Ser fuerte conlleva el compromiso de ser justo
- 11/02/2025 00:00
- 10/02/2025 19:26
Aunque la realidad nos demuestre que la frase ‘ser fuerte conlleva el compromiso de ser justo’ ha sido relegada a los libros de historia tanto la lucha generacional panameña por nuestra soberanía como la historia universal.... La frase que titula este artículo fue dicha por el general Torrijos en 1977 en la sede de la OEA, el día de la firma de los Tratados con EUA, como un reconocimiento a la valiente decisión de Jimmy Carter de “convertir la fuerza imperial en fuerza moral”, actuando con justicia al resolver diplomáticamente un diferendo de muchas décadas con un pequeño país. Ambos líderes enviaron un potente mensaje al mundo de la supremacía de las reglas de derecho, la razón, el diálogo, la igualdad soberana de las naciones y la colaboración como fundamentos para las relaciones internacionales, siendo este un marco conceptual que se había apuntalado finalizada la Segunda Guerra Mundial con la creación de la ONU y la elaboración de la declaración universal de los derechos humanos como hitos de nuestro avance como civilización.
Lastimosamente, diferentes líderes han socavado este marco conceptual, llevándonos nuevamente a la supremacía de la ley del más fuerte, en donde tanto a nivel de los Estados como a nivel interno los ciudadanos, lo que se puede decir y hacer no es con base en derechos, sino en función al respectivo poder económico o político (incluyendo mentiras disfrazadas como verdad alternativa).
Esto es lo que el señor Trump y sus acólitos han perfeccionado en los últimos años, y que han desatado al llegar al gobierno federal de EUA nuevamente, como una vorágine a lo interno de su país, y hacia el resto del mundo, entre los cuales Panamá ha tenido especial protagonismo, por su importancia geoestratégica en el ajedrez global del siglo XXI que enfrenta cada vez más (en lo comercial, financiero, tecnológico, económico y eventualmente lo militar) a EUA como principal potencia en declive contra China como principal potencia en ascenso; enfrentamiento que además se verá exacerbado por el impacto mundial del cambio climático.
En Panamá debemos tener claridad de esta dura realidad, en que se nos considera como simples peones en el tablero, y en donde las acciones entre naciones no se sustentan en el diálogo, la cooperación o la preeminencia de las reglas del derecho. En el mundo hay suficientes ejemplos recientes de conflictos, frente a los cuales las instituciones globales y sus reglas no han tenido casi incidencia, incluyendo al Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Esto no quiere decir de ninguna manera que debemos dejar de lado los argumentos jurídicos, políticos y morales, sustentados en el derecho y fundamentados con hechos y datos fidedignos, pero sabiendo que, ante este mundo donde impera la ley del más fuerte con la inmensa asimetría de poder entre EUA y Panamá, son la capacidad de consolidar la unidad interna y de forjar alianzas internacionales que se inician con las decenas de Estados adheridos al Tratado de Neutralidad, pasando por los líderes e instituciones de contrapeso en EUA, como senadores y congresistas federales, gobernadores, gremios, medios de comunicación y think tanks en ese país.
Estos serían parte de los pilares realistas de cualquier estrategia que propugne por la defensa de la dignidad, soberanía nacional e integridad territorial, que establezca acciones y una comunicación que no sea solo reactiva, sino que con un enfoque proactivo equilibrar primero y luego tomar la iniciativa y la narrativa para salirnos del terreno desventajoso en el que nos han posicionado.
Aunque la realidad nos demuestre que la frase “ser fuerte conlleva el compromiso de ser justo” ha sido relegada a los libros de historia; tanto la lucha generacional panameña por nuestra soberanía como la historia universal nos han dado muestras claras de victorias de pequeños frente a los grandes.
Recordando a Einstein cuando dijo: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad” y a Ghandi que demostró con hechos que “La fuerza no proviene de la capacidad física, sino de la voluntad indomable”, no cabe duda de que podemos superar esta encrucijada dignamente. El mundo, la historia y nuestros conciudadanos nos miran. Tenemos tanto la capacidad como la inteligencia, solo falta voluntad.
