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Negociaciones para la democracia

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Actualizado
  • 18/06/2024 23:00
Creado
  • 18/06/2024 11:16

Es importante que los nuevos diputados tengan en mente la percepción de democracia como una finalidad de lo que hacen [...] El consenso sobre disposiciones sensatas y necesarias es lo que determinará el éxito en las iniciativas de las tareas legislativas

Un nuevo escenario se abre para la Asamblea Nacional a partir del primer día de julio cuando se remocen las curules y otra directiva inicie funciones. La particularidad del periodo que comienza, es que no existe una bancada que numéricamente controle el recinto legislativo. Además, nuevas fuerzas se presentan en esta oportunidad al ganar posiciones los candidatos por libre postulación y emparejar a los partidos políticos tradicionales.

¿Qué se puede esperar de tal división de las posiciones en un solo ente que recoge los criterios diversos de legislación sobre las mejores perspectivas para el país? Es un ejercicio democrático en el sentido más tradicional. Hay que recordar que quienes concibieron esta forma de gobierno la consideraron como una búsqueda del bien común donde el individualismo debiera ser superado por una idea de beneficio de la colectividad.

Norberto Bobbio es claro en diferenciar dos tipos de democracia en el universo político. Considera que debe explicarse en término de las ideas y que “hablar de democracia en general y sin distinciones, es un error. Ello es así porque no se toma en cuenta la diferencia que existe entre lo que un gobierno democrático debería ser y lo que es; entre el ideal democrático y la democracia real o realizada”, expone Lorenzo Córdova Vianello en un estudio.

¿Qué supone este concepto expuesto? Que no importa lo que hagan las plurales colectividades dentro del Palacio de Justo Arosemena, ellas deben ser conscientes de alcanzar el ideal de la democracia por las alianzas que puedan generarse. Si las iniciativas van en la dirección de resaltar el dominio de una persona o grupo sobre la voluntad de los demás, entonces se niega los valores apegados a los principios democráticos.

La noción de democracia adquirirá una nueva dimensión y llegará a orientarse en lo que Bobbio denomina “lo que debería ser”, siempre y cuando descanse o anime una acción orientada a dar respuestas desde una visión clara y objetiva sobre los reales problemas que pueden aquejar a la nación. Esta dimensión armoniza los criterios para brindar estrategias y, por tanto, acciones que fortalezcan la posición del Estado.

El pueblo en su calidad de electorado dictó un perfil hacia esta corporación y dejó espacio para una práctica de conciliación y no de imposición bajo el concepto de “planchas”, que hacen y deshacen a su propio criterio; nada más peligroso para empujar el carro deliberativo hacia extraños resultados. Algunos de ellos se demuestran con la abultada planilla o el inusual caso de “asesores deportivos” que pululan por los pasillos parlamentarios.

Hay el reto de iniciar negociaciones con propósitos más coherentes, más francos, más diáfanos y más transparentes. Desde el punto de vista histórico casi nunca los pactos políticos han funcionado o se han resuelto con una gestión eficiente y eficaz. En ocasiones se ha planteado la alternabilidad y luego hay traiciones o “puñaladas por la espalda”, pues la política adquiere esos ribetes cuando no hay honor entre los actores de los pactos.

Es importante que los nuevos diputados tengan en mente la percepción de democracia como una finalidad de lo que hacen. Conceptualmente no se puede alcanzar la democracia como un fin ideal o perfecto, así plantea Bobbio, quien es consciente de “la impracticabilidad absoluta de los principios que la inspiran”. El consenso sobre disposiciones sensatas y necesarias es lo que determinará el éxito en las iniciativas de las tareas legislativas.

Es una nueva oportunidad para cambiar la vida del accionar de las múltiples concepciones que se desenvolverán en este solio. Reiteramos que no es la imposición, sino el ajustar en tal caso los planteamientos con el fin de alcanzar objetivos que lleven a la prosperidad de la sociedad panameña. Esa sí es una función de la democracia que debemos apoyar.

El autor es periodista