¿Se les debe pagar a los practicantes?
- 24/09/2024 00:00
- 23/09/2024 19:44
Un reglamento interno de práctica por parte de la academia ayuda a dejar claros estos y otros aspectos, para evitar conflictos de interés y hacer más transparente el proceso... Las prácticas académicas son parte del pénsum de algunas carreras universitarias y altamente valoradas por los estudiantes, por permitirles adquirir experiencia en un entorno laboral.
Siempre se desarrollan con la coordinación de la unidad académica y la organización que recibe al estudiante; se formalizan mediante una carta de aceptación, supervisión y un proceso de evaluación.
En las aulas ha surgido una discusión interesante. Unos argumentan que la organización receptora debe ofrecer una bonificación al practicante porque este aporta su talento e incurre en gastos de alimentación y transporte. Otros sustentan que la organización receptora debe destinar valioso tiempo de su personal para atender y guiar al practicante, lo que implica costos. Fuera del aula, hay quienes cuestionan a las organizaciones que siempre reclutan practicantes como forma de disponer de mano de obra gratuita.
En Panamá hay organizaciones que en su presupuesto incluyen estipendios para alimentación y transporte de los practicantes. En todo caso, un reglamento interno de práctica por parte de la academia ayuda a dejar claros estos y otros aspectos, para evitar conflictos de interés y hacer más transparente el proceso.
La evaluación es otro elemento que genera controversia, pues hay supervisores externos que se sienten incómodos al otorgar un puntaje menor al esperado, pues no desean perjudicar al estudiante. Ante esta posibilidad, el docente supervisor debe explicar desde el principio que el estudiante es quien obtiene el puntaje de acuerdo con los criterios evaluados y su desempeño. Por ello es importante que quien supervisa al estudiante en la empresa o institución le haga las observaciones oportunas.
Independientemente de las inquietudes y discusiones que surjan sobre las prácticas académicas, siempre serán un aporte invaluable en la formación del estudiante. Algunas empresas hasta las toman en cuenta al revisar hojas de vida, pues las consideran parte de la experiencia que solicitan durante el proceso de reclutamiento o selección de personal.
¿Qué le aportan las prácticas académicas a las empresas o instituciones? La oportunidad de descubrir talentos, de enriquecerse con ideas innovadoras, hacer alianzas con los centros de estudios superiores, renovar procesos, descubrir tendencias.
A los estudiantes, las prácticas los acercan al mundo laboral, les permitan tener más claras sus metas, descubrir sus fortalezas y oportunidades de mejora, aplicar conocimientos y habilidades, contrastar la teoría y la práctica, desarrollar competencias de comunicación y socialización, nutrirse con la experiencia de los profesionales, disponer de nuevas herramientas de trabajo, confirmar la vocación profesional.
Por tanto, la práctica profesional siempre es un proceso de intercambio y beneficio mutuo para el estudiante, la academia y el sector productivo.
Las prácticas académicas son parte del pénsum de algunas carreras universitarias y altamente valoradas por los estudiantes, por permitirles adquirir experiencia en un entorno laboral.
Siempre se desarrollan con la coordinación de la unidad académica y la organización que recibe al estudiante; se formalizan mediante una carta de aceptación, supervisión y un proceso de evaluación.
En las aulas ha surgido una discusión interesante. Unos argumentan que la organización receptora debe ofrecer una bonificación al practicante porque este aporta su talento e incurre en gastos de alimentación y transporte. Otros sustentan que la organización receptora debe destinar valioso tiempo de su personal para atender y guiar al practicante, lo que implica costos. Fuera del aula, hay quienes cuestionan a las organizaciones que siempre reclutan practicantes como forma de disponer de mano de obra gratuita.
En Panamá hay organizaciones que en su presupuesto incluyen estipendios para alimentación y transporte de los practicantes. En todo caso, un reglamento interno de práctica por parte de la academia ayuda a dejar claros estos y otros aspectos, para evitar conflictos de interés y hacer más transparente el proceso.
La evaluación es otro elemento que genera controversia, pues hay supervisores externos que se sienten incómodos al otorgar un puntaje menor al esperado, pues no desean perjudicar al estudiante. Ante esta posibilidad, el docente supervisor debe explicar desde el principio que el estudiante es quien obtiene el puntaje de acuerdo con los criterios evaluados y su desempeño. Por ello es importante que quien supervisa al estudiante en la empresa o institución le haga las observaciones oportunas.
Independientemente de las inquietudes y discusiones que surjan sobre las prácticas académicas, siempre serán un aporte invaluable en la formación del estudiante. Algunas empresas hasta las toman en cuenta al revisar hojas de vida, pues las consideran parte de la experiencia que solicitan durante el proceso de reclutamiento o selección de personal.
¿Qué le aportan las prácticas académicas a las empresas o instituciones? La oportunidad de descubrir talentos, de enriquecerse con ideas innovadoras, hacer alianzas con los centros de estudios superiores, renovar procesos, descubrir tendencias.
A los estudiantes, las prácticas los acercan al mundo laboral, les permitan tener más claras sus metas, descubrir sus fortalezas y oportunidades de mejora, aplicar conocimientos y habilidades, contrastar la teoría y la práctica, desarrollar competencias de comunicación y socialización, nutrirse con la experiencia de los profesionales, disponer de nuevas herramientas de trabajo, confirmar la vocación profesional.
Por tanto, la práctica profesional siempre es un proceso de intercambio y beneficio mutuo para el estudiante, la academia y el sector productivo.