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Un tema todavía en ciernes

Actualizado
  • 15/09/2024 00:00
Creado
  • 14/09/2024 17:24

Las grandes agencias de salud y alimentación del mundo continúan trabajando en diseñar un sello definitivo para determinar cuándo un producto es saludable o no. En Panamá existe desde hace años un anteproyecto de ley para promover un etiquetado frontal de advertencia nutricional. En Estados Unidos, la FDA emitió recientemente un aviso sobre el uso del código de barra para dar información adicional en las etiquetas de alimentos (https://www.fda.gov/food/cfsan-constituent-updates/fda-issues-additional-procedural-notice-consumer-research-healthy-symbol). Tanto el FDA como el Congreso realizan una investigación cuantitativa preliminar del consumidor que planea definir si el código de barra podría usarse en el futuro para transmitir la declaración de contenido de nutrientes ... mientras que al mismo tiempo desarrolla una regla que actualizaría cuándo los fabricantes pueden usar la declaración de contenido de nutrientes “saludable” en los paquetes de alimentos.

Pero esto no es nuevo. Un editorial del New York Times del 2016 comentó sobre este tema (https://www.nytimes.com/2016/05/25/opinion/a-food-label-that-gets-right-to-the-point.html?ref=opinion&_r=0). Las etiquetas, que la mayoría de las empresas de alimentos debieron usar desde julio 2018, todavía tiene serias limitaciones. Requieren que los consumidores absorban muchos datos, no todos los cuales son igualmente importantes, y luego hagan los cálculos ellos mismos mientras están parados en el pasillo de la tienda de comestibles. Y las etiquetas están en la parte posterior del paquete, donde solo miran los compradores más motivados y educados.

El editorial se refería a las iniciativas de la FDA en la parte delantera del paquete a principios de la administración de Obama. Se trata de dos informes del Instituto de Medicina. El primero, lanzado en 2010, examinó alrededor de 20 esquemas de frente de paquete existentes que abarrotan las etiquetas de los alimentos procesados y evaluó sus fortalezas y debilidades (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24983042/). Recomendó que las etiquetas frontales se ocupen solo de las calorías, las grasas saturadas, las grasas trans, azúcares y el sodio. Sospechosamente dejaron por fuera los azúcares; pero me imagino pensaron que ya en la información de las calorías se abordaba indirectamente estos ingredientes.

Pero el segundo informe del IOM (https://nap.nationalacademies.org/catalog/13221/front-of-package-nutrition-rating-systems-and-symbols-promoting-healthier) en 2011 incluyó azúcares y recomendó un sistema de puntos para evaluar las cantidades de estos y esos nutrientes en los alimentos procesados. Los paquetes obtiene cero estrellas si sus grasas saturadas y trans, sodio o azúcares excedieran ciertos puntos de corte.

El editorial del Times explicó lo que sucedió después: la Asociación de Fabricantes de Alimentos [GMA] calificó la recomendación del Instituto de Medicina como “no probada” e “interpretativa”. Junto con el Food Marketing Institute, desarrolló su propio sistema de etiquetado en el frente del paquete (http://www.factsupfront.org/?version=meter+at+0&module=meter-Links&pgtype=article&contentId=&mediaId=&referrer=http:%2F%2Fwww.nytimes.com%2Fpages%2Fopinion%2Findex.html%3Fhpw%26rref%26action%3Dclick%26pgtype%3DHomepage%26module%3Dwell-region%26region%3Dbottom-well%26WT.nav%3Dbottom-well&priority=true&action=click&contentCollection=meter-links-click), que incluye información útil, pero es más complejo y menos útil que la versión del Instituto.

Como lo he dicho antes, la FDA permitió que la GMA se saliera con la suya y desde entonces no se ha hecho nada ni dicho una palabra más sobre las etiquetas frontales del paquete. Y silencio no significa caso cerrado.

Según el Times, la FDA todavía está estudiando el asunto, pero no está claro cuándo o si la agencia requerirá el uso de etiquetas en el frente del paquete. La industria alimentaria, por supuesto, quiere que sus productos parezcan lo más saludables posible. La FDA serviría mejor a los consumidores siguiendo los buenos consejos del Instituto de Medicina y colocando etiquetas nutricionales claras y concisas justo donde la mayoría de los compradores las vean.

Lo que asusta de todo esto es que muchos fabricantes de alimentos piensan y suponen que no hacer nada es una opción. Pues se equivocan. Es hora de sentarse y sacar los informes y ponerse a escribir reglas, antes que otros las escriban por nosotros. Lo cierto es que en Panamá al igual que en Estados Unidos, las cosas están lustros y décadas atrasadas en comparación con otros países como Brasil, Chile, México, Colombia y Ecuador, entre otros.

No puedo esperar a ver cómo la industria de alimentos responderá a estos argumentos una vez inicie los debates en la Asamblea Nacional. La mente se entumece y aturde cada vez que veo que no hace nada por auto regular lo que a todas luces parece una necesidad de mercado. No nos quejemos después cuando metan el tema en la agenda de los diputados, comiencen las deliberaciones, introduzcan cambios y de repente nos amanezcan con un camarón legislativo.

En la necedad está el pecado y en la terquedad duerme la torpeza. Siempre he sido consecuente con estos temas: lo mejor hubiera sido que la industria propusiera un mecanismo de reformulación de sus productos, al mejor estilo de la empresa Nestlé cuando en 2022 reconoció que más del 80% de sus productos estaban por debajo de sus propios estándares de nutrición, y que su objetivo en el corto plazo sería rediseñarlos para cumplir con sus criterios corporativos. ¡Ya saben, estamos advertidos!