La frase que titula este artículo fue dicha por el general Torrijos en 1977 en la sede de la OEA, el día de la firma de los Tratados con EUA, como un reconocimiento a la valiente decisión de Jimmy Carter de “convertir la fuerza imperial en fuerza moral”, actuando con justicia al resolver diplomáticamente un diferendo de muchas décadas con un pequeño país. Ambos líderes enviaron un potente mensaje al mundo de la supremacía de las reglas de derecho, la razón, el diálogo, la igualdad soberana de las naciones y la colaboración como fundamentos para las relaciones internacionales, siendo este un marco conceptual que se había apuntalado finalizada la Segunda Guerra Mundial con la creación de la ONU y la elaboración de la declaración universal de los derechos humanos como hitos de nuestro avance como civilización.
Lastimosamente, diferentes líderes han socavado este marco conceptual, llevándonos nuevamente a la supremacía de la ley del más fuerte, en donde tanto a nivel de los Estados como a nivel interno los ciudadanos, lo que se puede decir y hacer no es con base en derechos, sino en función al respectivo poder económico o político (incluyendo mentiras disfrazadas como verdad alternativa).
Esto es lo que el señor Trump y sus acólitos han perfeccionado en los últimos años, y que han desatado al llegar al gobierno federal de EUA nuevamente, como una vorágine a lo interno de su país, y hacia el resto del mundo, entre los cuales Panamá ha tenido especial protagonismo, por su importancia geoestratégica en el ajedrez global del siglo XXI que enfrenta cada vez más (en lo comercial, financiero, tecnológico, económico y eventualmente lo militar) a EUA como principal potencia en declive contra China como principal potencia en ascenso; enfrentamiento que además se verá exacerbado por el impacto mundial del cambio climático.
En Panamá debemos tener claridad de esta dura realidad, en que se nos considera como simples peones en el tablero, y en donde las acciones entre naciones no se sustentan en el diálogo, la cooperación o la preeminencia de las reglas del derecho. En el mundo hay suficientes ejemplos recientes de conflictos, frente a los cuales las instituciones globales y sus reglas no han tenido casi incidencia, incluyendo al Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Esto no quiere decir de ninguna manera que debemos dejar de lado los argumentos jurídicos, políticos y morales, sustentados en el derecho y fundamentados con hechos y datos fidedignos, pero sabiendo que, ante este mundo donde impera la ley del más fuerte con la inmensa asimetría de poder entre EUA y Panamá, son la capacidad de consolidar la unidad interna y de forjar alianzas internacionales que se inician con las decenas de Estados adheridos al Tratado de Neutralidad, pasando por los líderes e instituciones de contrapeso en EUA, como senadores y congresistas federales, gobernadores, gremios, medios de comunicación y think tanks en ese país.
Estos serían parte de los pilares realistas de cualquier estrategia que propugne por la defensa de la dignidad, soberanía nacional e integridad territorial, que establezca acciones y una comunicación que no sea solo reactiva, sino que con un enfoque proactivo equilibrar primero y luego tomar la iniciativa y la narrativa para salirnos del terreno desventajoso en el que nos han posicionado.
Aunque la realidad nos demuestre que la frase “ser fuerte conlleva el compromiso de ser justo” ha sido relegada a los libros de historia; tanto la lucha generacional panameña por nuestra soberanía como la historia universal nos han dado muestras claras de victorias de pequeños frente a los grandes.
Recordando a Einstein cuando dijo: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad” y a Ghandi que demostró con hechos que “La fuerza no proviene de la capacidad física, sino de la voluntad indomable”, no cabe duda de que podemos superar esta encrucijada dignamente. El mundo, la historia y nuestros conciudadanos nos miran. Tenemos tanto la capacidad como la inteligencia, solo falta voluntad.