¿Será que las escuelas acaban con la creatividad?
- 26/09/2024 00:00
- 25/09/2024 18:58
La enseñanza convertida en arte hace que las ideas, emociones y valores fluyan, y se integren en el individuo construyendo un razonamiento lógico y más humano Después de escuchar a sir Ken Robinson en una de sus interesantes conferencias sobre educación, me sigo preguntando ¿Hacia dónde va la educación? Esta pregunta nos invita a una autorreflexión y plantearnos como educadores ¿Qué estamos haciendo?
“Es necesario poner el corazón en la enseñanza” (Highet,1982), con esta frase quedé más convencida de que los sentimientos sí importan y que el enseñar no es seguir recetas ni métodos rígidos sino un verdadero arte. La enseñanza convertida en arte hace que las ideas, emociones y valores fluyan; se integren en el individuo construyendo un razonamiento lógico y más humano.
El empleo del pensamiento creativo en la educación es muy importante y debe ser considerado como una herramienta imprescindible, tanto para la enseñanza como para el aprendizaje. La creatividad debe ser rescatada desde los primeros años de educación formal, y no anularla con sistemas educativos rígidos que limitan la capacidad creativa de los niños. Dichos sistemas tienden a encerrarlos en un mundo con respuestas establecidas, limitando la posibilidad de tener una nueva forma de ver el mundo desde su propia perspectiva creativa, tal como lo hicieron alguna vez los grandes genios de la humanidad.
Por esto, estamos convencidos de que todo ser humano, llámese niño, joven, adulto, es una persona única que tiene derecho a cuestionarse, a tener conciencia de sí mismo y comprensión de su ser y el mundo que lo rodea.
No hay que olvidar que los seres humanos nacemos con la capacidad creativa, es la esencia del individuo, por lo que no debe ser considerada un don privilegiado. Es necesario que los estudiantes, desde tempranas edades, sean entrenados para identificar y estar conscientes de lo que aprenden integrando los valores éticos, sociales, estéticos, políticos, comunicativos, entre otros.
Por consiguiente, estos niños podrán enfrentar con mayor éxito los retos que se les presenten, no solo con el desarrollo de la inteligencia sino de forma integral con el apoyo de docentes, padres de familia y comunidad en general.
Desde esta reflexión, se visualiza la educación como un proceso que debe tener en cuenta el hombre en todos los aspectos del desarrollo, y ser construidos permanentemente en los espacios vitales de las aulas de clases o más allá de ellas.
Estamos convencidos que la educación, más allá de ser un servicio, debe ser un sistema de ambientes sociales que promuevan el crecimiento permanente de las personas. ¿Por qué?, pues, el aprendizaje es fruto de un trabajo conjunto donde hay un maestro que comprende y motiva a sus alumnos creando la necesidad de saber, como fuente de energía creativa para toda la vida: “cuando enseñar es un arte, aprender es un placer”.
Después de escuchar a sir Ken Robinson en una de sus interesantes conferencias sobre educación, me sigo preguntando ¿Hacia dónde va la educación? Esta pregunta nos invita a una autorreflexión y plantearnos como educadores ¿Qué estamos haciendo?
“Es necesario poner el corazón en la enseñanza” (Highet,1982), con esta frase quedé más convencida de que los sentimientos sí importan y que el enseñar no es seguir recetas ni métodos rígidos sino un verdadero arte. La enseñanza convertida en arte hace que las ideas, emociones y valores fluyan; se integren en el individuo construyendo un razonamiento lógico y más humano.
El empleo del pensamiento creativo en la educación es muy importante y debe ser considerado como una herramienta imprescindible, tanto para la enseñanza como para el aprendizaje. La creatividad debe ser rescatada desde los primeros años de educación formal, y no anularla con sistemas educativos rígidos que limitan la capacidad creativa de los niños. Dichos sistemas tienden a encerrarlos en un mundo con respuestas establecidas, limitando la posibilidad de tener una nueva forma de ver el mundo desde su propia perspectiva creativa, tal como lo hicieron alguna vez los grandes genios de la humanidad.
Por esto, estamos convencidos de que todo ser humano, llámese niño, joven, adulto, es una persona única que tiene derecho a cuestionarse, a tener conciencia de sí mismo y comprensión de su ser y el mundo que lo rodea.
No hay que olvidar que los seres humanos nacemos con la capacidad creativa, es la esencia del individuo, por lo que no debe ser considerada un don privilegiado. Es necesario que los estudiantes, desde tempranas edades, sean entrenados para identificar y estar conscientes de lo que aprenden integrando los valores éticos, sociales, estéticos, políticos, comunicativos, entre otros.
Por consiguiente, estos niños podrán enfrentar con mayor éxito los retos que se les presenten, no solo con el desarrollo de la inteligencia sino de forma integral con el apoyo de docentes, padres de familia y comunidad en general.
Desde esta reflexión, se visualiza la educación como un proceso que debe tener en cuenta el hombre en todos los aspectos del desarrollo, y ser construidos permanentemente en los espacios vitales de las aulas de clases o más allá de ellas.
Estamos convencidos que la educación, más allá de ser un servicio, debe ser un sistema de ambientes sociales que promuevan el crecimiento permanente de las personas. ¿Por qué?, pues, el aprendizaje es fruto de un trabajo conjunto donde hay un maestro que comprende y motiva a sus alumnos creando la necesidad de saber, como fuente de energía creativa para toda la vida: “cuando enseñar es un arte, aprender es un placer”.