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Los cuatro jinetes del apocalipsis panameño

Actualizado
  • 21/05/2024 00:00
Creado
  • 18/05/2024 16:18

Un diagnóstico bien hecho y un estudio de prospectiva adecuado necesitará el gobierno presidido por José Raúl Mulino para corregir, en el menor tiempo posible, los inmensos problemas heredados y encontrar soluciones óptimas

En la campaña para las últimas elecciones los candidatos denunciaron muchos problemas y propusieron algunas soluciones factibles y otras disparatadas. Trataron desde asuntos locales hasta los más generales. ¿Cuáles serán realmente solucionados por el gobierno electo? ¿Con qué recursos podrá hacerlo?

En más de 50 artículos de opinión entregados a La Estrella de Panamá desde 2017 hasta 2024 (además de los 80 ensayos publicados en mi libro Reflexiones sobre Panamá y su destino de 1990 a 2022) he expuesto sobre temas puntuales como: contaminación ambiental, transporte, Canal, política internacional, geopolítica, educación, ciudad capital, cultura, migración, desorden territorial, ferrocarriles, tapón del Darién, turismo, pandemia, Parlacen, etcétera. En esta ocasión destaco cuatro, que estimo fundamentales: la falta de agua, la omnipresente basura, la mala educación y la pobre salud.

Se refieren a años y décadas de abandono o de ineptitud por parte de la casta política, de diversos gobiernos durante el dilatado período de democracia imperfecta, y de un liderazgo presidencial errado o muy ausente.

A pesar de vivir en un país tropical lluvioso tenemos un problema de acceso al agua. En el gran Panamá metropolitano, 20% de los hogares no recibe el servicio regular de agua potable, y en el interior es aún peor. Con 507 litros por habitante, somos el primer país de Latinoamérica y el cuarto del planeta con mayor consumo de agua per cápita, más de 2,5 veces el promedio mundial. ¿Por qué? Porque el asunto está en manos de un Estado controlado por políticos depredadores que mantienen un Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan) politizado, dirigido por gente irresponsable, que no ha mejorado suficientemente la infraestructura de producción y distribución que pierde cerca de la mitad del agua potable y no cobra a todos sus usuarios (no se aprecia lo gratuito).

¿Estamos sometidos a los mitos del estatismo obsoleto, fracasado en la región, que rechaza la privatización de las empresas públicas, acción que salvó oportunamente la disponibilidad de energía eléctrica, las telecomunicaciones y los puertos-ferrocarril? Se ha privatizado parcialmente el Idaan mediante el uso de camiones cisterna, pingüe negocio para políticos empoderados. La falta de agua potable es una de las caras más costosas de la corrupción pública.

Falta de agua también para la producción agropecuaria y, lo más urgente, para el funcionamiento del Canal que necesita, desde hace tiempo, el embalse de Río Indio para enfrentar el aumento de la demanda, especialmente en los años de sequía, y servir las nuevas potabilizadoras en el lago Gatún para población urbana creciente. Más de 500 ríos principales se vierten al océano, de los cuales 350 en el Pacífico. Algunos son utilizados para generación hidroeléctrica, pero muy pocos para regadío. Una campaña mediática delirante combate esos (y otros) usos con el pretexto de proteger una población mínima que se afectaría directamente. Con solo 15-20% del territorio con buena capacidad agrológica para cultivos, el uso de esa agua, bien embalsada para la irrigación, podría modernizar el sector agropecuario y hacerlo más competitivo a escala internacional.

La basura omnipresente en barrios, calles y carreteras, termina en 2 rellenos sanitarios y 60 vertederos sanitarios a cielo abierto, primitivos y repletos, cercanos a áreas pobladas, que contaminan también los cursos de agua, las capas freáticas y las costas de ambos océanos. Actividad en manos de la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario (AAUD), entidad gubernamental nula, politizada y clientelar. El reciclaje tecnológico de la basura es perfectamente factible con numerosísimos ejemplos en el extranjero. Solo falta utilizar estudios realizados y una fuerte voluntad política para implementarlos, mientras continúa exitosamente el saneamiento de la bahía de Panamá.

Resolver el asunto de la mala educación, comienza por cambiar la cabeza, el sistema malsano de dirección de las universidades públicas, democracia clientelar, calco del perverso sistema político nacional. Es responsable principal de la mediocridad de nuestras universidades que ocupan lugares inferiores entre las latinoamericanas (UTP, puesto 130, UP, 191 y Unachi, la peor, 401), con magra producción científica. Forman la mayoría de docentes de los niveles universitario, secundario y primario, los mejores pagados de la región, bajo un ministerio de la mala educación (Meduca), según sus resultados y las carencias educativas palpables en los graduados para enfrentar los requerimientos de la buena administración pública y de las empresa exitosas en el escenario competitivo global.

Meduca dirigido desde hace décadas por gente incompetente, incapaz hasta de mantener todas las escuelas en buen estado y de modernizar la educación pública. Sistema que forma ciudadanos con educación deficiente, manipulables políticamente, y alimenta mentalidades obsoletas, mitológicas y supersticiosas, entre las más atrasadas de toda la región latinoamericana, en un país que debería estar culturalmente a la cabeza por su mayor exposición al mundo extranjero más avanzado.

Finalmente, está la pobreza de la salud pública por la falta de atención médica oportuna y de medicamentos accesibles y a menores precios, además de la terrible situación de la Caja de Seguro Social, institución arcaica, fallida, dirigida por una pésima Junta Directiva. Allí nada funciona bien, desde la atención al asegurado hasta el fondo de jubilaciones.

Para encarar exitosamente los cuatro jinetes apocalípticos debemos emplear mejor recursos fiscales despilfarrados (Asamblea y Ejecutivo) y recuperar los perdidos (hoy 5% del PIB). Una búsqueda correcta de responsables de la situación actual solo sirve para hacer justicia y que los involucrados por acción u omisión paguen por lo que le han infligido a Panamá. Un diagnóstico bien hecho y un estudio de prospectiva adecuado necesitará el gobierno presidido por José Raúl Mulino para corregir, en el menor tiempo posible, los inmensos problemas heredados y encontrar soluciones óptimas. ¡La tarea es tan grande como la esperanza!

El autor es doctor en geografía, historiador, planificador
A pesar de vivir en un país tropical lluvioso tenemos un problema de acceso al agua. En el gran Panamá metropolitano, 20% de los hogares no recibe el servicio regular de agua potable, y en el interior es peor