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Una desconexión que afecta la percepción

Actualizado
  • 19/05/2024 00:00
Creado
  • 18/05/2024 13:45

Entre los factores que se toman en cuenta para decidir cómo va la economía, sin duda el precio de los alimentos es la principal respuesta. Los precios de los alimentos son los que vemos diariamente en supermercados, restaurantes, fondas y ferias libres, y tienen un efecto enorme en la percepción de las personas.

La pregunta entonces es, si los precios de los alimentos son tan importantes para la percepción de la economía, por qué las cifras de inflación no logran captar esa realidad. Por lo visto, todo parece indicar que existe una desconexión entre una cosa y la otra. La mayoría de los índices de inflación se establecen según cuanto gasta el hogar promedio en un conjunto determinado de bienes, y los alimentos muchas veces representan menos del 25% del presupuesto total de un consumidor promedio.

En los últimos años, desde que la inflación se disparó como consecuencia del inicio de la guerra de Ucrania en 2022, la percepción de las personas con respecto al precio de los alimentos no ha mejorado, incluso en períodos cuando la inflación ha disminuido. Existen dos explicaciones. La primera tiene que ver con los precios. La gente muchas veces se acostumbra a los precios más altos, especialmente cuando la tasa de inflación baja y la economía empiezan a mejorar. La segunda es que tal vez las cosas que impulsan la percepción de la gente sobre la economía no tengan nada que ver con la economía, sino más bien con otros factores como la política partidista o la negatividad en las redes. No importa cuánto mejoren los precios, en la práctica no se observa que la confianza del consumidor se recupera.

Definitivamente la política juega un papel importante en la forma en que la gente ve la economía. Es obvio que vivimos en una época de extrema polarización política y básicamente todo lo que sucede se filtra a través de la óptica partidista. Los políticos de oposición siempre tienen percepciones más negativas acerca de la economía cuando alguien de otro partido es gobierno, y más positivas acerca de la economía cuando su propio partido está en el poder. Además, la idea de que la economía está manipulada y que el sistema capitalista tiene muchas fallas, ha hecho que el discurso preferido en muchos consumidores y votantes sea de repudio contra las instituciones que administran la economía de un país. Pero nuevamente, todo esto es reflejo de las narrativas negativas que los medios y las redes han difundido e influido en cómo la economía es percibida por las personas.

Durante mucho tiempo me resistí a pensar que los medios eran responsables de que la gente fuera tan negativa respecto de la economía, no porque creyera que los medios no influyen en su audiencia, sino más bien porque la desconexión que existe entre la teoría económica y la percepción es más grande de lo que realmente es porque los medios siempre la magnifican cuando son duros y súper críticos con la interpretación de los números económicos. Un estudio reciente del Brookings Institution señala que, desde hace varios años, 2017 para ser precisos y que coincide casi con el inicio del período de Donald Trump en los Estados Unidos, la cobertura de los medios se volvió mucho más negativa en lo relativo a la economía. Y el estudio destaca una estadística novedosa, la “brecha de negatividad de los medios”, es decir la diferencia entre la realidad económica y la cobertura mediática, que desde 2017 a 2023 fue casi cinco veces mayor que durante las tres décadas anteriores.

Me resulta muy difícil explicar exactamente este fenómeno y qué es lo que impulsó a medios y redes a ser más negativos en sus coberturas económicas en los últimos años. Lo que sí es cierto es que, al publicarse titulares y noticias que la economía no está funcionando, definitivamente esto lleva a la gente a ser negativos también acerca de la economía. Y no importa lo bien que vayamos, siempre los medios y las redes reproducen noticias negativas que alimentan un ciclo viciosos de pesimismo. Tal como dijera en su momento el ministro Álvaro Alemán, “van pal cielo y van llorando”.

Mientras tanto, todos tenemos nuestras propias vidas y seguiremos comprando alimentos en supermercados, pidiendo comida para llevar (delivery) o yendo a los restaurantes y viendo hasta donde estira ese cheque quincenal o sueldo mensual. Pero sin temor a equivocarme, muchas de las ideas y opiniones que tiene la gente sobre la economía y la inflación no dependen de la realidad, sino que están determinadas por las historias que leen y consumen en medios y redes. Y si además los medios y las redes manipulan la información y con saña dicen que vamos mal, entonces no hay más que resignarnos y aludir al lema de “apaga y vámonos”.

El autor es empresario