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Y tú, ¿también te quieres bajar?

Actualizado
  • 29/01/2025 00:00
Creado
  • 28/01/2025 18:14

Hace mucho tiempo surgió una frase, mal atribuida a la genial Mafalda, que decía “paren al mundo que me quiero bajar”; su creador, Quino, al preguntársele, respondió cándidamente que Mafalda nunca hubiera dicho esa clase de expresión, pues ella era muy emprendedora, según afirmó en una entrevista que dio allá por el año 2007.

Hoy, tantos años después, hay muchos que podríamos alinearnos con esa frase, al ver cómo este mundo pareciera “descoserse”, tal pelota de béisbol. Por un lado tenemos una guerra en Europa, totalmente innecesaria, si no fuera por el capricho expansionista de un solo hombre. De esos que cuando trata de explicar las razones que lo llevaron a invadir a su vecino, va cambiando de razones a medida que habla. Por esos mismos lares, tenemos a varios países con excesiva cantidad de inmigrantes, de esos que no se integran a la sociedad a la cual migran, sino que quieren imponer las costumbres que traen en sus espaldas, quizás las mismas que llevaron al deterioro de esos mismos países de donde escapan.

Cruzando el mar que los divide, nos han hablado de un supuesto “alto al fuego” a cambio de intercambio de prisioneros en una guerra que tiene casi tantos años como la humanidad en sí. Lo peor de este confrontamiento es que “desde mi balcón” no hay una salida real, pues la anhelada paz de la región depende del aniquilamiento de una de las partes, que es militarmente más poderosa y con mejores relaciones internacionales. La supuesta convivencia armoniosa que se pretende dura lo mismo que el pañal de un bebé sin ensuciarse.

En el Lejano Oriente, tienes a una de las superpotencias amenazando con “recuperar” a la provincia rebelde, lo cual, si se diera, pudiera enfrentarla a otra de esas potencias. Mientras tanto, el gordito simpático del norte sigue jugando a equivocarse, retando a su hermana del sur a jugar la ruleta rusa para ver quién tiene la pistola cargada; el problema es que quien más tira del gatillo más corre el riesgo de salir quemado. Y así, llegamos al otro lado del mundo... Al nuestro.

Somos un continente variado, porque es uno solo, aunque haya quienes digan lo contrario. Y para quienes no dieron esa clase en la escuela, América fue nombrada en honor al explorador florentino nacionalizado castellano Américo Vespucio (Amerigo Vespucci), quien visitó el nuevo mundo en dos ocasiones “descubriendo” para la Corona española un pasaje por lo más sur del continente. Fue Martín Waldseemüller, un cartógrafo alemán, quien en 1507 publicó un planisferio (mapa) con el nuevo continente denominándolo como “América”, en honor al renombrado explorador.

Dentro del continente hay varias regiones, algunas más distintas que otras. Un Cono Sur con mucha influencia europea, donde de los cinco países que lo conforman hay corrientes de izquierda y de derecha de todos los colores. Si seguimos hacia arriba, tenemos países que cambian de presidente casi que como el bebé de arriba y otros que a pesar de que votan por un candidato, el premio se lo lleva otro. Y nuestro vecino inmediato, presidido por un exguerrillero, que trata de ser de izquierda, pero no ha logrado nada concreto ni por el desarrollo ni por el pueblo a quien dice representar.

Una región central que está pintada de tantos colores como arcoíris. Dos presidentes que pasaron por encima de la propia Constitución, pues el país los necesita y no hay nadie más que puede “salvar” a su país. Otros menos radicales que tratan de superar las herencias que les dejaron sus antecesores, algunos con más capacidad que los otros, pero bueno. En el nuestro, uno que llegó sin relevo, abrumado desde adentro y desde afuera. Con un convicto asilado que aún no se ha convencido de que no es el presidente. De hecho, soy de los que luego de mucho analizar, llego a la conclusión de que, de haber podido correr, el enfermo, no hubiera ganado. Pero eso es harina para otro costal.

Seguimos hacia el norte y nos encontramos con tres países diferentes. Uno latino, con gran influencia indígena (quizás de los grupos indígenas más inteligentes que ha habido), pero que está cooptado por la narcomafia y gobernado por personas que no necesariamente son las más capaces. Hay sus excepciones y aclaro esto, pues no me gusta generalizar. Su vecino del norte acaba de cambiar de rumbo y, quien se vendió como el salvador de una población frustrada y sin muchas opciones, ha empezado a sacar las uñas y, si lo calificamos por los primeros decretos emitidos, puedo aseverar que no nos equivocamos. Ya parte de su base, la más religiosa, está empezando a despertar. Recientemente leí un mensaje en la red X donde hasta una de sus mayores y fervientes fanáticas, de las que aplaudía todas las locuras del agente naranja, pedía excepciones para cubanos, venezolanos y nicas.

Lo que es verdad es que iniciamos cuatro años montados en una montaña rusa. A amarrarse bien los cinturones, pues al igual que nos pasó con el loco, habrá que adivinar con qué se sale el día siguiente y cuidado pues, también termina “bajo otra bandera”.