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Lo que cuentan las monedas, la otra cara de la historia

  • 13/04/2025 00:00

La numismática es un puente generacional que une espacios donde el tiempo se detiene, para despertar recuerdos y abrir conversaciones de inconfundible calidad

Escribir de un tema del que se conoce poco es un riesgo, pero en el día del numismático me atrevo a elaborar unas palabras con el propósito de expresar mi admiración a las personas que cultivan esta ciencia de increíble valor artístico, a través de la preservación y custodia de monedas y billetes, vinculándose con la historia que sus dimensiones encierran.

Siempre he sentido atracción por ampliar mis conocimientos en diferentes disciplinas, a través de la curiosidad, la observación, estudio e investigación de distintas ciencias y artes. Así, esta búsqueda de conocimiento me llevó a la feria numismática celebrada en nuestro país la semana pasada.

Este evento evocó un recuerdo de mi infancia cuando mi madre decía: “Tengo una moneda de los años 1800, que perteneció a tú bisabuelo”. Según decía era de gran valor. Alguna vez tuve la oportunidad de observarla. El ayer llegó a mi mente con nostalgia recordando un pasado de memorias importantes que no olvidaré.

Con la sabiduría de los años comprendí que más que el valor monetario de ese metal descansa los fastos momentos que se han transferido en la familia como un legado y un encuentro con nuestras raíces. Mi visita a la feria rememoró ese recuerdo. Sin embargo, mi presencia en ese evento estaba destinada a otro fin.

Durante la exposición disfruté observar piezas de alto valor expuestas por el Banco Nacional de Panamá y otras por miembros de la Fundación Numismática de Panamá en maquetas y murales. En cada pabellón de la feria me nutrí de vasto conocimiento a través de los relatos históricos de sus representantes.

Particularmente, un pabellón me llamó la atención. Me detuve en él como si hubiese sido halada para entablar una conversación con su expositor, quien contestaba cada una de las interrogantes con gran destreza y versatilidad.

Mis dudas se concentraban en conocer cómo se sumergió en esta disciplina, la autenticidad de las piezas y la forma de reconocerlas, si comparte su conocimiento con los jóvenes de nuestro país. También, cuestioné el proceso de estudio de las monedas, su historia, materiales de confección, fechas de emisión, símbolos, diseño, estética de cada pieza. Y con cada respuesta mi inquietud sobre el tema crecía, y consulté si había monedas con rostros de féminas en nuestro país. Todas sus respuestas captaron mi atención y cautivada con sus anécdotas observé con gran detalle la forma en que los expertos custodian las monedas y billetes.

Entendí que su pasión trascendía el ámbito del mero coleccionista a convertirse en entes idóneos que fusionan arte y ciencia de las curiosidades que guardan estas monedas.

El objetivo de la feria era concentrar en un solo espacio a los interesados que van por diferentes motivos a adquirir monedas o billetes. En consecuencia, convergen en un solo momento los aficionados al arte y ciencia de las monedas.

De lo aprendido infiero que la numismática es el recorrido que convierte un pasatiempo y lo transforma en un estilo productivo, enriquecedor, satisfactorio y por qué no decirlo remunerado de vida.

En ellos capté que tener entre tus manos monedas que han circulado a lo largo de los años es un preciado valor que pocas personas conocen. Tomar en mis manos el cuartillo, la dama de la libertad de 1941, provocó una sensación de contacto con la historia, así como la añoranza de mi madre al entregar a sus vástagos la moneda de su abuelo.

Sentí ser dueña de parte de la identidad histórica de Panamá, meramente por estar presente y por interesarme en las crónicas de mi Patria.

La conversación con los expertos decantó que algunos se adentran a este fascinante mundo, tal vez por seguir un legado familiar transmitido de abuelos a nietos, de padres a hijos, otros por ser amantes de la historia, otros como coleccionistas y otros como forma de invertir su dinero. Pero, en todos los casos la moneda se convierte en algo más que una herramienta económica, se transforma en un testigo silencioso de una historia.

La narrativa valiosa que se cuenta a través de ese metal en el que fueron forjados situaciones particulares de un momento que debía trascender y ser conocido por los herederos de esas historias es parte del patrimonio de un país.

Las monedas cuentan relatos que, tal vez no constan en libros y que se comunican por tradición a otras personas y latitudes que las adquieren.

Durante mi conversación con el experto le manifesté lo interesante que es conocer la historia de esta forma, tener acceso a lo que se deja de contar, el trasfondo histórico que generó la circulación de ese metal en el caso de haberse dado y en el caso contrario, comprender lo que provocó que no se diera.

La mayoría de las veces esa historia no contada la saben muy pocas personas y es tan interesante e ilustrativa que alguien debería hacer la labor de rescate para no perderlas de allí la labor del numismático.

Por otro lado, el valor sentimental de compartir un pasatiempo familiar de colección de monedas convierte la historia de un país en una historia familiar.

La numismática es más que interesarte en conocer de una moneda o billete que deseas coleccionar y preservar. Va más allá de acumular monedas. Es un puente generacional que une espacios donde el tiempo se detiene, para despertar recuerdos y abrir conversaciones de inconfundible calidad. Estudiar las monedas te permite tener contacto con la historia, el arte, la economía y emociones de un tiempo y lugar.

Cuando se entrega una moneda no solo se está pasando un objeto, se está transfiriendo su historia forjando lazos entre generaciones que pasaron y generaciones que vendrán.

Es una justificación para honrar las historias propias, familiares o de una región. Es una herencia de lazos emocionales que vinculan pasado, presente y futuro. Y aun cuando las monedas cambian de dueño se transmite en ellas historias de vidas. Tal como lo dice una frase popular de autor desconocido: “Una moneda vale por su historia, pero mucho más por las manos que la guardan con amor”.

Finalmente, terminó mi visita a la feria, adquiriendo la moneda por la que les visité. Y para acabarte la historia la moneda de los años 1800, fue traspasada a otra mano y a buen recaudo cumplirá el objetivo de constituir memorias de una tradición familiar.

Feliz día a los numismáticos panameños.

*La autora es abogada