Kamala Harris y los negros, entre la ilusión y la realidad
- 10/10/2024 00:00
- 09/10/2024 19:27
Kamala, por obvias razones, despierta más simpatías e identidad con personas de la etnia negra, que el expresidente Trump... A muchos negros les encanta vivir de ilusiones y de sueños. Por eso observo con bastante ironía las opiniones de un porcentaje de negros latinoamericanos sobre la campaña presidencial en Estados Unidos. En su mundo de ilusiones, creen que la candidata demócrata Kamala Harris representa los intereses de los afroamericanos. En mi criterio, es un engaño pensar que, por el hecho de compartir un color de piel similar, se comparten los mismos sueños de progreso y de bienestar con otras personas.
Kamala no representa los intereses de los afroamericanos, sino los intereses del poder económico y políticos de los indios estadounidenses, de los judíos jazzaros, y desde luego, del establecimiento globalista y financierista estadounidense que la llevaron al poder y que han controlado el poder en la Casa Blanca en los gobiernos de Bill Clinton, Barack Obama y Joe Biden. Ahora, más allá de las diferencias ideológicas entre demócratas y republicanos, tanto Kamala Harris como el expresidente Donald Trump tienen visiones políticas imperialistas y en sus programas de gobiernos se proponen frenar el declive de la hegemonía imperial de Estados Unidos.
Kamala, por obvias razones, despierta más simpatías e identidad con personas de la etnia negra que el expresidente Trump, porque, además, compartimos con ella similitudes en la pigmentación de la piel y se evidencia en cierto modo por el carisma más empatía hacia ella que hacía Donald Trump, un multimillonario blanco anglosajón, excéntrico, racista, antiinmigrante y egocéntrico que, por su personalidad, genera más rechazos en determinados segmentos poblacionales dentro y fuera de Estados Unidos.
Más allá de aquellas diferencias, ambos son defensores de los intereses hegemónicos del imperio estadounidense y los dos apoyan el genocidio de Israel contra el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania. Además, representan esa política imperial que ha dominado, saqueado nuestras riquezas y empobrecido a los países del hemisferio.
Indudablemente que Kamala es una especie de caballo de Troya de los intereses de los indios estadounidenses para llegar a la Casa Blanca, del sionismo y de los judíos jazzaros para seguir conservando influencia en el Gobierno. Ella, en el fondo, de llegar a la Casa Blanca, va a unir los intereses geopolíticos y geoestratégicos de Estados Unidos e India. De hecho, de lograr el triunfo el 5 de noviembre, será una lideresa preponderante en la nueva arquitectura global que se abre paso para los intereses de Estados Unidos e India en las disputas hegemónicas contra China y Rusia. Los indios se han caracterizado por tener una política internacional independiente que les ha permitido moverse entre las rivalidades de las principales potencias con acierto.
Por eso, los indios mantienen buenas relaciones con Estados Unidos, pese a que integran el bloque de las potencias del sur global de los BRICS. Igualmente, tiene buenas relaciones con Rusia y China, a pesar de que integran la alianza militar Aukus en el Indo Pacífico con Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Japón. En conclusión: Kamala Harris, más allá de su pigmentación negra y de tener raíces afroamericanas, no representa los intereses de los afroamericanos.
A muchos negros les encanta vivir de ilusiones y de sueños. Por eso observo con bastante ironía las opiniones de un porcentaje de negros latinoamericanos sobre la campaña presidencial en Estados Unidos. En su mundo de ilusiones, creen que la candidata demócrata Kamala Harris representa los intereses de los afroamericanos. En mi criterio, es un engaño pensar que, por el hecho de compartir un color de piel similar, se comparten los mismos sueños de progreso y de bienestar con otras personas.
Kamala no representa los intereses de los afroamericanos, sino los intereses del poder económico y políticos de los indios estadounidenses, de los judíos jazzaros, y desde luego, del establecimiento globalista y financierista estadounidense que la llevaron al poder y que han controlado el poder en la Casa Blanca en los gobiernos de Bill Clinton, Barack Obama y Joe Biden. Ahora, más allá de las diferencias ideológicas entre demócratas y republicanos, tanto Kamala Harris como el expresidente Donald Trump tienen visiones políticas imperialistas y en sus programas de gobiernos se proponen frenar el declive de la hegemonía imperial de Estados Unidos.
Kamala, por obvias razones, despierta más simpatías e identidad con personas de la etnia negra que el expresidente Trump, porque, además, compartimos con ella similitudes en la pigmentación de la piel y se evidencia en cierto modo por el carisma más empatía hacia ella que hacía Donald Trump, un multimillonario blanco anglosajón, excéntrico, racista, antiinmigrante y egocéntrico que, por su personalidad, genera más rechazos en determinados segmentos poblacionales dentro y fuera de Estados Unidos.
Más allá de aquellas diferencias, ambos son defensores de los intereses hegemónicos del imperio estadounidense y los dos apoyan el genocidio de Israel contra el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania. Además, representan esa política imperial que ha dominado, saqueado nuestras riquezas y empobrecido a los países del hemisferio.
Indudablemente que Kamala es una especie de caballo de Troya de los intereses de los indios estadounidenses para llegar a la Casa Blanca, del sionismo y de los judíos jazzaros para seguir conservando influencia en el Gobierno. Ella, en el fondo, de llegar a la Casa Blanca, va a unir los intereses geopolíticos y geoestratégicos de Estados Unidos e India. De hecho, de lograr el triunfo el 5 de noviembre, será una lideresa preponderante en la nueva arquitectura global que se abre paso para los intereses de Estados Unidos e India en las disputas hegemónicas contra China y Rusia. Los indios se han caracterizado por tener una política internacional independiente que les ha permitido moverse entre las rivalidades de las principales potencias con acierto.
Por eso, los indios mantienen buenas relaciones con Estados Unidos, pese a que integran el bloque de las potencias del sur global de los BRICS. Igualmente, tiene buenas relaciones con Rusia y China, a pesar de que integran la alianza militar Aukus en el Indo Pacífico con Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y Japón. En conclusión: Kamala Harris, más allá de su pigmentación negra y de tener raíces afroamericanas, no representa los intereses de los afroamericanos.