PolitiqueArte. Historia von D. Johann Fausten
- 16/08/2024 00:00
- 15/08/2024 11:04
La enseñanza no entra con fuerza, el dolor, las lágrimas y la sangre solo llevan al rechazo y el aprendizaje cala mucho más profundo si el sujeto al que se le quiere enseñar no sabe que se le está enseñando. Eso es conocimiento antiguo, esa es la razón por la que existen en el folclore tantas leyendas, tantos relatos, tanta cultura compartida sobre la luz del fuego y sazonada con el humo de la leña “Aquí, al menos, seremos libres. Cosa digna de ambición es el reinar, aun en el infierno; más vale reinar en el infierno que servir en el cielo”, Lucifer.
Los cuentos, las fábulas y los mitos esconden en sus entrañas ciertas verdades fundamentales que buscan limar ciertas conductas y pensamientos. Aquellos que las escuchan, las aprenden y las interiorizan encuentran en la prosa y la rima, en el ritmo y los tiempos, consejos y visiones que desembocan en oportunidades para cambiar el destino propio y el ajeno. La enseñanza no entra con fuerza, el dolor, las lágrimas y la sangre solo llevan al rechazo y el aprendizaje cala mucho más profundo si el sujeto al que se le quiere enseñar no sabe que se le está enseñando. Eso es conocimiento antiguo, esa es la razón por la que existen en el folclore tantas leyendas, tantos relatos, tanta cultura compartida sobre la luz del fuego y sazonada con el humo de la leña.
A finales del siglo XVI, al comienzo del auge de la imprenta, se publicó en Fráncfort del Meno lo que puede ser catalogado como el primer best seller de la historia. La gran acogida del libro llevó al cuento del Dr. Fausto a horizontes que solo se habían visto con un solo libro. La democratización de la lectura abrió las puertas a miles de relatos regionales que reventaron en éxitos absolutos. La moraleja de la historia de Johann Fausten le señaló a sus lectores señales, maneras y equivocaciones que esquivar y evitar. Pero el éxito del texto vino de la reinterpretación de la historia de Spies. Goethe, y posteriormente Wagner, consagraron en los poemas y las óperas la tradición fáustica con la que convivimos a día de hoy.
Pero, ¿qué nos cuenta la historia de Johann Fausten? El doctor Johann Fausten, que de ahora en adelante me referiré a él como el Dr. Fausto, era un teólogo y practicante de magia negra. Graduado con los máximos honores, siempre destacó por sobre sus compañeros por la intensa necesidad de conocer más acerca del mundo de lo oculto y lo profano. La curiosidad por conocer y dominar aquello que habita en la oscuridad lo llevó a deambular por las entrañas de Alemania. Yendo de ciudad en ciudad, trabajando de alquimista y galeno, se ganaba la vida con las pociones y ungüentos que le compraban. Satisfecho con lo que había labrado, Fausto sentía la imperiosa necesidad de ir más allá de lo que las prohibiciones y la herejía le permitían. Quería experimentar las virtudes de los conocimientos arcanos, beber del cáliz de la sabiduría absoluta, comer las uvas del éxito.
Una noche un pequeño perro negro comenzó a seguirlo, acosarlo y obligar al Dr. Fausto a adoptarlo e introducirlo a su casa. Dentro, el perro recién adoptado comienza a comportarse de manera anómala, inquieto y ansioso, corría de un lado para otro. Entre quejidos y gemidos del can, el Dr. Fausto observó cómo el perro comenzó a hincharse y convulsionar hasta convertirse en un hombre muy bien vestido y arreglado. Mefistófeles, el nombre con el que se presentó la figura, buscaba ayudar al Dr. Fausto a encontrar esos conocimientos que se le escapaban. El trato que le presentó Mefistófeles a Fausto era el siguiente: veinticuatro años de acceso a todos los conocimientos que deseara a cambio de su alma. Fausto aceptó y con una gota de su sangre se cerró el trato. El contrato estaba firmado y Mefistófeles, supuesto súbdito de Lucifer, se desvaneció entre la oscuridad.
Los años pasan y Fausto utiliza su nueva sabiduría para cometer los excesos más mundanos, rozar los placeres más abyectos y vivir una vida hedonista; con momentos del más absoluto arrepentimiento. Poco le parecieron las dos décadas y cuatro años que le siguieron a la firma del contrato. Pues una vez terminado el tiempo estipulado, en medio de una noche sin luna, el Dr. Fausto se encontró siendo arrastrado al infierno. Una explosión reventó su carne y asombró a los huéspedes que lo acompañaban en la posada. Fausto había muerto y su historia se repitió en la tinta que consagró su leyenda.
