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Servidores públicos con vocación

Actualizado
  • 10/05/2024 23:00
Creado
  • 10/05/2024 07:17

Quien gobierna debe ser el primer servidor, y un ejemplo de servicio, y no el primer obrero. Un obrero realiza su oficio por una remuneración, pero un servidor, procura el bien de aquel al que sirve

La administración pública, como eje fundamental del Estado, debe sustentarse en la vocación de servicio de sus integrantes. Esta vocación, más que una simple cualidad individual, representa un compromiso ético y profesional que orienta las acciones de los servidores públicos hacia el logro del bien común.

Un servidor público con auténtica vocación de servicio comprende que su labor va más allá de un simple empleo, carrera profesional o una remuneración. Reconoce que su trabajo impacta directamente en la vida de las personas y, por ende, debe desempeñarlo con dedicación, responsabilidad y ética.

La concepción del mandatario saliente, expresada en su discurso inaugural de julio de 2019, autoproclamándose “el primer obrero del país”, dista de esta visión. Considero que tal premisa es fundamentalmente errónea. El presidente no es el primer obrero, sino el primer servidor público. Si bien no pretendemos menospreciar la labor del obrero, es importante reconocer las diferencias conceptuales entre ambos roles.

Un servidor público ejerce funciones de carácter público, orientadas a la satisfacción de necesidades generales y permanentes de la población. Se vincula al Estado mediante un acto administrativo y se rige por el derecho administrativo. El obrero, por su parte, realiza actividades de carácter manual o técnico, generalmente en el ámbito de la producción de bienes o servicios. Se vincula a un empleador privado mediante un contrato de trabajo y se rige por el Código de Trabajo.

En este contexto, es fundamental que el servidor público se distinga por su constante búsqueda de la excelencia en la gestión pública, la eficiencia en el uso de los recursos del Estado y la transparencia en la toma de decisiones. Como servidor público, debe demostrar una genuina vocación de servicio que le permita escuchar atentamente a la ciudadanía, atender sus necesidades con empatía y trabajar incansablemente para mejorar la calidad de vida de la población en general.

Las nuevas autoridades electas en los comicios del pasado 5 de mayo, deben valorar que la vocación de servicio es la base sobre la cual se construye una administración pública sólida, transparente y eficiente. Es el motor que impulsa a los servidores públicos a dar lo mejor de sí mismos y a contribuir al desarrollo del país.

Su gestión deberá enfocarse en fomentar la vocación de servicio en la administración pública, golpeada por tantos escándalos de corrupción, y orientar sus esfuerzos para construir un Estado más justo, equitativo y próspero, que se traduzca, como rezaba el eslogan de campaña, en más “chen chen” para el bolsillo de los panameños.

Para fomentar esa vocación de servicio en el futuro equipo de gobierno, deberá desarrollar una gestión del talento humano enfocada en:

1. Implementar procesos de selección de personal rigurosos que identifiquen a candidatos con valores éticos sólidos y un genuino compromiso con el servicio público.

2. Brindar a los servidores públicos oportunidades permanentes de capacitación y actualización en temas relacionados con la ética, la gestión pública y la atención al ciudadano.

3. Implementar mecanismos de reconocimiento y motivación que premien a los servidores públicos que se destaquen por su vocación de servicio y su compromiso con la excelencia.

4. Fomentar una cultura organizacional basada en valores como la ética, la responsabilidad, la transparencia y el compromiso con el servicio público.

En fin, comprender que la vocación de servicio y la administración del Estado son dos elementos inseparables que se complementan y fortalecen mutuamente. Un Estado que cuente con servidores públicos con una sólida vocación de servicio estará en mejores condiciones para responder a las necesidades de la ciudadanía y construir un futuro más próspero para todos.

Al final, dejemos en el pasado el erróneo concepto de ser el “primer obrero”, y orientémonos a ser mejores servidores públicos. Quien gobierna debe ser el primer servidor, y un ejemplo de servicio, y no el primer obrero. Un obrero realiza su oficio por una remuneración, pero un servidor, procura el bien de aquel al que sirve.

El autor es Lic. en administración de empresas