Y apenas estamos comenzando
- 14/03/2025 00:00
- 13/03/2025 15:43
Tras Carnaval, Panamá enfrenta retos: tensiones globales, debate portuario y reforma de la CSS. Diputados, en la mira; la economía, vulnerable. ¡A fajarse! Se acabaron los carnavales e iniciamos la Cuaresma, época del año cuando el mundo católico se prepara para la Semana Santa.
La verdad no sé ni por dónde empezar a hacer un balance de los días previos al carnaval hasta hoy cuando escribo este artículo de opinión, pues hubo tantos acontecimientos a nivel nacional como internacional, que uno no sabe si analizarlos o ponerse a llorar.
Si empezamos por las consecuencias de las medidas que está tomando el nuevo inquilino de la Casa Blanca, estas han producido un sismo de gran impacto no solo en su tradicional área de incidencia directa, léase el continente americano, en singular, pues, solo hay uno, sino que en sus tradicionales socios y aliados en la Europa occidental.
Los países europeos, muchos de los cuales lucharon juntos durante la II Guerra Mundial, hoy no están alineados con los estadounidenses y, más bien, pareciera que constituyen un nuevo bloque o grupo de naciones democráticas que no comulgan con la forma de hacer negocio y mucho menos cómo lidiar diplomáticamente con algunas naciones del Oriente, África y el Medio Oriente. Digo un nuevo bloque, pues no solo quieren ampliar la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sino que están dispuestos a que Estados Unidos de América continúe por otro camino.
Suena irónico, pero es un camino totalmente distante del que tanto se alejaron grandes líderes estadounidenses como Eisenhower, Reagan, Kennedy, Obama y tantos otros, a quienes el mundo los veía no solo como al representante de la nación más poderosa del mundo, sino como a una persona que gozaba de mucho respeto y dignidad.
Lo que se está viendo actualmente es como si el “pela’o malo” de la escuela, el mismo que trató varias veces de hacerse el más notorio de la escuela y nunca lo lograba, hubiere regresado y, luego de haber acusado a todos de mal portados, abusadores y ladrones, quiere ahora demostrar que sí puede llegar a ser el peor de la escuela.
Hace muchos años aprendí que el respeto es algo que no se puede comprar ni imponer. Uno tiene que ganárselo. Ese derecho no es fácil, pues muchas veces uno debe salirse del camino retorcido, por el que “todo el mundo pasa” y construir un nuevo camino, lo cual no es fácil ni libre de controversia.
El tema de la operación de los puertos, porque no se ha vendido ninguno, huele como a rancio, y desde mi balcón me parece que es un “cuento chino” donde solo un grupo no estábamos enterados de lo que se venía. Hay que comprar pop corn y sodas para ver si aplaudimos o nos preocupamos.
Mientras tanto, en Panamá se sigue en el proceso de discusión y aprobación de la nueva ley que deberá regir una de las más importantes instituciones de todo el país. No sé cómo es tan difícil para algunos diputados, que aparte de ser desmemoriados, sufren de ese falso síndrome de popularidad, que se ha generalizado con el uso de las redes sociales. O al menos así lo piensan ellos.
Anteriormente, se les había sugerido a esta nueva generación de diputados que, si emitían su voto para calmar las aguas turbulentas causadas por un par, repito unos cuantos seudolíderes alborotadores profesionales, que han venido perdiendo el poco poder de convocatoria real del cual gozaron en algún momento o por supuestos líderes políticos, los votantes les pasaremos la factura en el 2029.
La propuesta que entró a la Asamblea no es la misma que salió del primer debate y menos saliendo del segundo debate. Esto, lo más probable es que pudiera llevar al presidente de la República a vetarlo, y ojalá haya el porcentaje necesario dentro de la Asamblea para que tengan que regresarlo al primer debate y ser un poco más sensatos y aprobar una ley que le sirva al país. Esto no se trata de servir de árbitro y mucho menos de complacer a un grupo específico o al otro; esto es como salvar a la CSS de una catástrofe económica inimaginable.
No hemos hablado de los carnavales, pero si ya la situación económica de gran cantidad de panameños era precaria, con las fiestas de Momo antes del colegio, presagio unos “problemitas” adicionales, que si no se manejan como debe ser, nos puede explotar el globo en la cara; aunque las calificadoras han reducido sus preocupaciones por Panamá, la recomendación sigue siendo que no bajemos la guardia. Esto es solo un comentario, pero no se necesita una bola de cristal para adivinar lo que se nos viene encima. A ponernos los pantalones largos, porque lo que viene no es fácil.