La historia de Johann Fausten nos narra algo que ya hemos visto repetido en análisis, óperas, poemas e historias que tocan este tema tan delicado. Las enseñanzas que nos deja permiten a la reflexión humana encontrar nuevos matices escondidos entre las líneas. La imagen de Fausto es una advertencia, un aviso para aquellos que ven su humanidad disminuida por sus ansias de poder.
El autor es escritor
“Aquí, al menos, seremos libres. Cosa digna de ambición es el reinar, aun en el infierno; más vale reinar en el infierno que servir en el cielo”, Lucifer.
Los cuentos, las fábulas y los mitos esconden en sus entrañas ciertas verdades fundamentales que buscan limar ciertas conductas y pensamientos. Aquellos que las escuchan, las aprenden y las interiorizan encuentran en la prosa y la rima, en el ritmo y los tiempos, consejos y visiones que desembocan en oportunidades para cambiar el destino propio y el ajeno. La enseñanza no entra con fuerza, el dolor, las lágrimas y la sangre solo llevan al rechazo y el aprendizaje cala mucho más profundo si el sujeto al que se le quiere enseñar no sabe que se le está enseñando. Eso es conocimiento antiguo, esa es la razón por la que existen en el folclore tantas leyendas, tantos relatos, tanta cultura compartida sobre la luz del fuego y sazonada con el humo de la leña.
A finales del siglo XVI, al comienzo del auge de la imprenta, se publicó en Fráncfort del Meno lo que puede ser catalogado como el primer best seller de la historia. La gran acogida del libro llevó al cuento del Dr. Fausto a horizontes que solo se habían visto con un solo libro. La democratización de la lectura abrió las puertas a miles de relatos regionales que reventaron en éxitos absolutos. La moraleja de la historia de Johann Fausten le señaló a sus lectores señales, maneras y equivocaciones que esquivar y evitar. Pero el éxito del texto vino de la reinterpretación de la historia de Spies. Goethe, y posteriormente Wagner, consagraron en los poemas y las óperas la tradición fáustica con la que convivimos a día de hoy.
Pero, ¿qué nos cuenta la historia de Johann Fausten? El doctor Johann Fausten, que de ahora en adelante me referiré a él como el Dr. Fausto, era un teólogo y practicante de magia negra. Graduado con los máximos honores, siempre destacó por sobre sus compañeros por la intensa necesidad de conocer más acerca del mundo de lo oculto y lo profano. La curiosidad por conocer y dominar aquello que habita en la oscuridad lo llevó a deambular por las entrañas de Alemania. Yendo de ciudad en ciudad, trabajando de alquimista y galeno, se ganaba la vida con las pociones y ungüentos que le compraban. Satisfecho con lo que había labrado, Fausto sentía la imperiosa necesidad de ir más allá de lo que las prohibiciones y la herejía le permitían. Quería experimentar las virtudes de los conocimientos arcanos, beber del cáliz de la sabiduría absoluta, comer las uvas del éxito.
Una noche un pequeño perro negro comenzó a seguirlo, acosarlo y obligar al Dr. Fausto a adoptarlo e introducirlo a su casa. Dentro, el perro recién adoptado comienza a comportarse de manera anómala, inquieto y ansioso, corría de un lado para otro. Entre quejidos y gemidos del can, el Dr. Fausto observó cómo el perro comenzó a hincharse y convulsionar hasta convertirse en un hombre muy bien vestido y arreglado. Mefistófeles, el nombre con el que se presentó la figura, buscaba ayudar al Dr. Fausto a encontrar esos conocimientos que se le escapaban. El trato que le presentó Mefistófeles a Fausto era el siguiente: veinticuatro años de acceso a todos los conocimientos que deseara a cambio de su alma. Fausto aceptó y con una gota de su sangre se cerró el trato. El contrato estaba firmado y Mefistófeles, supuesto súbdito de Lucifer, se desvaneció entre la oscuridad.
Los años pasan y Fausto utiliza su nueva sabiduría para cometer los excesos más mundanos, rozar los placeres más abyectos y vivir una vida hedonista; con momentos del más absoluto arrepentimiento. Poco le parecieron las dos décadas y cuatro años que le siguieron a la firma del contrato. Pues una vez terminado el tiempo estipulado, en medio de una noche sin luna, el Dr. Fausto se encontró siendo arrastrado al infierno. Una explosión reventó su carne y asombró a los huéspedes que lo acompañaban en la posada. Fausto había muerto y su historia se repitió en la tinta que consagró su leyenda.
La historia de Johann Fausten nos narra algo que ya hemos visto repetido en análisis, óperas, poemas e historias que tocan este tema tan delicado. Las enseñanzas que nos deja permiten a la reflexión humana encontrar nuevos matices escondidos entre las líneas. La imagen de Fausto es una advertencia, un aviso para aquellos que ven su humanidad disminuida por sus ansias de poder.