La libertad no es gratuita
- 20/08/2024 23:00
- 20/08/2024 10:33
En El Salvador, el presidente Bukele se juramenta a pesar de la norma pétrea de la Constitución de su país que prohíbe la reelección [...] En otra latitud y más recientemente, se juramentó para su segundo período Constitucional, el presidente Luis Abinader Con semanas de diferencia comienzan los segundos periodos como presidentes, Nayib Bukele, en El Salvador y Luis Abinader, en República Dominicana.
En El Salvador, el presidente Bukele se juramenta a pesar de la norma pétrea de la Constitución de su país que prohíbe la reelección, y al haberse realizado la campaña electoral con las garantías constitucionales suspendidas (las cuales continúan suspendidas a más de 24 meses), y centra su discurso de toma de posesión obviamente en su gran éxito, el haber logrado transformar al país de uno de los más violentos del continente, a uno con una muy baja tasa de criminalidad.
Dentro de su discurso hizo una analogía entre el cáncer que vivía una persona, refiriéndose a la violencia del país y cómo por años, ningún médico, es decir, ningún presidente, lograba curarlo, hasta que él llegó a la presidencia.
Es indudable que el presidente Bukele ha logrado pacificar el país, pero también es indudable que el método ha sido altamente cuestionado por varias organizaciones defensoras de los derechos humanos, quienes argumentan haber recibido más de 6,000 denuncias hechas por víctimas de violaciones de derechos humanos, mientras que Human Rights Watch señala al gobierno de El Salvador de detenciones arbitrarias, juicios espurios, torturas y agresiones sexuales contra niños a más de 3,000 niños.
Es claro que al haberse hecho reelegir a pesar de la expresa prohibición de la Constitución, en su discurso no perdió oportunidad para resaltar que: “... este gobierno que inicia este día ha sido reconocido por el cien por ciento de los países del mundo, todos los gobiernos del mundo reconocen este gobierno a pesar de lo que digan algunos opositores”.
La historia en algunos años, comenzará a emitir su juicio sobre el proceso que actualmente vive El Salvador, y será ella quien diga si la violación de la Constitución, si los rasgos autoritarios del gobierno del presidente Bukele, fueron lo mejor para ese país.
En otra latitud y más recientemente, se juramentó para su segundo período Constitucional, el presidente Luis Abinader.
La misma noche de la elección, luego de obtener un triunfo arrollador declaró que este sería su segundo y su último período, pues así lo dicta la Constitución dominicana.
En su juramentación, centró su discurso en los avances logrados y los retos que le depara el nuevo período, pero además de ello, ratificó su talante democrático en varias partes de su discurso, sobre todo por el hecho de establecer de manera clara que la función de un gobernante, es servir a sus ciudadanos.
Frases como: “siempre lo he dicho; lo urgente no nos ha impedido hacer lo importante”, “la determinación del gobierno dominicano de no dejar a nadie atrás se ha mostrado en todas las acciones que hemos desplegado ...”
Otro indicador de un estilo de liderazgo colaborativo, integrador, lo muestra cuando dijo: “No existe una fórmula mágica del éxito, pero si tenemos una receta simple para conseguirlo: por un lado, promover y apoyar la inversión privada que crea empleos y crecimiento económico y por el otro, un gobierno que fortalece la institucionalidad, la honestidad y la eficiencia en el uso de los fondos públicos con una gran inversión social”.
Para reforzar lo anterior, mencionó: “Un pueblo que cree en la democracia, donde todos somos importantes, pero en el que nadie es imprescindible ni está por encima de la Constitución y nuestras leyes”; “en democracia, siempre lo he dicho, el cargo público más importante es el de ciudadano, que es quien tiene el poder compartido de elegir el futuro”; “por eso creo que no hay mayor acto que un gobernante pueda hacer para fortalecer la democracia, que autolimitarse en el ejercicio del poder”.
Tres párrafos que dan una clara muestra no solo de quien ha sido el presidente Abinader, sino de hacia dónde apunta su segundo mandato, que no es otra cosa que seguir, al amparo de la Constitución, sirviendo a los dominicanos, con transparencia y eficiencia.
Es claro que El Salvador y la República Dominicana, son dos países, dos realidades, dos estilos de liderazgo muy distintos, pero la pregunta seria ¿cuál es el modelo que logrará perdurar en el tiempo, cuál les dará mayores satisfacciones y protección a sus ciudadanos?
Otra frase que llamó poderosamente la atención, es la que se usó como título de este artículo: “La libertad no es gratuita”, y es cierto, hay que ganarla día a día, en cada acción de gobierno y en cada actividad de los ciudadanos pues, sin la libertad, los seres humanos podremos ser presa de autoritarismos que a la final terminan coartando la propia esencia del ciudadano, ser libre y poder con su propio esfuerzo, lograr sus metas y autorrealización.
