Ideologías viciadas: claves para el dominio de las élites coloniales
- 18/03/2025 00:00
- 17/03/2025 20:13
Cuando revisamos las narrativas de los grupos de poder criollos, salen a relucir señalamientos hacia quienes protestan cuando les son transgredidos a estos sus derechos humanos, acusándolos de incitadores de ideas peligrosas como el de la “luchas de clases” Si algo hay de común en el acervo de las élites económicas locales (colonialidad interna) y las de poder global (colonialidad imperial) y sus respectivos panegiristas, es el volcamiento de lo bueno en perjuicio y de este en lo que es bueno, con el ánimo de conducir a los integrantes de una sociedad hacia actuaciones guiadas por esta visión de lo que Eduardo Galeano definía como “el mundo al revés” que satisface los intereses de las élites coloniales.
Cuando revisamos las narrativas de los grupos de poder criollos, salen a relucir señalamientos hacia quienes protestan cuando les son transgredidos a estos sus derechos humanos, acusándolos de incitadores de ideas peligrosas como el de la “luchas de clases”, cuando quienes quebrantan frecuentemente el ejercicio de los derechos humanos de las clases trabajadoras para favorecer a los intereses de las élites económicas, provocando obvias reacciones de inconformidad de estas poblaciones, son los mismos que dicen odiar dicha lucha de clases. La odian, pero la fomentan, así de contradictorio es su comportamiento.
En realidad, los adláteres y voceros de estas élites económicas se dedican a producir y reproducir lo que Jayson Stanley en su obra How propaganda works conceptualizó con el término “Ideología viciada”. Esta, nos dice este autor, “priva a los grupos del conocimiento de sus propios estados mentales ocultándoles sistemáticamente sus intereses” (Stanley, 2015).
El escenario político criollo al menos de los últimos 60 años ha sido abundante en el fomento de dicha ideología viciada, perfectamente útil para reproducir la colonialidad en el razonamiento, de forma tal que los oprimidos por el colono interno (élites económicas locales) o por el imperial (agentes de la corporatocracia sin patria), encuentren razones para irse en contra de sus propios intereses, favoreciendo las de las élites del poder. Lo más reciente lo encontramos en los temas de la “agenda” estratégica gubernamental: la del Seguro Social, la del negocio con la minera del occidente de Colón y los embalses en Río Indio.
En todos estos casos, los voceros gubernamentales y gremiales de las élites colonizadas y colono-imperiales, suelen hacer acusaciones de que quienes adversan sus propuestas solo les interesa soliviantar al pueblo y generarle perjuicios a “terceras personas”, como vienen a ser los estudiantes y sus tutores, en el caso de las protestas planteadas en esta semana, por la defensa del modelo solidario de las pensiones por vejez.
Sin duda, una huelga en el sistema escolar público representa un impacto negativo inmediato en la educación de los estudiantes de clases trabajadoras. Este argumento es utilizado por los colonos internos para descalificar la justeza de la acción de protesta efectuada. Por tanto, la única manera que el movimiento docente demuestre que el obligado involucramiento de los estudiantes no les es nocivo, es comprometiéndose en tiempos extraordinarios a compensar los tiempos de enseñanza-aprendizaje “perdidos por la huelga”. Es aquí donde este gremio tiene un reto importante para diluir la difusión en la ciudadanía de una ideología viciada en contra no solamente de la creencia de que actúa de buena fe, sino de la pertinencia de su lucha.
En el caso de las dos intervenciones en el occidente de la provincia de Colón y parte oeste de la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá, cuando el propio presidente confesó en su última comparecencia semanal ante los medios informativos que ha desconocido el fallo constitucional de cierre definitivo de la mina de esa área, permitiendo que vendan minerales ya extraídos y operen la planta termoeléctrica de alta contaminación, se atrevió a descalificar a los campesinos organizados de esa zona como “fuertemente ideologizados”, por el hecho de oponerse a ese tipo de actos y al del proyecto de los embalses ya decididos como prioritarios por su gobierno.
El interés de los grandes capitales colono imperiales norteamericanos por obtener los minerales metálicos en esa zona y el del gran comercio marítimo por ampliar fuentes de agua para la operación del Canal, utilizando la opción más racializada, es decir, que se prefiere afectar a las clases trabajadoras de la cuenca del río Indio antes que al gran capital que controla la hidroeléctrica de Bayano... lo que ya dice en la práctica quién fomenta la lucha de clases y por qué difunde ideología viciada contra las clases laborales.
