No olvidemos la historia ...
- 28/01/2025 00:00
- 27/01/2025 19:17
La conmemoración del 80º aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, me ha brindado la oportunidad para reflexionar sobre el hecho histórico en sí y lo que el mismo representa. Este gesto, político hoy día, debería ser un recordatorio para todos los gobiernos democráticos alrededor del mundo, -que realmente, defienden y promueven los derechos y las libertados individuales de sus ciudadanos-, que tienen una obligación moral, ética y legal de enseñar, a las presentes y futuras generaciones, los terribles efectos de las dictaduras absolutistas, como lo fue el régimen nazi de Adolf Hitler. Soy de los que creen que el mundo, sobre todo las presentes y futuras generaciones, tiene que seguir leyendo y aprendiendo sobre la historia del holocausto judío, y también sobre la diáspora del pueblo judío.
Esto es necesario para prevenir la ignorancia que, hoy día, está alimentando una ola antisemita de consecuencias impredecibles en occidente. No olvidemos, por ejemplo, la masacre de miles de ciudadanos inocentes en Israel el 7 de octubre de 2023, y el subsecuente secuestro, de cientos de hombres, mujeres, ancianos y niños, -algunos asesinados-, a manos de terroristas palestinos que, aún hoy, no sienten el más mínimo remordimiento por sus actos ni por el sufrimiento que con ellos han provocado al pueblo palestino, y como, en occidente, hordas de jóvenes han desplegado innombrables actos antisemitas como nunca fueran vistos.
Un occidente, por cierto, que tiene una deuda histórica, ética y moral con el pueblo judío, y por extensión con el Estado de Israel, por lo que han supuesto los millones de muertos que la segunda guerra mundial se llevó, y por el invaluable aporte cultural, político y económico, de las comunidades judías, a lo largo y ancho, de Europa, Norte y Sudamérica, -incluido Panamá-, a sus sociedades.
Precisamente porque es importante recordar este oscuro episodio de la historia mundial, para que no se vuelva a repetir, los gobiernos democráticos alrededor del mundo también deberían detener esa historia selectiva que tan cobardemente ha borrado la maldad y la destrucción detrás del régimen comunista soviético bajo Lenin y Stalin en Rusia, que diezmó millones de seres humanos en nombre del comunismo de Karl Marx, antes, durante y después de Hitler; o del régimen comunista maoísta de Mao Zedong que, igualmente asesinó a millones de personas en China o el Tíbet, o que ayudó, en el tiempo, a otros regímenes comunistas a hacer cosas parecidas alrededor del mundo, tal y como fue el caso en Corea, Laos, Vietnam, o Camboya, solo por nombrar algunos.
Las políticas, actos y resultados del nazismo alrededor del mundo nunca deben ser olvidados, de la misma forma que las políticas, actos y resultados del comunismo alrededor del mundo, incluso hasta el día de hoy, tampoco deben ser olvidados o ignorados. La razón es simple: los herederos de las ideas totalitarias desarrolladas y desplegadas por Stalin o Mao existen hoy día, muy bien escondidos bajo pieles de cordero, “versión siglo XXI”, aun cuando son regímenes autoritarios que desprecian los valores democráticos y las libertades individuales, o bien, auto declaradas fuerzas progresistas de izquierdas que sólo desean imponer una suerte de “neocomunismo” que interpretan como el único sistema verdaderamente democrático y que desprecia, irrespeta, ignora y hasta criminaliza cualquier otro pensamiento político a su derecha calificándolo como neofascista o neonazi.
En definitiva, todos son lo mismo: mentes totalitarias deseosas de imponer sus agendas destructivas a expensas de los derechos individuales de los ciudadanos y la libertad que representan, en nombre de su “abstracto bien común” que no es otra cosa que un aparato estatal intervencionista y mastodóntico dirigido por su propia élite provista de una superioridad moral que exige lealtad absoluta. Estoy seguro de que a más de uno, que conozca algo de historia mundial del siglo XX, le sonará familiar. La historia es como un péndulo que, cuando da la vuelta, en sentido contrario, lo hace con doble intensidad, así que, ya saben ... no olvidemos la historia.