Prolongación
- 08/02/2025 00:00
- 07/02/2025 19:24
Los espectros geopolíticos que se posan en Trump lo llevaron a incluir a Panamá en su cruzada por “hacer América grande otra vez” con primacía de la confrontación (por ahora verbal) sobre el diálogo. Envió a Rubio, no para “tomar el hilo” de la verdad y el entendimiento, sino para hacer sentir que los intereses de EE.UU. están por encima de cualquier tratado o normativa internacional. Las declaraciones y comunicados posteriores, tanto del presidente Mulino, como de Rubio y luego del mismo Trump, lo confirman. Parece que Rubio es sordo y ciego “funcional“. Su discurso, y el de su jefe, no cambiaron un ápice.
El primer episodio de esta novedosa serie aún no termina, se prolongó a última hora. Peor todavía, ya que allá tienen ahora una carta más a su favor: la visita in situ para “ratificar” sus mentiras. Parece que el resultado de su movida fue positivo para la pesadilla geopolítica de la Casa Blanca. Fue el Gobierno de Panamá el único que adquirió compromisos reales sin contraprestaciones dentro de lo que necesita Trump, como el tema migratorio y el uso de la pista de Metetí para desahogar sus redadas internas. Además del “ojo clínico” en la auditoría sobre los puertos en ambos extremos del Canal y la no renovación del acuerdo de la Nueva Ruta de la Seda. Por supuesto que EE.UU. pesa más para Panamá que China, pero desde hace tiempo le hicimos ver al Coloso del Norte que siendo un país pequeño nuestra dignidad es enorme.
Nuestra gran virtud, no tener ejército, incrementa la potencialidad de la vía diplomática como medio idóneo para sortear esta arremetida. Los recientes ejemplos de Canadá, México y Colombia demuestran que Trump va en serio. Estos países, junto a Dinamarca y Chile, por ser el cuarto usuario del Canal y el primero en América Latina, debieran ser los primeros objetivos de las batallas diplomáticas que implicaría tal estrategia. No se trata de gestiones agresivas ni discursos incendiarios contra la poderosa y siempre bien apreciada nación norteña. Con las herramientas jurídicas correctas a mano y la probada capacidad de diálogo y mediación de los panameños, el panorama tiene esperanza. Ya una vez lo hicimos. Resultado: recuperamos el Canal y consolidamos nuestra soberanía. El sentido común indica que ahora debe ser menos arduo. El presidente Mulino tiene en su poder una oportunidad de oro para brillar en la historia nacional. Y de paso, corregir esa visión errada de que los recursos que produce el Canal no se ven.
Para Panamá el proceso de recuperación del Canal, abonado con la sangre de los mártires, no es simplemente el tema de la maravillosa obra de ingeniería actualizada con nuestros recursos (55 % de los ingresos del Canal), sino también el tema territorial, el ejercicio de una soberanía a plenitud. Esto Trump jamás lo entenderá, ni le interesa entenderlo. Pero el resto del mundo, sí. Y en estos momentos, más. Sería un pecado imperdonable no aprovecharnos de esta ventaja, más siendo miembro por 2 años del Consejo de Seguridad de la ONU, junto, qué gran casualidad, a Dinamarca. Si la señal del Gobierno se orienta en favor del viento, no cabe duda de que el país entero viajará con él. Asimismo, en caso de que este episodio se siga prolongando, la atomización se incrementará.