Columnistas

Empieza a empañarse más el futuro de la patria

Erick Marciscano / La Estrella de Panamá
  • 18/04/2025 01:00

Cada vez que me propongo escribir mi artículo semanal sobre un tema literario de mi especialidad que pudiera ser de interés para los numerosos lectores cultos de La Estrella de Panamá, surge una nueva controversia relacionada con las inaceptables ambiciones hegemónicas del sicópata Donald Trump.

El tipo no parece tener límites; cada día más obsesionado con superar cualquier esbozo de sentido común para acometer nuevas estupideces de toda índole que ofenden la dignidad e, incluso, la seguridad de múltiples países del mundo. En el caso de Panamá, ya no cabe la menor duda de que pretende avasallar a nuestro país no sólo expresando su intención de retomar nuestro Canal, sin importarle el respeto a nuestra soberanía y a los tratados internacionales que rigen desde hace 25 años, sino lograr hacerlo de hecho.

La progresiva presencia de tropas norteamericanas en diversos sitios de nuestro país en traje de fatiga, a ciencia y paciencia del actual gobierno, con pretextos baladíes absolutamente oportunistas por innecesarios y violatorios del Tratado de Neutralidad vigente, con la intención de irse quedando, hace más que obvia la intención imperialista de nuevo cuño de Trump. Quien lo vea de otra forma, o es de una ingenuidad apabullante o un entreguista que no es merecedor de nuestra nacionalidad.

Por suerte, sus locuras, en todos los órdenes, pero sobre todo en el económico, empiezan a ser rechazadas por una importante porción de la población norteamericana en muchísimas ciudades, porque ya están viendo afectadas su economía diaria y en los negocios, sus fuentes de trabajo –sobre todo si dependen del Estado–, así como las becas estudiantiles y las de investigación científica, y también sus pólizas de vida y en casos de minusvalía física. Y los indocumentados de múltiples nacionalidades, incluso los que tienen un permiso temporal para dar tiempo al trámite de rigor, se les está tratando como basura antes de deportarlos por miles, sin derecho a réplica alguna.

Pero poco a poco se va topando, en su propio país, “con la horma de su zapato”. Es decir, con jueces muy preparados y de gran integridad moral que le empiezan a poner un freno a los disparates de incontinencia económica creciente: sociópata que juega a ser rey, no sólo en su país, sino en el mundo entero... Incluso en la Corte Suprema de Justicia, de mayoría republicana, empieza la inquietud por la dirección sin frenos en que va orientado (desorientado) el país de Lincoln, Jefferson, Martin Luther King, así como del expresidente Jimmy Carter, quien supo comprender a tiempo la justicia de la lucha panameña por deshacerse del enclave yanqui que ofendía a diario nuestro concepto de soberanía integral en un pequeñito país tropical llamado Panamá.

Y ahora, pretenden irse metiendo a la casa ajena —la nuestra— por la puerta de enfrente, sin disimulo, con pretextos estúpidos, gracias a un gobierno cobarde que ha ido cediendo más y más de diversas maneras, todas reprochables, supuestamente ante la amenaza de un mal mayor. No hay que ser muy brillante para entender que cuando al agresor se le da una mano, no tarda en tomarse el cuerpo entero y lo va devorando impúdicamente como un vil antropófago.

Howard, Sherman, Rodman, son sitios de la antigua “Zona del Canal” que ya albergan un alarmante total de más de mil soldados armados, según confesó orgullosamente el jefe del Pentágono en un momento de su reciente visita a Panamá, además de sitios del Darién, aparte de que según parece hay varios aviones de guerra y barcos cercanos que no disimulan su convencimiento de que empiezan a “recuperar el Canal”, complaciendo de paso las órdenes del gran Jefe Cara Pálida.

Convencido estoy, lamentablemente, de que no se volverán a retirar pidiendo disculpas ni dando las gracias, a menos que la presión internacional los obligue, lo cual es imposible mientras nuestro gobierno no deje de ser pusilánime y pida abiertamente apoyo moral a otras naciones, como en su momento lo hizo Torrijos. ¿De qué diablos nos sirve formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU, si Panamá permanece en un oscuro rincón anclado a sus miedos? ¡Lo que en realidad ocurre, lo que este gobierno ha permitido suceder, por temor a represalias o por un peligroso complejo de inferioridad, es muy serio! Ha dejado que la fiera ocupe sitios claves de nuestra patria, de los que difícilmente se volverán a ir...

¡Y ocurre que Omar Torrijos y los negociadores de los Tratados Torrijos-Carter, Ascanio Arosemena, el presidente Nino Chiari cuando valerosamente rompe relaciones diplomáticas con Estados Unidos mientras nuestro país es agredido el 9 de enero de 1964, y la gran poeta nacional Diana Morán (entre otros muchos), cuyas cenizas quiso ella que se arrojaran precisamente a las aguas del Canal, sin duda contemplan —entre compungidos y airados— el espectáculo de oprobio que en abril de 2025 empieza a empañar el futuro de la patria!

Patria a la que cantaron con versos henchidos de patriotismo Amelia Denis, Ricardo Miró, José Franco, Changmarín, Tristán Solarte, y todavía hoy Manuel Orestes Nieto, Moravia Ochoa, Pedro Rivera, Bertalicia Peralta y Giovanna Benedetti, entre otros adalides de una esencial vertiente patriótica de nuestra literatura nacional.

*El autor es escritor, promotor cultural y editor