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Historias ocultas, memorias y realidad

Actualizado
  • 24/06/2024 00:00
Creado
  • 21/06/2024 16:42

Cada vez que a una figura algo conocida le toca retirarse de la vida pública, obligada o no, señala que se irá a pasar más tiempo con su familia y a atender a los nietos, independientemente de lo que ella o él ha dejado en el imaginario público

Eché una mirada a lo escrito anteriormente para ubicar los hechos y los tiempos en aquel espiral que dicen algunos que vivimos. Esta vez, miré lo escrito justo antes y después de los cambios de gobierno de los años 2014 (Martinelli a Varela) y 2019 (Varela a Cortizo). De ambos escritos, rescato lo siguiente para la reflexión.

Cada vez que a una figura algo conocida le toca retirarse de la vida pública, obligada o no, señala que se irá a pasar más tiempo con su familia y a atender a los nietos, independientemente de lo que ella o él han dejado en el imaginario público.

Donde se pone la cosa un poco más peligrosa es cuando, además, nos amenazan con: ‘... y a escribir mis memorias’, un ejercicio que muy pocos hacen con honestidad; si no, para lavar sus faltas y deslices y sanear en algo su conciencia.

No sé si algún funcionario de los que se retiran les hablará con la verdad a sus nietos. Esos que pretenden pasar como héroes; retratados en las páginas de la historia nacional como insignes. Deben ir deletreando claramente el contexto en el cual operaron para que esos nietos, cuando tenga mejor uso de razón, puedan valorar mejor su ejecutoria. Y mientras están en ese estado sentimental, que les cuenten ¿cómo fue que se hicieron millonarios? ¿Cómo fue que obtuvieron extensos terrenos? ¿A quiénes y a cuántas personas burlaron para lograr sus objetivos? ¿A quiénes le sonrieron y después traicionaron entre subterfugios legales con una caterva de abogados a su servicio?

Repasando las memorias de Pablo Neruda, encontré un episodio que me hastía sobremanera. Durante su exilio en Francia, asediado por los diplomáticos chilenos en cada ciudad que llegaba, Neruda fue citado por Bertaux, el jefe de la policía parisina, que, a pedido del embajador chileno en París, tenía la tarea de azuzar a Neruda sobre la legalidad de sus papeles y su estadía en Francia. Neruda relata que, validados sus documentos y terminada la conversación telefónica del jefe de policía con el embajador chileno, el gendarme Bordeux le dijo: “Parece ser un gran enemigo suyo. Puede permanecer en Francia cuanto tiempo desee”. Por mi parte, relata el poeta: “Sentía una sensación de triunfo mezclada con otra de repulsión. Aquel embajador que me hostigaba, aquel cómplice de mi perseguidor de Chile, era el mismo Joaquín Fernández que presumía de amistad hacia mí, que no perdía ocasión en adularme, que esa misma mañana me había enviado un recadito afectuoso con el embajador de Guatemala”. Si Neruda no vive este episodio personalmente en la gendarmería, jamás hubiera conocido la verdad y estoy seguro de que Joaquín Fernández le contó a sus nietos que fue amiguísimo de Neruda.

Chimamada Adichie, escritora nigeriana, expuso con mucho acierto sobre los riesgos de una sola historia (The Dangers of a Single Story): “Siempre he sentido que es imposible relacionarse debidamente con un lugar o con una persona, si no nos relacionamos con todas las historias del lugar y todas las historias de la persona”. Lo que publican los personajes en sus memorias, es más su intento por moldear la historia a su favor y otra de sus artimañas para burlar a los incautos.

En el 2019, con esas mismas dudas, publiqué la columna titulada: “El registro histórico: un tema pendiente” en donde confesaba que “este asunto no me deja descansar y lo expongo nuevamente para ver si alguien del nuevo gobierno se preocupe como yo, le quita el sueño y le toma cariño”. No entiendo cómo, en pleno siglo XXI no logramos documentar adecuadamente los hechos de un gobierno, con independencia, para que el registro histórico goce lo más posible de fidelidad.

Señalaba que era imperativo adecuar las políticas y/o programas de rescate, preservación y protección de nuestra memoria histórica; “... que tomen en cuenta los nuevos registros digitales. Preservar los testimonios y/o documentos que ayuden a contar la historia, particularmente en este tiempo de publicidad desmesurada en donde cada gestión gubernamental se promueve con bombos y platillos para salvar su reputación, pero a la vez, desechando evidencias históricas de valor que ayuden a contar la realidad de sus ejecutorias”.

El gobierno que se va, ha dejado muchas dudas e interrogantes sobre la verdad de su gestión, por decirlo de una manera gentil. El gobierno que entra el próximo lunes 1 de julio, con visión empresarial, me provoca dudas sobre su interés y preocupación por invertir en temas como estos; invertir de verdad para que dentro de algunos cuantos lustros la memoria publicada deje claras evidencias de que trabajaron con recelo para corregir los abusos y procurar un camino de desarrollo y crecimiento para todos.

El autor es comunicador social