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La educación superior panameña, empeños y tareas

Actualizado
  • 10/10/2024 00:00
Creado
  • 09/10/2024 19:21

Se sabe que la inversión en educación e investigación, como la inversión en salud, son las más rentables para un país en el mediano plazo, pero, ciertamente, los recursos son finitos y no siempre su distribución en el presupuesto público es acorde con su verdadera relevancia...

En ocasión de la aprobación de la ley que crea el Consejo de Rectores de Panamá y su sanción (Ley 432 del 30 de abril de 2024), así como el inicio de la gestión del presidente Mulino, conviene hacer una serie de reflexiones, algunas de las reiterativas de elementos propuestos en otros artículos y en las que coinciden diversos autores vinculados al tema universitario.

Comenzaré por el más obvio. La pronta necesidad de un plan prospectivo de la educación superior, que además aborde temas conexos como el de la investigación científica del país (principalmente desarrolladas por las universidades oficiales), así como la articulación necesaria entre las universidades y estos otros organismos llamados institutos superiores o del tercer nivel, que son sumamente diversos e incluyen instituciones de vanguardia como el ITSE, pero así mismo una plétora de pequeños institutos de los que no se ha separado aún el grano de la paja. El gran tema Educación Superior, Ciencia e Innovación es uno que merece una integridad que plantee las grandes líneas de desarrollo y articulación sistémica para nuestro país a mediano y a largo plazo. Precondición necesaria es información oportuna y fidedigna de todos los entes de educación superior en aspectos como programas, matrículas, docentes, egresados, financiamiento, y un completo sistema estadístico que homologue las series correspondientes. Un insumo existente son las recientes evaluaciones con fines de acreditación presentadas en años recientes.

Íntimamente vinculado a este estudio está el de las demandas del mercado laboral actual y futuro, así como las proyecciones demográficas que nos ayuden a tener una idea del ritmo de crecimiento del sistema, sus requerimientos más notables, así como la reorganización y racionalidad, el empleo de recursos del erario, que no pocas veces se sobreponen con la creación desordenada de extensiones o centros regionales, amén de unidades menores que se deberían coordinar mucho más a fin de hacer más eficiente el uso de los recursos humanos, materiales, tecnológicos y financieros. Se sabe que la inversión en educación e investigación, como la inversión en salud, son las más rentables para un país en el mediano plazo, pero ciertamente los recursos son finitos y no siempre su distribución en el presupuesto público es acorde con su verdadera relevancia.

El tercer aspecto que quisiéramos resaltar es el fortalecimiento de la planta docente y su reconfiguración, tanto para asegurar sus reemplazos ordenados, dictados por el natural declive de los más longevos, como por la calidad del nivel académico de los que deben ingresar en las plantas, de manera tal que nuestro país pueda tener una cantidad de educadores con grado doctoral en sus respectivas especificidades. Igualmente, nos hace falta un programa nacional de reconversión profesional de los educadores del tercer nivel, cónsono con los avances tecnológicos, pero igualmente científicos en el campo de las teorías cognitivas y de las neurociencias. Deberíamos aprovechar el talento de los más avezados como consejeros o asesores, como supervisores áulicos, de manera tal que el saber acendrado de nuestros expertos cercanos al retiro pueda ser aprovechado. Por otra parte, debe redefinirse el perfil docente con varias acciones, tales como el aumento de horas de investigación y trabajo en campo, así como un cuerpo de investigadores a tiempo completo que asegure investigación científica de la más alta calidad.

Finalmente, aparece el espinoso tema financiero, antes aludidos anejos aspectos a la oferta educativa, pero que igualmente deben seguir incrementándose para asegurar el derecho a la educación superior de todos los panameños Este tema tiene que ver tanto como la filosofía de la educación -como algo que no es una mercancía- sino un bien público, y se relaciona con temas profundos anclados en temáticas transversales como la inclusión social, la multiculturalidad y el combate a las desigualdades, que reproducen esquemas de exclusión y pobreza en países como el nuestro.