La historia traicionada
- 07/12/2024 00:00
- 06/12/2024 19:15
La historia es para estudiarla, no olvidarla, pero para aprender de ella, no vivir de ella; sirve como guía de los pasos del presente, respetando las modalidades actuales en ruta hacia el mejor futuro alcanzable La guerra global de falsedades y mentiras con que bombardean a la humanidad todos los días aquellos que están llevando a este planeta a una III conflagración mundial, no es un recurso nuevo de quienes detentan el poder. Es una constante que utilizan aquí y allá. Recién terminada la II Guerra Mundial, la población francesa, en un 57 %, señalaba a la URSS como principal factor militar para haber logrado derrotar al nazismo; en 2024, quienes así piensan, ascienden solo al 25 % (Fuente: Instituto Francés de Opinión Pública, IFOP).
Excelente ejemplo de manipulación de la historia. ¿Será que al presentar a Putin como el cuco quieren que olvidemos que el único país que ha usado bombas nucleares contra la población civil es EE.UU.? ¿Acaso quieren que borremos de nuestra memoria lo que hicieron en Vietnam? ¿O los británicos en India? ¿O los franceses en Argelia? ¿O los belgas en el Congo? ¿O las veces que Israel se ha mofado de las resoluciones de la ONU? Tampoco se trata de olvidar la actuación rusa en Chechenia ni los gulags ni el 7 de octubre de 2023, pero debemos ser más celosos con la propaganda y no “tragar entero”.
Si preguntamos aquí en Panamá sobre las relaciones con EE.UU. o del proceso de recuperación del Canal y la naturaleza de los innumerables y profundos cambios que, bajo el liderazgo del general Omar Torrijos, experimentamos en nuestra sociedad para lograr que el desarrollo tocara a todos los sectores por igual, de seguro que otra vez la manipulación de la historia mostrará sus garras. Si, además, la ejecución sistemática de tal manipulación se mezcla con la enorme desconfianza que tiene el pueblo hacia las instituciones gubernamentales y la clase política, el resultado siempre será insólito y nos desgastaremos en un círculo vicioso.
La historia es para estudiarla, no olvidarla, pero para aprender de ella, no vivir de ella; sirve como guía de los pasos del presente, respetando las modalidades actuales en ruta hacia el mejor futuro alcanzable. En este marco, una actuación pública que pretenda convencer a la población, inscrita o no en partidos, de las bondades de determinada política con base en la hermosura del pasado, especialmente después de una espectacular derrota electoral, está condenada a deambular por el desierto. Otro ejemplo de esta luxación social es un gobierno que llega al Palacio de las Garzas por emociones, sin una clara y definida línea política sólidamente esparcida entre la ciudadanía, la misma que en mayo se expresó movida por “más chenchén en tu bolsillo” que por las neuronas.
El tiempo, verdugo implacable de todo gobierno, no recomienda iniciar una gestión extendiéndose en discusiones de reformas que abarquen muchos temas, aunque todos sean muy urgentes, especialmente cuando eres resultado de esa manipulación que causa arribar a la meta con muchos flancos abiertos. La prueba: discusión de reformas a la CSS. La necesaria reapertura de la mina, puede tener un signo similar.
Tergiversar la historia tiene éxito para fines inmediatos y temporales. Puedes conseguir ayudas millonarias a fin de mantenerte un poco más sobre el potro, aunque tu pueblo continúe derramando sangre por intereses ajenos, o masacrar civiles en una acción de eterna defensa, o incluso llegar al poder rodeado de estructuras llenas de comején. ¡La más alta traición es traicionar la historia!
La guerra global de falsedades y mentiras con que bombardean a la humanidad todos los días aquellos que están llevando a este planeta a una III conflagración mundial, no es un recurso nuevo de quienes detentan el poder. Es una constante que utilizan aquí y allá. Recién terminada la II Guerra Mundial, la población francesa, en un 57 %, señalaba a la URSS como principal factor militar para haber logrado derrotar al nazismo; en 2024, quienes así piensan, ascienden solo al 25 % (Fuente: Instituto Francés de Opinión Pública, IFOP).
Excelente ejemplo de manipulación de la historia. ¿Será que al presentar a Putin como el cuco quieren que olvidemos que el único país que ha usado bombas nucleares contra la población civil es EE.UU.? ¿Acaso quieren que borremos de nuestra memoria lo que hicieron en Vietnam? ¿O los británicos en India? ¿O los franceses en Argelia? ¿O los belgas en el Congo? ¿O las veces que Israel se ha mofado de las resoluciones de la ONU? Tampoco se trata de olvidar la actuación rusa en Chechenia ni los gulags ni el 7 de octubre de 2023, pero debemos ser más celosos con la propaganda y no “tragar entero”.
Si preguntamos aquí en Panamá sobre las relaciones con EE.UU. o del proceso de recuperación del Canal y la naturaleza de los innumerables y profundos cambios que, bajo el liderazgo del general Omar Torrijos, experimentamos en nuestra sociedad para lograr que el desarrollo tocara a todos los sectores por igual, de seguro que otra vez la manipulación de la historia mostrará sus garras. Si, además, la ejecución sistemática de tal manipulación se mezcla con la enorme desconfianza que tiene el pueblo hacia las instituciones gubernamentales y la clase política, el resultado siempre será insólito y nos desgastaremos en un círculo vicioso.
La historia es para estudiarla, no olvidarla, pero para aprender de ella, no vivir de ella; sirve como guía de los pasos del presente, respetando las modalidades actuales en ruta hacia el mejor futuro alcanzable. En este marco, una actuación pública que pretenda convencer a la población, inscrita o no en partidos, de las bondades de determinada política con base en la hermosura del pasado, especialmente después de una espectacular derrota electoral, está condenada a deambular por el desierto. Otro ejemplo de esta luxación social es un gobierno que llega al Palacio de las Garzas por emociones, sin una clara y definida línea política sólidamente esparcida entre la ciudadanía, la misma que en mayo se expresó movida por “más chenchén en tu bolsillo” que por las neuronas.
El tiempo, verdugo implacable de todo gobierno, no recomienda iniciar una gestión extendiéndose en discusiones de reformas que abarquen muchos temas, aunque todos sean muy urgentes, especialmente cuando eres resultado de esa manipulación que causa arribar a la meta con muchos flancos abiertos. La prueba: discusión de reformas a la CSS. La necesaria reapertura de la mina, puede tener un signo similar.
Tergiversar la historia tiene éxito para fines inmediatos y temporales. Puedes conseguir ayudas millonarias a fin de mantenerte un poco más sobre el potro, aunque tu pueblo continúe derramando sangre por intereses ajenos, o masacrar civiles en una acción de eterna defensa, o incluso llegar al poder rodeado de estructuras llenas de comején. ¡La más alta traición es traicionar la historia!