Nociones filosóficas y vida concreta
- 16/03/2024 00:00
- 15/03/2024 15:00
La idea de bien nos pone ante el horizonte de la ética, que implica reconocer que no todo lo que hacemos es correcto Las ideas y reflexiones de la filosofía, para algunos, parecen lejanas a la vida concreta de las personas. En realidad, muchas de esas ideas y reflexiones abordan temas que llevamos en el corazón y sobre los que pensamos con frecuencia.
Fijémonos en tres nociones centrales de la filosofía: ser, verdad y bien. ¿Son ideas abstractas o tocan nuestras vidas? ¿Tiene sentido el esfuerzo intelectual por explicar en qué consisten el “ser”, la “verdad” y el “bien” en un mundo tecnológico y lleno de prisas?
La primera noción, ser, alude a lo que existe, a lo real, a lo que encontramos continuamente en el camino de la vida.
Son seres un ciprés que me llena de alegría, un asfalto bien arreglado sobre el que camino, una pared que separa las habitaciones. Son seres las letras del abecedario, las páginas de un libro, el cable por el que llega la corriente a casa.
También son seres, según enseñan algunos filósofos, aquellas “realidades” imaginarias, que “existen” precisamente en cuanto que alguien las imagina. Pero esos seres tienen menos peso, menos “ser”, que los múltiples seres concretos con los que nos “topamos” cada día.
La noción de verdad resulta clave en toda la serie de pensamientos que ocupan nuestras mentes, y en las palabras que pronunciamos, oímos o leemos en un libro, en la radio, en la computadora, en una conversación entre amigos.
Cuando alguien afirma que un político sería el mejor, surge la pregunta: ¿dice la verdad? ¿O se limita a un prejuicio afectivo? ¿O le han engañado? ¿O habla sin pensar bien las cosas?
Esas y otras preguntas, ante la afirmación de un amigo, apuntan a un tema central para la filosofía: ¿es verdadera o es falsa?
Si bajamos a otros aspectos, que algo sea verdad o falso puede resultar de enorme importancia para la propia vida. No nos resulta indiferente que pueda ser verdadero o falso si esta medicina funciona para la enfermedad de uno mismo o de un ser querido.
Por lo que se refiere a la noción de bien, descubrimos su enorme importancia a la hora de decidir si vamos a seguir una dieta, si uno “escapará” del trabajo sin que le vea el jefe, si lo que hacen los políticos sea beneficioso para el pueblo.
La idea de bien nos pone ante el horizonte de la ética, que implica reconocer que no todo lo que hacemos es correcto, que existen males morales, que los otros, y también nosotros mismos, podemos actuar con honestidad o desde intereses espurios.
Hay muchas más nociones que estudia la filosofía y sobre las que se han elaborado diversas explicaciones. Cada una de ellas puede tener mayor o menor relevancia en nuestras vidas, pues no se limitan a ser meros castillos en el aire.
Las nociones filosóficas, sobre todo aquellas centrales como el ser, la verdad, y el bien, tocan profundamente nuestra vida concreta. Ello explica que toda persona tenga una filosofía “suya”, personal.
Desde esa filosofía íntima, cada uno explica, mejor o peor, qué entiende por ser (existencia), cómo respeta y busca la verdad, y en qué manera juzga sus propias acciones y las ajenas desde un criterio de bondad que, esperamos, sea lo más acertado posible.
El autor es sacerdote y filósofo
Las ideas y reflexiones de la filosofía, para algunos, parecen lejanas a la vida concreta de las personas. En realidad, muchas de esas ideas y reflexiones abordan temas que llevamos en el corazón y sobre los que pensamos con frecuencia.
Fijémonos en tres nociones centrales de la filosofía: ser, verdad y bien. ¿Son ideas abstractas o tocan nuestras vidas? ¿Tiene sentido el esfuerzo intelectual por explicar en qué consisten el “ser”, la “verdad” y el “bien” en un mundo tecnológico y lleno de prisas?
La primera noción, ser, alude a lo que existe, a lo real, a lo que encontramos continuamente en el camino de la vida.
Son seres un ciprés que me llena de alegría, un asfalto bien arreglado sobre el que camino, una pared que separa las habitaciones. Son seres las letras del abecedario, las páginas de un libro, el cable por el que llega la corriente a casa.
También son seres, según enseñan algunos filósofos, aquellas “realidades” imaginarias, que “existen” precisamente en cuanto que alguien las imagina. Pero esos seres tienen menos peso, menos “ser”, que los múltiples seres concretos con los que nos “topamos” cada día.
La noción de verdad resulta clave en toda la serie de pensamientos que ocupan nuestras mentes, y en las palabras que pronunciamos, oímos o leemos en un libro, en la radio, en la computadora, en una conversación entre amigos.
Cuando alguien afirma que un político sería el mejor, surge la pregunta: ¿dice la verdad? ¿O se limita a un prejuicio afectivo? ¿O le han engañado? ¿O habla sin pensar bien las cosas?
Esas y otras preguntas, ante la afirmación de un amigo, apuntan a un tema central para la filosofía: ¿es verdadera o es falsa?
Si bajamos a otros aspectos, que algo sea verdad o falso puede resultar de enorme importancia para la propia vida. No nos resulta indiferente que pueda ser verdadero o falso si esta medicina funciona para la enfermedad de uno mismo o de un ser querido.
Por lo que se refiere a la noción de bien, descubrimos su enorme importancia a la hora de decidir si vamos a seguir una dieta, si uno “escapará” del trabajo sin que le vea el jefe, si lo que hacen los políticos sea beneficioso para el pueblo.
La idea de bien nos pone ante el horizonte de la ética, que implica reconocer que no todo lo que hacemos es correcto, que existen males morales, que los otros, y también nosotros mismos, podemos actuar con honestidad o desde intereses espurios.
Hay muchas más nociones que estudia la filosofía y sobre las que se han elaborado diversas explicaciones. Cada una de ellas puede tener mayor o menor relevancia en nuestras vidas, pues no se limitan a ser meros castillos en el aire.
Las nociones filosóficas, sobre todo aquellas centrales como el ser, la verdad, y el bien, tocan profundamente nuestra vida concreta. Ello explica que toda persona tenga una filosofía “suya”, personal.
Desde esa filosofía íntima, cada uno explica, mejor o peor, qué entiende por ser (existencia), cómo respeta y busca la verdad, y en qué manera juzga sus propias acciones y las ajenas desde un criterio de bondad que, esperamos, sea lo más acertado posible.