La solución no son médicos extranjeros
- 31/05/2024 23:00
- 31/05/2024 13:28
No se puede luchar contra la pobreza sin actuar a favor de la salud. A cualquier edad, los pobres mueren más que los demás, incluso en un mismo pueblo.
Las relaciones recíprocas entre salud y nivel de vida pueden provocar círculos viciosos, la pobreza deteriora la salud, porque impide al panameño costear los medicamentos caros o alimentarse de manera apropiada.
La población panameña no tiene buena salud y está consciente de ello, tal vez por la baja confianza que brindan los gobernantes panameños, y la subsecuente falta de credibilidad a los de cuidados preventivos y servicios públicos en salud que promocionan.
Ante el desabastecimiento de medicinas, el costo elevado de las mismas y la falta de insumos quirúrgicos; han iniciado una campaña para distraer al pueblo panameño informado del problema que no quieren resolver: el desabastecimiento de medicamentos.
A menos que los médicos extranjeros vengan con un paquete de instrumentadoras quirúrgicas, resonadores portátiles e insumos quirúrgicos y medicamentos para el postoperatorio vendrán a ganarse la chamba fácil sin el beneficio del pueblo que pone la plata.
El problema de la salud en Panamá nos compete a todos los involucrados en el sistema y como aún no salimos de la percepción de corrupción de los partidos políticos tradicionales y la falta certeza de castigo, por lo cual debemos elaborar un plan de acción, entre el personal de salud y los usuarios de las comunidades con intención de mejorar la calidad de los cuidados en salud. En medicina, hablamos de la idea de la toma de decisiones compartida, en la que las decisiones médicas se toman de manera conjunta entre el médico y el paciente, en contraste con el tono paternalista de antaño.
La jerarquía no puede ordenar reformas duraderas sin la movilización de los usuarios ni su participación en la mejoría del servicio. Una movilización de las comunidades y de los médicos de atención primaria de las mismas, con el apoyo de las ONG tendría efectos mucho más importantes en Panamá que imponer médicos extranjeros sin solucionar el tema de los medicamentos e insumos quirúrgicos. El hecho de movilizar la demanda permite instalar de manera duradera un círculo virtuoso de oferta y demanda. La demanda de un servicio público de calidad parece una condición indispensable para cualquier reforma, por lo tanto, entender los determinantes de esta demanda es esencial.
Hay que exponer los problemas que enfrentan nuestras comunidades y subrayar, por ejemplo, que el estrés crónico que manejan los pobladores de Costa del Este no es el mismo problema de salud del dengue en Concepción o de malaria de Besikó. El dengue y la malaria se puede prevenir con que se regalen mosquiteros impregnados con insecticidas, y evitar los excesos podría ser un primer paso para el estrés crónico de Costa del Este. Los médicos extranjeros no traen consigo una pastilla para la vida eterna, la cura de la desnutrición o la cura del cáncer: ya estuvieran en Estado Unidos facturando dinero.
Los usuarios panameños no son fáciles de engañar y no modificarán su comportamiento mientras no estén convencidos de que el cambio en la salud será duradero. El papel de traer médicos extranjeros por parte de los nuevos integrantes del ministerio de salud, como solución a los determinantes de la enfermedad panameña, es un papel de Deus ex machina.
No se podrá hacer ninguna mejoría del sistema de salud panameño sin una mejor definición de lo que la sociedad espera de ellos y una reorganización general en torno a estas prioridades.
Prometer todo y no cumplir nada solo puede provocar desinterés, tanto de los beneficiarios como de quienes los atienden; una misión clara que emane de las comunidades puede contribuir, en cambio, a motivarnos para salir adelante como Estado - nación.