que restarle importancia a los datos del aumento de nivel del mar sólo chocará con la realidad porque el cambio climático llegó para quedarse.

“No es que a mi me parezca que se deben quedar aquellos que no se quieran ir porque todos se deben mudar. Me parece que es lo lógico, pero siempre hay cierto nivel de resistencia de algunos al cambio, precisamente, por el arraigo. Pero tarde o temprano pueden estar seguros de que se van a ir cuando el agua llegue a niveles que impida caminar en medio de la isla. No importa cuánto la quieres, sino que efectivamente se van a ir moviendo”, contó el funcionario.

Carlos reconoció que el nivel del mar sí está subiendo, pero explica que eso es relativo porque a veces el agua llega hasta el tobillo y vuelve a bajar. Sostuvo que los riesgos que suponen este comportamiento no los ve como algo que va a pasar en los próximos días o meses. Asimismo, criticó la forma en que han querido mostrar a Gardí Sugdub, con el aumento del nivel del mar. “Si fuera como dicen que el agua está subiendo, entonces, todas las islas estarían hundidas o afectadas, pero por qué sólo hablan de Gardí Sugdub, en este momento”, cuestionó Carlos, quien decidió retirarse y regresar con su familia dentro de la isla que siempre ha sido su hogar.