Interamericana, carretera ‘infernal’

Escapar del ritmo acelerado de la ciudad de Panamá, hacia el interior del país, es una de las prácticas más extendidas entre los capitalinos. Ya sea por un fin de semana, cuando la quincena alcanza para el ocio necesario, durante Semana Santa, fiestas patrias o la tradicional juerga del carnaval. Desde los años 60 el Puente de Las Américas –y antes con los ferrys-, simbolizaba el prólogo de lo que serían días de descanso, fiesta, o aventuras memorables por el resto de la geografía nacional. Hoy, solo representa el inicio de una pesadilla interminable de automóviles atascados, por horas, en medio de tranques injustificados. ¿Cómo es posible que la carretera Interamericana, la principal vía terrestre de la nación y la única que conecta de este a oeste el país, tenga uno de los peores flujos vehiculares de Panamá? El insuficiente mantenimiento, el desorden institucional en la gestión vial, la pobre educación de los conductores y la falta de planificación urbana en las afueras de la ciudad, son algunas de las causas. Y si a lo anterior se suma un accidente de tránsito o una protesta con cierre de calle, la receta para el caos está servida. En una nación que se ufana de ser vanguardia en materia logística y aspirar a ser un “hub” de la región, es intolerable el sufrimiento por los tranques infernales en la Interamericana; es un atentado contra la actividad económica que utiliza esta vía y un problema de seguridad nacional en caso de emergencias. El nuevo gobierno tiene la oportunidad de enfrentar este problema con soluciones concretas. Si el presidente José Raúl Mulino quiere dejar un legado de estadista, liberar la Interamericana debe ser una de sus prioridades.