Estafas en la prestación de servicios
- 18/01/2025 00:00
- 17/01/2025 18:29
La estafa y el fraude son hechos castigados en nuestro país, realizados con sutileza, de los cuales cualquiera persona, hoy en día puede ser víctima, ya sea de manera presencial (offline) o en línea, en la que los estafadores emplean el engaño y la manipulación para conseguir su provecho ilícito. En el caso de las estafas y fraudes en línea, se hace uso de la ingeniería social para atrapar a sus víctimas, ganándose la confianza de la persona para que proporcione información confidencial, concretando delitos de phishing, vishing, entre otros, por medio de correos electrónicos, llamadas por teléfono, mensajes de texto, suplantando personas o empresas,entre otros, a lo que hay que agregar también las estafas de romance, entre otros.
En el ámbito de la prestación de servicios de cualquier tipo o naturaleza, son frecuentes las estafas porque hay necesidades urgentes que atender, y los estafadores especialistas en el arte del engaño y de la seducción hacen que su víctima caiga en la trampa lucrándose ilícitamente con ello. Por ello, no faltan los estafadores ambulantes, los que están por cualquier lugar y “andan de puerta en puerta”, conocidas como estafas de verano, hay vendedores de productos, o los que se ofrecen a efectuar servicios de mecánica, de instalación de fibra óptica, de limpieza, mano de obra, de reparación o remodelación en casa, que exigen el pago por adelantado y solo aceptan dinero en efectivo o se ofrecen de llevarlo al banco.
También es conocida la “estafa de la puerta del vecino enfermo”, en la que dice que es el vecino, que por favor le abra la puerta, y le echa un cuento que su madre ha muerto y que necesita dinero para poder echarle gasolina al carro y llegar al hospital, cuando efectivamente no existe tal situación (García Perea, 2024).
En otros casos, tenemos los “estafadores de la fe”, van de puerta en puerta, dicen que conocen a algún familiar, entran a la vivienda y le ofrecen una “limpia”, un ritual espiritual utilizado para “sacar las malas vibras, energía negativa y reemplazarlas con buenos sentimientos y pensamientos”, pero con ello le quitan a las personas sus objetos de valor, generalmente a la comunidad hispana (Univisión, 2023).
Por último, hay un fenómeno creciente y silencioso, que no es nuevo, de los estafadores de saco y corbata o traje sastre, hombres o mujeres que, en el ejercicio de la profesión de la abogacía, prometen ayudar a sus clientes, mas los estafan apropiándose de propiedades y dinero, en algunos casos solicitan dinero porque alegan tener contactos influyentes para solucionar su pleito.
En otras ocasiones, estos profesionales del derecho reciben sus honorarios profesionales por adelantado y no atienden el proceso, y si bien para muchos puede resultar algo inusual, se puede mencionar el caso de un abogado que fue condenado en Valencia (2016) por haber estafado a 23 clientes, y el dictamen indica que “El relato fáctico refiere una actuación consistente en “aprovecharse de ser una persona conocida en la población” que le permitió atraer hacia sí como abogado a clientes que depositaban su confianza en su trabajo. De los distintos clientes de su despacho recibía la documentación y dinero como provisión de fondos, iniciando una actuación profesional que luego abandonaba, sin poder ser localizado, no pudiendo contactar con él y tampoco pudiendo iniciar nuevas actuaciones en defensa de sus intereses pues se quedaba con la documentación precisa”.
En otra situación, se da el hecho de una abogada que estafó a sus clientes entre 1998 y 2013 y que se apropió de dinero de sus clientes, sin que nadie reaccionase, ni el Colegio de Abogados lo detectase, ni los colegas de una ciudad pequeña sospechasen (Chaves 2016). Respecto a lo anterior, decía Eusebio Morales, que estos “violan los principios y reglas éticas de la profesión de abogado, porque se trata de hombres desprovistos de sentimientos de rectitud y honor, generosidad”... en la que muchos que la adoptan no la comprenden ni la aprecian y la emplean como un medio de adquirir fortuna con buenas o malas artes”, y advierte que nunca el abogado puede ser una amenaza social, sino más bien un freno a los abusos del poderoso, un baluarte para el inocente y para el débil, un defensor celoso del derecho y de la justicia”. Por último, todos y cada uno de nosotros, tenemos que ser prudentes, hoy en día, para no ser estafados, pero si ocurre no debemos sentir miedo, vergüenza ni pensar que somos tontos, pues a cualquiera persona le puede pasar, y es necesario no callar y denunciar estos casos para no ser parte de un silencio cómplice de los estafadores, y evitar y reducir las posibilidades de que otras personas también sean sus víctimas.