Votante, encuesta y manipulación
- 09/03/2024 00:00
- 08/03/2024 08:13
El votante se inclina por una ligereza en su opción electoral seleccionando, no al más idóneo ni al de mejor propuesta, sino, en una suerte de asociación sicológica, al más sonado, a aquel que a su entender mejorará sus días [...] El escenario político actual entrevé una serie de contradicciones entre una realidad que exige una postura, y una intención de voto no cónsona con esta. De un tiempo para acá, el “neuromarketing” y la manipulación audiovisual, se han constituido en punta de lanza en decisión electoral, desvirtuando así la consciencia como factor determinante en la conducta social del hombre.
El votante se inclina por una ligereza en su opción electoral seleccionando, no al más idóneo ni al de mejor propuesta, sino, en una suerte de asociación sicológica, al más sonado, a aquel que a su entender mejorará sus días o aquel que le permita a él o a un pariente cercano gozar de una botella o de alguna prebenda. Es decir, la consciencia ni las vísceras guían su voto. En el primer de los casos, porque no es un voto pensado sobre la base de qué hará el elegido, qué capacidad y experiencia tiene para hacer; en segundo, no lo guía suplir necesidades básicas y saber que el elegido será honesto y garantizará abaratar costos en la canasta básica, insumos y fármacos en los centros médicos, mejorar las condiciones socioeconómicas del país.
Es cierto que las encuestas son medidores científicos y objetivos y una forma de recabar información con grados de exactitud con relación a un grupo social o población. Sin embargo, se entrecruzan factores exógenos, más allá de la medición lograda, y, en un contrasentido, el encuestado, puede que actúe de otra manera. O sea, entra en contradicción con las respuestas que dio en el desarrollo de la encuesta. ¿Cómo se explica esto?
Nos parece que pudiéramos aducir posibles respuestas a esta interrogante, pero, ciñéndonos un poco a marcados patrones conductuales de nuestra sociedad, incluyendo el clientelismo, el vacío ideológico y poca educación política, hasta de los mismos miembros de partidos políticos, la mudanza oportunista del votante, su poca certeza o inseguridad, presión de grupo coyuntural, pueden ser razones fácticas que explican su conducta ante las urnas y den respuesta a la pregunta precedente.
En definitiva, el ser objeto de manipulación y de inoculaciones subliminares puede reflejar resultados a favor de X o Y candidato y regularmente los asesores políticos suelen trabajar en esa dirección, de tal manera que logran resultados más allá de lo esperado o de lo previamente medido. Esperemos que, en las elecciones del 5 de mayo, nuestros votantes, lo hagan a consciencia y elijan pensando en Panamá y en mejores días para todos.
Es cierto que las encuestas son medidores científicos y objetivos y una forma de recabar información con grados de exactitud con relación a un grupo social El autor es docente
El escenario político actual entrevé una serie de contradicciones entre una realidad que exige una postura, y una intención de voto no cónsona con esta. De un tiempo para acá, el “neuromarketing” y la manipulación audiovisual, se han constituido en punta de lanza en decisión electoral, desvirtuando así la consciencia como factor determinante en la conducta social del hombre.
El votante se inclina por una ligereza en su opción electoral seleccionando, no al más idóneo ni al de mejor propuesta, sino, en una suerte de asociación sicológica, al más sonado, a aquel que a su entender mejorará sus días o aquel que le permita a él o a un pariente cercano gozar de una botella o de alguna prebenda. Es decir, la consciencia ni las vísceras guían su voto. En el primer de los casos, porque no es un voto pensado sobre la base de qué hará el elegido, qué capacidad y experiencia tiene para hacer; en segundo, no lo guía suplir necesidades básicas y saber que el elegido será honesto y garantizará abaratar costos en la canasta básica, insumos y fármacos en los centros médicos, mejorar las condiciones socioeconómicas del país.
Es cierto que las encuestas son medidores científicos y objetivos y una forma de recabar información con grados de exactitud con relación a un grupo social o población. Sin embargo, se entrecruzan factores exógenos, más allá de la medición lograda, y, en un contrasentido, el encuestado, puede que actúe de otra manera. O sea, entra en contradicción con las respuestas que dio en el desarrollo de la encuesta. ¿Cómo se explica esto?
Nos parece que pudiéramos aducir posibles respuestas a esta interrogante, pero, ciñéndonos un poco a marcados patrones conductuales de nuestra sociedad, incluyendo el clientelismo, el vacío ideológico y poca educación política, hasta de los mismos miembros de partidos políticos, la mudanza oportunista del votante, su poca certeza o inseguridad, presión de grupo coyuntural, pueden ser razones fácticas que explican su conducta ante las urnas y den respuesta a la pregunta precedente.
En definitiva, el ser objeto de manipulación y de inoculaciones subliminares puede reflejar resultados a favor de X o Y candidato y regularmente los asesores políticos suelen trabajar en esa dirección, de tal manera que logran resultados más allá de lo esperado o de lo previamente medido. Esperemos que, en las elecciones del 5 de mayo, nuestros votantes, lo hagan a consciencia y elijan pensando en Panamá y en mejores días para todos.