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Patrimonio, incultura y primer mundo

Actualizado
  • 21/10/2024 00:00
Creado
  • 20/10/2024 04:55

En todas las discusiones que se vienen dando (o que se han dado históricamente), sobre presupuestos, inversiones, desarrollo y futuro, supuestamente para llevarnos al “primer mundo” y, sumando a las difíciles correcciones que se deben hacer, hay asuntos que les interesa considerablemente y les preocupa a los que suman o restan. A algunos, en diversos grados, les causa asombro la irresponsabilidad con que sus colegas tecnócratas y burócratas manejaron los dineros y la manera en que han dejado en una situación crítica, los asuntos del Estado, verbigracia: el problema de agua para la población y la Caja de Seguro por mencionar solo dos.

Hay otras responsabilidades que, mencionadas como parte de lo que hay que hacer, ni les va ni les viene a los que no ven más allá de sus narices. Muchas veces creen que son asuntos que están de más o que son una distracción innecesaria en el intercambio genial y las elucubraciones técnicas y pragmáticas que ellos hacen para supuestamente resolver los “verdaderos” grandes problemas nacionales.

El más significativo de estos asuntos es el de la cultura y, en consecuencia, la protección y promoción del legado cultural e histórico. La falta de sensibilidad y la incultura de los que controlan los dineros y presupuestos es en sí, un gran problema nacional.

En su conferencia de prensa del jueves pasado, el presidente Mulino, en relación con un comentario sobre la bandera panameña en el Puente de las Américas, también hizo referencia a una acotación de “Riqui” Fábrega quien había señalado que: “... fue un error hacer el edificio nuevo de la Asamblea [de Diputados] sobre el Triángulo Shaler...”. El presidente pasó a explicar qué era el Triángulo Shaler y dijo que: “...Ese triangulo que hubiera sido perfectamente un monumento histórico a la lucha nacionalista, a la lucha de la recuperación soberana del país, lo borraron, como se han borrado muchos hitos históricos del país”.

En una columna titulada “Señales de decadencia” que publiqué en este espacio en el 2012, escribí que: “...una de las áreas más hermosas de la ciudad capital ha sido destruida totalmente cuando en realidad había otras opciones. Me refiero a lo que se conoció, hace algunas décadas, como la Plaza Shaler, un área verde, abierta; que se conjugaba con el Palacio Legislativo y con el monumento al presidente Remón. Era considerado el centro de la ciudad. Un descanso entre Calidonia y la Avenida Central, no solo ambiental, sino un descanso visual. Un área con sus propias vivencias históricas relacionadas con la batalla del Puente de Calidonia (1900), la Antigua Casa Müller y la presencia antillana, y los límites entre la ciudad de Panamá y la Zona del Canal. El cambio por cemento se ha tragado la belleza del lugar. El cruce elevado de la conexión de la cinta costera, y ahora, un edificio para la Asamblea de diputados ha terminado por robarle este espacio histórico y hermoso a la ciudadanía, desfigurándolo permanentemente. No todos los cambios son buenos, menos los que no consideran los factores culturales y los que afectan la conciencia nacional”.

Una periodista en la conferencia de prensa indagó sobre el uso de la partida discrecional que maneja el presidente Mulino. El uso que se le daba a esta partida de varios millones de balboas anualmente, en administraciones pasadas, ha sido muy cuestionada. El presidente Mulino dijo que se ha utilizado para mantenimientos importantes en el Palacio Presidencial, Patrimonio Cultural de la Nación. El edificio “... adolece de fallas y descuidos muy grandes”, dijo. Habló del comején que hay en las paredes de algunos salones, del mantenimiento necesario para los cuadros de arte que existen y en particular para los frescos del artista panameño Roberto Lewis. Explicó con algo de frustración y detalle todo lo que se tiene que hacer y, además, se ha dado apoyo a niños enfermos que necesitan tratamientos especiales en el exterior, etc.

A dónde voy con esto, si en el Palacio Presidencial las cosas pintan de esa manera, queda en evidencia que no hay un claro renglón en el presupuesto de las instituciones que tiene que ver con el mantenimiento y mucho menos con el legado histórico cultural incluyendo áreas importantes de la ciudad y del país, edificios importantes e históricos, arte, etc.

Si eso no se deja claro, incluso en el plan a cinco años que presentará el gobierno próximamente, no sirve de nada lo que se haga ahora con las partidas discrecionales, para el importante propósito de salvaguardar el patrimonio nacional en el Palacio Presidencial. Sin esa planificación estratégica, seguirán tachando ese renglón en el presupuesto, se resolverá como un asunto discrecional -o tal vez no-. y acceder al primer mundo seguirá siendo una mentira.