El autor es consultor político
Con semanas de diferencia comienzan los segundos periodos como presidentes, Nayib Bukele, en El Salvador y Luis Abinader, en República Dominicana.
En El Salvador, el presidente Bukele se juramenta a pesar de la norma pétrea de la Constitución de su país que prohíbe la reelección, y al haberse realizado la campaña electoral con las garantías constitucionales suspendidas (las cuales continúan suspendidas a más de 24 meses), y centra su discurso de toma de posesión obviamente en su gran éxito, el haber logrado transformar al país de uno de los más violentos del continente, a uno con una muy baja tasa de criminalidad.
Dentro de su discurso hizo una analogía entre el cáncer que vivía una persona, refiriéndose a la violencia del país y cómo por años, ningún médico, es decir, ningún presidente, lograba curarlo, hasta que él llegó a la presidencia.
Es indudable que el presidente Bukele ha logrado pacificar el país, pero también es indudable que el método ha sido altamente cuestionado por varias organizaciones defensoras de los derechos humanos, quienes argumentan haber recibido más de 6,000 denuncias hechas por víctimas de violaciones de derechos humanos, mientras que Human Rights Watch señala al gobierno de El Salvador de detenciones arbitrarias, juicios espurios, torturas y agresiones sexuales contra niños a más de 3,000 niños.
Es claro que al haberse hecho reelegir a pesar de la expresa prohibición de la Constitución, en su discurso no perdió oportunidad para resaltar que: “... este gobierno que inicia este día ha sido reconocido por el cien por ciento de los países del mundo, todos los gobiernos del mundo reconocen este gobierno a pesar de lo que digan algunos opositores”.
La historia en algunos años, comenzará a emitir su juicio sobre el proceso que actualmente vive El Salvador, y será ella quien diga si la violación de la Constitución, si los rasgos autoritarios del gobierno del presidente Bukele, fueron lo mejor para ese país.
En otra latitud y más recientemente, se juramentó para su segundo período Constitucional, el presidente Luis Abinader.
La misma noche de la elección, luego de obtener un triunfo arrollador declaró que este sería su segundo y su último período, pues así lo dicta la Constitución dominicana.
En su juramentación, centró su discurso en los avances logrados y los retos que le depara el nuevo período, pero además de ello, ratificó su talante democrático en varias partes de su discurso, sobre todo por el hecho de establecer de manera clara que la función de un gobernante, es servir a sus ciudadanos.
Frases como: “siempre lo he dicho; lo urgente no nos ha impedido hacer lo importante”, “la determinación del gobierno dominicano de no dejar a nadie atrás se ha mostrado en todas las acciones que hemos desplegado ...”
Otro indicador de un estilo de liderazgo colaborativo, integrador, lo muestra cuando dijo: “No existe una fórmula mágica del éxito, pero si tenemos una receta simple para conseguirlo: por un lado, promover y apoyar la inversión privada que crea empleos y crecimiento económico y por el otro, un gobierno que fortalece la institucionalidad, la honestidad y la eficiencia en el uso de los fondos públicos con una gran inversión social”.
Para reforzar lo anterior, mencionó: “Un pueblo que cree en la democracia, donde todos somos importantes, pero en el que nadie es imprescindible ni está por encima de la Constitución y nuestras leyes”; “en democracia, siempre lo he dicho, el cargo público más importante es el de ciudadano, que es quien tiene el poder compartido de elegir el futuro”; “por eso creo que no hay mayor acto que un gobernante pueda hacer para fortalecer la democracia, que autolimitarse en el ejercicio del poder”.
Tres párrafos que dan una clara muestra no solo de quien ha sido el presidente Abinader, sino de hacia dónde apunta su segundo mandato, que no es otra cosa que seguir, al amparo de la Constitución, sirviendo a los dominicanos, con transparencia y eficiencia.
Es claro que El Salvador y la República Dominicana, son dos países, dos realidades, dos estilos de liderazgo muy distintos, pero la pregunta seria ¿cuál es el modelo que logrará perdurar en el tiempo, cuál les dará mayores satisfacciones y protección a sus ciudadanos?
Otra frase que llamó poderosamente la atención, es la que se usó como título de este artículo: “La libertad no es gratuita”, y es cierto, hay que ganarla día a día, en cada acción de gobierno y en cada actividad de los ciudadanos pues, sin la libertad, los seres humanos podremos ser presa de autoritarismos que a la final terminan coartando la propia esencia del ciudadano, ser libre y poder con su propio esfuerzo, lograr sus metas y autorrealización.