*El autor es sociólogo, investigador y docente
Si algo hay de común en el acervo de las élites económicas locales (colonialidad interna) y las de poder global (colonialidad imperial) y sus respectivos panegiristas, es el volcamiento de lo bueno en perjuicio y de este en lo que es bueno, con el ánimo de conducir a los integrantes de una sociedad hacia actuaciones guiadas por esta visión de lo que Eduardo Galeano definía como “el mundo al revés” que satisface los intereses de las élites coloniales.
Cuando revisamos las narrativas de los grupos de poder criollos, salen a relucir señalamientos hacia quienes protestan cuando les son transgredidos a estos sus derechos humanos, acusándolos de incitadores de ideas peligrosas como el de la “luchas de clases”, cuando quienes quebrantan frecuentemente el ejercicio de los derechos humanos de las clases trabajadoras para favorecer a los intereses de las élites económicas, provocando obvias reacciones de inconformidad de estas poblaciones, son los mismos que dicen odiar dicha lucha de clases. La odian, pero la fomentan, así de contradictorio es su comportamiento.
En realidad, los adláteres y voceros de estas élites económicas se dedican a producir y reproducir lo que Jayson Stanley en su obra How propaganda works conceptualizó con el término “Ideología viciada”. Esta, nos dice este autor, “priva a los grupos del conocimiento de sus propios estados mentales ocultándoles sistemáticamente sus intereses” (Stanley, 2015).
El escenario político criollo al menos de los últimos 60 años ha sido abundante en el fomento de dicha ideología viciada, perfectamente útil para reproducir la colonialidad en el razonamiento, de forma tal que los oprimidos por el colono interno (élites económicas locales) o por el imperial (agentes de la corporatocracia sin patria), encuentren razones para irse en contra de sus propios intereses, favoreciendo las de las élites del poder. Lo más reciente lo encontramos en los temas de la “agenda” estratégica gubernamental: la del Seguro Social, la del negocio con la minera del occidente de Colón y los embalses en Río Indio.
En todos estos casos, los voceros gubernamentales y gremiales de las élites colonizadas y colono-imperiales, suelen hacer acusaciones de que quienes adversan sus propuestas solo les interesa soliviantar al pueblo y generarle perjuicios a “terceras personas”, como vienen a ser los estudiantes y sus tutores, en el caso de las protestas planteadas en esta semana, por la defensa del modelo solidario de las pensiones por vejez.
Sin duda, una huelga en el sistema escolar público representa un impacto negativo inmediato en la educación de los estudiantes de clases trabajadoras. Este argumento es utilizado por los colonos internos para descalificar la justeza de la acción de protesta efectuada. Por tanto, la única manera que el movimiento docente demuestre que el obligado involucramiento de los estudiantes no les es nocivo, es comprometiéndose en tiempos extraordinarios a compensar los tiempos de enseñanza-aprendizaje “perdidos por la huelga”. Es aquí donde este gremio tiene un reto importante para diluir la difusión en la ciudadanía de una ideología viciada en contra no solamente de la creencia de que actúa de buena fe, sino de la pertinencia de su lucha.
En el caso de las dos intervenciones en el occidente de la provincia de Colón y parte oeste de la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá, cuando el propio presidente confesó en su última comparecencia semanal ante los medios informativos que ha desconocido el fallo constitucional de cierre definitivo de la mina de esa área, permitiendo que vendan minerales ya extraídos y operen la planta termoeléctrica de alta contaminación, se atrevió a descalificar a los campesinos organizados de esa zona como “fuertemente ideologizados”, por el hecho de oponerse a ese tipo de actos y al del proyecto de los embalses ya decididos como prioritarios por su gobierno.
El interés de los grandes capitales colono imperiales norteamericanos por obtener los minerales metálicos en esa zona y el del gran comercio marítimo por ampliar fuentes de agua para la operación del Canal, utilizando la opción más racializada, es decir, que se prefiere afectar a las clases trabajadoras de la cuenca del río Indio antes que al gran capital que controla la hidroeléctrica de Bayano... lo que ya dice en la práctica quién fomenta la lucha de clases y por qué difunde ideología viciada contra las clases laborales.