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La ciencia, el estadista y el futuro

Actualizado
  • 17/05/2024 23:00
Creado
  • 16/05/2024 11:14

Toca al futuro presidente hacer las cosas bien y demostrar que no vino a ser otro administrador más de la mediocridad [...], sino a ser el estadista que el país necesita

La definición del diccionario de la Real Academia de la Lengua establece que “estadista” significa una “persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado”. El articulista mexicano Ricardo Alexander Márquez, en su columna Disonancias publicada en el Diario Excelsior (https://www.excelsior.com.mx/opinion/ricardo-alexander-marquez/ser-un-estadista/1401316) definió, hace poco, al estadista como “un ser político que controla los hilos, tiene una visión más amplia que la de los que lo rodean y ve más lejos que los demás”.

Recientemente, los panameños hemos atravesado por un torneo electoral ejemplarizante y cuyos resultados abren una panoplia de dudas y de posibilidades hacia el futuro. La esperanza de la población, que eligió al Lic. José Raúl Mulino como capitán de esta nave que es Panamá, debe marcar el rumbo de su administración por los próximos cinco años y más adelante inclusive. La población lo eligió no solo para mantener nuestra nave a flote, sino para sacarla adelante, en medio de este mar desastroso de carencias, latrocinios, escándalos y turbulencias que nos deja el gobierno más incompetente y el partido político gobernante más corrupto que recuerdo. Se han ganado de sobra el epíteto de traidores, de saqueadores y de apátridas.

Ahora, hace falta que el nuevo presidente se auxilie de mentes igual de honestas y capaces. De especialistas, de técnicos, de científicos y no tanto de políticos. Que no solo atienda las graves urgencias que nos abruman (crisis institucional, bancarrota del seguro social, delincuencia rampante y narcopolítica, redes de corrupción ligadas a la politiquería, graves problemas ambientales y colapso del manejo de la basura, crisis del agua que afecta al Canal y a la provisión del vital líquido, deterioro nacional de la infraestructura, inseguridad alimentaria e improductividad del agro, escuálido sistema sanitario, demandas legales enormes por delante, entre otras), sino que, además, tenga visión y que no solo se deje absorber por esta realidad compleja, por esta pelea inmediatista con tantos frentes a la vez, sino que, además, siembre para el futuro.

A la par de todo lo anterior, hay varias tareas estratégicas que hay que atender, de cara al futuro de nuestra nación, desde hoy mismo. Cosas que son fáciles de enumerar, por lo evidentes y inminentes que son:

a) Desarrollar una iniciativa nacional para responder al cambio climático, que va desde intervenciones físicas en áreas costeras hasta medidas preventivas contra las enfermedades nuevas o reemergentes aparejadas al cambio climático.

b) Intervenir decisivamente, hoy, frente a la pérdida de bosques y de biodiversidad, atendiendo la frontera agrícola, revolucionando el campo mediante agrotecnologías de punta, protegiendo nuestros ríos, costas y humedales y salvaguardando nuestro patrimonio natural.

c) Preparar realmente al país para desastres, naturales (alteraciones en el patrón de lluvias y sequías, huracanes) o antropogénicos (migraciones masivas, guerras, epidemias o pandemias, etc.) mediante un sistema efectivo integrado para enfrentar proactivamente contingencias nacionales.

d) Desarrollar un sistema nacional de reservas estratégicas, así sea mínimo, tal como tienen muchos países desarrollados (reservas de comestibles, medicamentos, combustibles, materiales, piezas y partes, etc.), alistando al país para un mundo cada vez más incierto.

e) Ampliar el sistema nacional carretero y de comunicaciones internas, desarrollando infraestructura para garantizar una movilidad más amplia y efectiva, lo cual incide en la productividad agropecuaria y en la verdadera creación y fortalecimiento de polos de desarrollo regionales en el interior.

f) Afrontar la revisión del modelo de desarrollo nacional, a mediano y largo plazo, lo cual incluye medidas que probablemente excedan este mandato presidencial. Cosas como ampliar y diversificar el Canal y sus clusters, enfrentar la reactivación de la industria ligera nacional, recuperar una capacidad nacional de refinación de petróleo, convocar una discusión desapasionada y objetiva sobre el papel de una minería cónsona con el cuidado medioambiental (objetiva y basada en evidencia científica, libre de la anatemización del tema y de la cancelación de las opiniones diferentes), entre otras tareas impopulares y seguras causantes de disenso, pero de impostergable abordaje.

Y varias más que, por motivo de espacio, no podemos tratar aquí y ahora. Toca al futuro presidente hacer las cosas bien y demostrar fehacientemente que no vino a ser otro administrador más de la mediocridad nacional ni otro patrocinador connivente de delitos, sino a ser el estadista que el país necesita en esta coyuntura tan difícil. Yo, que voté por él y que tengo el honor de conocerlo calladamente desde hace años, sé que es un hombre capaz, recto, honesto y serio. Tengo esperanzas en que sabrá hacer las cosas bien y que este país saldrá adelante.

El autor es bioquímico y profesor universitario