*El autor es analista político
Se acabaron los carnavales e iniciamos la Cuaresma, época del año cuando el mundo católico se prepara para la Semana Santa.
La verdad no sé ni por dónde empezar a hacer un balance de los días previos al carnaval hasta hoy cuando escribo este artículo de opinión, pues hubo tantos acontecimientos a nivel nacional como internacional, que uno no sabe si analizarlos o ponerse a llorar.
Si empezamos por las consecuencias de las medidas que está tomando el nuevo inquilino de la Casa Blanca, estas han producido un sismo de gran impacto no solo en su tradicional área de incidencia directa, léase el continente americano, en singular, pues, solo hay uno, sino que en sus tradicionales socios y aliados en la Europa occidental.
Los países europeos, muchos de los cuales lucharon juntos durante la II Guerra Mundial, hoy no están alineados con los estadounidenses y, más bien, pareciera que constituyen un nuevo bloque o grupo de naciones democráticas que no comulgan con la forma de hacer negocio y mucho menos cómo lidiar diplomáticamente con algunas naciones del Oriente, África y el Medio Oriente. Digo un nuevo bloque, pues no solo quieren ampliar la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sino que están dispuestos a que Estados Unidos de América continúe por otro camino.
Suena irónico, pero es un camino totalmente distante del que tanto se alejaron grandes líderes estadounidenses como Eisenhower, Reagan, Kennedy, Obama y tantos otros, a quienes el mundo los veía no solo como al representante de la nación más poderosa del mundo, sino como a una persona que gozaba de mucho respeto y dignidad.
Lo que se está viendo actualmente es como si el “pela’o malo” de la escuela, el mismo que trató varias veces de hacerse el más notorio de la escuela y nunca lo lograba, hubiere regresado y, luego de haber acusado a todos de mal portados, abusadores y ladrones, quiere ahora demostrar que sí puede llegar a ser el peor de la escuela.
Hace muchos años aprendí que el respeto es algo que no se puede comprar ni imponer. Uno tiene que ganárselo. Ese derecho no es fácil, pues muchas veces uno debe salirse del camino retorcido, por el que “todo el mundo pasa” y construir un nuevo camino, lo cual no es fácil ni libre de controversia.
El tema de la operación de los puertos, porque no se ha vendido ninguno, huele como a rancio, y desde mi balcón me parece que es un “cuento chino” donde solo un grupo no estábamos enterados de lo que se venía. Hay que comprar pop corn y sodas para ver si aplaudimos o nos preocupamos.
Mientras tanto, en Panamá se sigue en el proceso de discusión y aprobación de la nueva ley que deberá regir una de las más importantes instituciones de todo el país. No sé cómo es tan difícil para algunos diputados, que aparte de ser desmemoriados, sufren de ese falso síndrome de popularidad, que se ha generalizado con el uso de las redes sociales. O al menos así lo piensan ellos.
Anteriormente, se les había sugerido a esta nueva generación de diputados que, si emitían su voto para calmar las aguas turbulentas causadas por un par, repito unos cuantos seudolíderes alborotadores profesionales, que han venido perdiendo el poco poder de convocatoria real del cual gozaron en algún momento o por supuestos líderes políticos, los votantes les pasaremos la factura en el 2029.
La propuesta que entró a la Asamblea no es la misma que salió del primer debate y menos saliendo del segundo debate. Esto, lo más probable es que pudiera llevar al presidente de la República a vetarlo, y ojalá haya el porcentaje necesario dentro de la Asamblea para que tengan que regresarlo al primer debate y ser un poco más sensatos y aprobar una ley que le sirva al país. Esto no se trata de servir de árbitro y mucho menos de complacer a un grupo específico o al otro; esto es como salvar a la CSS de una catástrofe económica inimaginable.
No hemos hablado de los carnavales, pero si ya la situación económica de gran cantidad de panameños era precaria, con las fiestas de Momo antes del colegio, presagio unos “problemitas” adicionales, que si no se manejan como debe ser, nos puede explotar el globo en la cara; aunque las calificadoras han reducido sus preocupaciones por Panamá, la recomendación sigue siendo que no bajemos la guardia. Esto es solo un comentario, pero no se necesita una bola de cristal para adivinar lo que se nos viene encima. A ponernos los pantalones largos, porque lo que viene no es fácil.
*El autor es analista político