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PolitiqueArte. ¿Adónde está la libertad?

Actualizado
  • 02/08/2024 00:00
Creado
  • 01/08/2024 13:32

Hoy, vemos como la canción se materializa en las calles de Venezuela. Las balas, los muertos, la desesperación y el odio ideológico se desbanda de la empatía y la diplomacia para gestar la aberrante imagen de una dictadura con todas las letras

En esta serie de columnas, este pequeño extracto literario escondido entre las noticias y los anuncios, quise unir dos temas que parecen distantes, diferentes, pero que no se entenderían el uno sin el otro.

Como ya habrán visto, PolitiqueArte busca demostrar que el arte y la política son elementos que conforman un mismo ente, la sociedad. Sin la política, el arte no sería más que un amasijo de lienzos, óleo y sudor inconexo y sin el arte, la política sería demasiado aburrida para trabajarla, un bodrio exasperante e inaguantable que no calaría más que en los oídos de sus propios locutores. Esa conexión intrínseca, esa verdad a voces que la mayoría ignora es lo que lleva a que nuestros edificios gubernamentales se decoren de relamidos intentos de elementos clásicos como las columnas, los pórticos, las bóvedas y las cúpulas. Eso es lo que lleva a los dirigentes electos, y a los no-electos aún más, a ordenar pinturas y estatuas a su imagen y semejanza. Ese vínculo inquebrantable entre la política y el arte es el hilo conductor de estos artículos. Y hoy se abre el 4° arte entre mis líneas, la música resuena silenciosa entre la tinta de las letras que escribo.

Norberto Aníbal Napolitano, nacido el 10 de marzo de 1950 en Buenos Aires, Argentina, fue considerado como el mejor guitarrista del mundo por uno de los mejores guitarristas de la historia, B. B. King.

Pappo, como fue conocido, se convirtió en el cimiento principal de todo el rock americano. Su habilidad con la guitarra, su talento agresivo, lo convirtió en un ídolo para todos las futuras estrellas que saldrían después del país del cono Sur. El primer disco de su agrupación Pappo’s Blues termina con una canción que, viendo la época en la que nos hemos visto envueltos, entra a colación.

“Adónde está la libertad” nos transporta a una revolución, a una protesta de sonidos y acordes que combaten entre ellos. En medio de ese caos, enredado entre ese océano de escalas y notas, la voz de Pappo se desprende para preguntarse dónde está la libertad, como aquel que se enfrenta a un ejército de militares, rodeado por la incertidumbre de si podrá volver a su casa o si desaparecerá como lo han hecho sus conocidos; la canción es una idea, un pensamiento efímero en la mente de un impávido patriota luchando contra la feroz maquinaria retrógrada y represiva de un régimen. ¿En dónde la escondieron? Se oye preguntárselo Pappo, reclamando a la misma música una respuesta. La canción se enciende en un combate armónico, los riffs, los tambores y la distorsión se pelean en el parlante. La represión se magnifica, una cortina de ruido se hace visible, la canción continúa su marcha.

Hoy, vemos como la canción se materializa en las calles de Venezuela. Las balas, los muertos, la desesperación y el odio ideológico se desbanda de la empatía y la diplomacia para gestar la aberrante imagen de una dictadura con todas las letras. La lucha liberticida, apoyada por los mismos impresentables de siempre, carece de algo esencial. Una pieza primordial, una piedra angular. El pueblo reprimido, ese que en la canción dice “creo que nunca, la hemos pasado tan mal”, contiene algo que ni las balas cubanas, ni los rifles soviéticos, ni los blindados chinos, ni la verborrea demagógica de Maduro podrán destruir y esa es la esperanza. Cuando uno se encuentra en lo más profundo, en el fango más pestilente y asqueroso, rodeado de la trágica miseria, la única manera de escapar es ascendiendo y esa virtud, esa ventaja, ese ímpetu por destrozar el techo que los reprime no se encuentra en el corazón de ninguno de los que acaparan el poder. Las cadenas de la represión se quiebran en su eslabón más débil y estás cadenas oxidadas llevan rotas mucho tiempo. Ojalá el velo de la historia recuerde a aquellos que regaron el árbol de la libertad con su vida.

Porque la esperanza se maneja con pequeñas acciones, las ascuas solo necesitan una caricia para resurgir y estas llamas no las apaga las temerosas acciones de los cobardes que se refugian detrás de una ideología podrida.

“¿Adónde está la libertad?

No dejo nunca de pensar

Quizás la tengan en algún lugar

Que tendremos que alcanzar”.

El autor es escritor